Traducido por el equipo de SOTT.net

Seishi Sato tuvo una sensación inquietante cuando vio algo crujir en un arbusto durante un reciente paseo por un bosque del norte de Japón.
Seishi Sato attacked by a bear while picking mushrooms, in Iwaizumi, Iwate prefecture.
© Seishi SatoSeishi Sato atacado por un oso mientras recogía setas, en Iwaizumi, prefectura de Iwate.
Antes de que se diera cuenta, dos osos asiáticos habían salido de entre los arbustos, y uno de ellos se abalanzó sobre él mientras intentaba esquivarlo frenéticamente temiendo por su vida.

"Cuando los vi, estaba muy cerca y pensé que estaba en graves problemas", declaró a la CNN este hombre de 57 años de la prefectura de Iwate, en el noreste de Japón.

Sobrevivió al ataque, pero no sin sufrir numerosos arañazos y heridas punzantes en el brazo y el muslo.

Sato es una de las 212 personas que han sobrevivido a lo que ha sido un año récord de ataques de osos en Japón, según el Ministerio de Medio Ambiente. Seis personas han muerto.

A falta de un mes para que termine 2023, el total de este año ya ha superado con creces los 158 que se produjeron en todo 2020 (el anterior año récord). Y el número de ataques de oso nunca ha superado los 200 anuales desde que se empezó a registrar en 2006.

Los avistamientos de "kuma", u osos, no son inusuales en Japón, pero suelen concentrarse en el norte del país, donde las cadenas montañosas, los frondosos matorrales y los ríos cristalinos proporcionan un hábitat ideal y abundantes fuentes de bellotas, hayucos, frutas e insectos que componen su dieta.

Pero los expertos afirman que los osos japoneses se aventuran cada vez más fuera de sus hábitats tradicionales y se adentran en zonas urbanas en busca de alimento.