Traducido por el equipo de SOTT.net

A medida que el mundo se enfrenta a los retos del cambio climático actual, la investigación científica tiene, entre otros objetivos, explorar cómo las sociedades humanas navegan por las variaciones medioambientales en general. Investigar el pasado ofrece valiosas pistas al respecto.
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© Quaternary Science Reviews (2023). DOI: 10.1016/j.quascirev.2023.108391Lugares de asentamiento fechados por radiocarbono y registros de temperatura estival en el sur de Escandinavia, el sur de Noruega y la Noruega ártica. El mapa muestra un total de 1.734 lugares de asentamiento con sus correspondientes 6.268 fechas de 14C fiables. Los registros de temperatura estival se basan en registros marinos, lacustres, de turberas y espeleotemas.
Un nuevo estudio, publicado por investigadores del clúster de excelencia ROOTS de la Universidad de Kiel, junto con colegas de Oslo, Tromsø y Stavanger (Noruega), en la revista Quaternary Science Reviews presenta un conjunto de datos arqueológicos y medioambientales de una amplitud sin precedentes que revelan conectividades entre los cambios climáticos, la dinámica de la población y los cambios culturales en el actual norte de Alemania y Escandinavia durante el Neolítico y la primera Edad del Bronce (aproximadamente entre 4100 y 1100 antes de la era común).

"Contrariamente a la idea de que las sociedades eran receptores pasivos de los cambios medioambientales, el estudio revela que estas antiguas comunidades desarrollaron estrategias sofisticadas para navegar y adaptarse a las condiciones cambiantes", afirma la Dra. Magdalena Bunbury, autora principal del estudio.

El estudio, que utilizó un conjunto de datos arqueológicos de una amplitud sin precedentes, empleó el análisis de isótopos de carbono para datar las huellas de las actividades humanas en el área de investigación. Los autores reunieron más de 20.000 muestras de 14C de los últimos 17.000 años. Tras un rígido control de calidad, quedaron 6.268 valiosas para el estudio. "Utilizando múltiples enfoques estadísticos, podemos reconstruir si el número de habitantes aumentó o disminuyó durante épocas específicas", explica la Dra. Bunbury.

"También analizamos 49 archivos climáticos de alta resolución de entre 50 y 70 grados de latitud norte, lo que permite una reconstrucción detallada de las condiciones ambientales en la región de estudio entre 4100 y 1100 a.C.", añade la coautora, Dra. Mara Weinelt, del Grupo de Excelencia ROOTS, que inició el estudio. Además, el equipo incorporó información arqueológica sobre más de 3.600 viviendas de casi 1.500 yacimientos de la mayor parte de la zona de estudio.

Basándose en este amplio conjunto de datos, las conclusiones del estudio subrayan la relación matizada entre las tendencias climáticas regionales y las adaptaciones locales. Por ejemplo, un pronunciado periodo cálido del Holoceno entre aproximadamente 7050 y 2050 a.C. en Escandinavia tuvo repercusiones diversas según la latitud.


Comentario: "Pronunciado" es su forma diplomática de decir que fue más cálido que hoy.

Nótese también que es probable que varias de estas fechas puedan coincidir con los hallazgos del siguiente artículo: Volcanes, terremotos y el ciclo de cometas de 3.600 años


"En el sur de Escandinavia, este clima más cálido podría haber facilitado la propagación de la agricultura a principios del cuarto milenio antes de Cristo, coincidiendo con un importante crecimiento de la población", dice la Dra. Bunbury, que investigó como becaria postdoctoral en el ROOTS Cluster of Excellence hasta 2022 y ahora trabaja en la Universidad James Cook en Cairns, Australia.

Una tendencia al enfriamiento en torno al año 2250 a. C. marcó el inicio de un cambio climático que varió en duración y momento entre latitudes y regiones dentro del área de estudio. Las comunidades neolíticas del sur de Noruega, a pesar de la tendencia al enfriamiento, demostraron su resistencia al seguir creciendo y asentándose en la región.

Simultáneamente, en Dinamarca, la gente cultivó una mayor variedad de cosechas y desarrolló viviendas capaces de almacenar las cosechas durante periodos más largos. "Estos procesos pueden interpretarse como claras adaptaciones a unas condiciones ambientales cambiantes", explica la Dra. Jutta Kneisel, coautora del estudio, de la Universidad de Kiel.

En las gélidas extensiones del Ártico noruego surgió un enfoque distinto. En lugar de dedicarse a la agricultura a gran escala, las comunidades optaron por la recolección de alimentos en la naturaleza como estrategia de supervivencia. "En lugar de intensificar sus actividades agrícolas, las comunidades noruegas del Ártico demostraron perspicacia estratégica diversificando sus actividades económicas para mitigar los riesgos", explica Bunbury.

El estudio profundiza en el segundo milenio a. C. y revela periodos de enfriamiento brusco y los correspondientes descensos de la población. Los datos correspondientes indican descensos simultáneos a corto plazo del número de habitantes. Los hallazgos arqueológicos sugieren interrupciones en las redes comerciales con Europa continental.

Tras estos periodos de enfriamiento de corta duración, la población comenzó a crecer de nuevo a partir de mediados del II milenio y desarrolló una nueva forma de vivienda estable.

"No podemos atribuir al clima todos los cambios de las sociedades humanas. Sin embargo, los datos muestran claramente vínculos significativos entre el desarrollo de la población, la habitación y las prácticas económicas, por un lado, y las tendencias climáticas, por otro. La recuperación de la población tras los enfriamientos bruscos del segundo milenio es, especialmente, un claro indicio de la resiliencia o adaptabilidad de las primeras sociedades escandinavas a la variabilidad climática", afirma la Dra. Weinelt. Otras investigaciones centradas en regiones más pequeñas podrían arrojar más luz sobre la conexión entre el ser humano y el medio ambiente.
Cluster of Excellence ROOTS - Social, Environmental, and Cultural Connectivity in Past Societies