De Rusia a Estados Unidos, pasando por zonas de gran importancia estrategica y económica como Taiwán, India, el Reino Unido y México, 76 países celebrarán elecciones este año, eligiendo representantes a los más altos niveles y definiendo las alianzas en un mundo cada vez más multipolar.
Donald Trump
© AP Photo / Andrew Harnik
En lo que ha denominado el "super año electoral", los próximos 12 meses verán a siete de los diez países más populosos del mundo votar por renovar -o mantener- a sus líderes: India, Estados Unidos, Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Rusia y México.

En total, serán 40 los países que irán a las urnas para seleccionar al hombre o mujer que guiará sus destinos los próximos años, mientras que decenas de otras naciones votarán en elecciones municipales, legislativas y hasta transnacionales, en el caso del Parlamento Europeo, que deberá renovar a todos sus miembros.

Este calendario electoral desbordante dará la oportunidad de vislumbrar con claridad las tendencias políticas alrededor del mundo, como sucediera el pasado año con una serie de fenómenos que asombraron a los analistas. Mientras en Europa los partidos políticos críticos de Bruselas y de Kiev triunfaron sobre el establishment logrando grandes victorias electorales (Países Bajos, Eslovaquia), en América Latina se consolidó el sentimiento anti-oficialismos (en 17 de los últimos 19 comicios los partidos gobernantes perdieron sus elecciones) con el inesperado triunfo del outsiderJavier Milei en Argentina.


Si bien es imposible saber cuáles serán los resultados que arrojarán estos comicios, se puede señalar que muchos de los países que irán a las urnas, como en los casos de Estados Unidos, Sudáfrica y el Reino Unido, lo harán sumidos en un clima de malestar generalizado por los numersos escándalos de corrupción y malos resultados económicos de sus actuales gobiernos, mientras que otros, como El Salvador, Rusia y la India, lo harán en un contexto en que sus mandatarios registran números récords de aprobación.

Las grandes potencias

En los últimos años, el caos político y el deterioro institucional de EEUU ha sido una de las grandes historias alrededor del mundo, por lo que las elecciones presidenciales de noviembre serán posiblemente una nueva oportunidad para confirmar la profunda disfuncionalidad del país que tras la Segunda Guerra Mundial emergió como la gran potencia mundial, y que en las últimas dos décadas se ha comportado como un imperio en decadencia.

En la boleta, el escenario más probable es un nuevo enfrentamiento entre el actual presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump, quienes ya se enfrentaron en el 2020 y son los favoritos en sus respectivos partidos para ser los abanderados en estos comicios (una aclaración: si bien el Partido Republicano realizará una interna, que iniciará en dos semanas, el establishment demócrata cerró filas en torno a Biden y bloqueó la aparición de cualquier candidato que pueda disputarle la nominación).

De acuerdo a las últimas encuestas, Donald Trump se impone sobre Joe Biden a nivel general y en la mayoría de los estados más peleados (conocidos como swing states), con el magnate republicano beneficiándose de la baja popularidad del actual mandatario, cuya alta edad, manejo mediocre de la economía y una serie de escándalos de corrupción vinculados al trabajo como lobista internacional de su hijo Hunter Biden han hecho mella en sus números de aprobación.

Sin embargo, distintas iniciativas impulsadas por grupos de presión ligados al Partido Demócrata para evitar que Trump acceda a la boleta -dos de ellas, en los estados de Maine y Colorado, ya han tenido éxito, aunque serán apeladas y revisadas- y varios procesos judiciales llevados adelantes por funcionarios de Biden y en juridicciones demócratas han hecho que todavía no sea seguro que el magnate pueda ser el nominado republicano en los comicios, una noticia que Biden sin duda festeja.

"En este momento, Biden es el presidente de EEUU buscando la reelección más débil desde Jimmy Carter en 1980. El desastre que ha causado en Oriente Medio dándole un cheque en blanco a Israel para su guerra con Hamás y el apoyo irrestricto a Kiev para impulsar una guerra proxy con Rusia han sido dos jugadas que han fracasado, y que están alienando a bloques muy importantes del electorado demócrata, como los jóvenes y los independientes, históricamente los más reacios a favorecer a candidatos que impulsan conflictos bélicos", explica el internacionalista Demián Bia, egresado de la Universidad de Buenos Aires.

En el otro extremo de los bajos números de Biden, se encuentra el presidente ruso Vladímir Putin, quien buscará en las próximas elecciones, que se realizarán del 15 al 17 de marzo, obtener su quinto mandato, tras la aprobación de una reforma constitucional que lo habilita a ejercer dos mandatos más, de seis años cada uno.

Según el centro Levada, organización demoscópica independiente, la aprobación de Putin se encontraba en 85% en el pasado mes de noviembre, consecuencia de la fuerte performance de la economía rusa -a pesar de las sanciones impuestos por Occidente- y el éxito del Ejército ruso en el conflicto con Ucrania.

De esta manera, Putin se encamina a obtener un nuevo triunfo en las urnas, frenta a rivales como el veterano legislador, Nikolay Kharitonov, de 75 años, quien será el candidato del Partido Comunista Ruso, y quien ya obtuvo el segundo lugar en las elecciones del 2004.

Otro líder que se espera vuelva a imponerse es el primer ministro indio Narendra Modi, en la que se espera sean las elecciones más concurridas del año, con 900 millones de ciudadanos habilitados para votar, aunque la fecha de los comicios aún no ha sido determinada.

De acuerdo a las encuestas, Modi, quien registra una aprobación del 70%, es el favorito para ganar un tercer término y continuar una gestión que comenzó en el 2014 y que puso fin a la hegemonía del Congreso Nacional Indio y de la dinastía política de la familia Gandhi.

Su formación, el Partido Popular Indio, acaba de vencer en tres elecciones regionales, y se espera que se imponga con comodidad frente a la coalición opositora, bautizada como la Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India (INDIA), y que pese a nuclear a más de 20 grupos políticos, no ha logrado todavía hacer pie.

Otras elecciones claves alrededor del mundo

Si bien se trata de un territorio con menos de 24 millones de habitaciones, los comicios presidenciales de Taiwán, a realizarse el sábado 13 de enero, serán uno de los más cruciales del calendario electoral.

El motivo es la creciente tensión entre China y EEUU por el archipiélago, al que Washington considera una pieza fundamental en su estrategia para aumentar su influencia en la region Indo-Pacífica y su política de confrontación con Pekín, que impulsa la reunificación con Taiwán.

Rompiendo con la tradicion de EEUU de adherir a la política de "una sola China", el presidente Joe Biden, cuyo gobierno ha enviado en el último año a Taipei miles de millones de dólares en armas, declaró que su administración intervendría en caso de una operación militar china en el territorio.

Es en este contexto es que se realizarán los comicios presidenciales en Taiwán, donde la influencia de EEUU se percibe claramente en la fórmula del gobernante Partido Progresista Democrático, encabezada por el actual vicepresidente Lai Ching-te, y con Hsiao Bi-khim como su número dos.

Hsiao es la ex representante de Taiwán en EEUU, una política con fuertes lazos con el país norteamericano (su madre es estadounidense y ella estudió en la Universidad de Columbia). Si bien el binomio oficialista se encuentra por delante en las encuestas, el abanderado del opositor Kuomintang, Hou Yu-ih, alcalde de la ciudad de Nueva Taipei y con una postura más conciliadora con Pekín, viene recortando esta ventaja, por lo que un regreso al poder del tradicional KMT no se puede descartar.
"Taiwán es una apuesta de EEUU en cada vez más frentes: geopolítico, por su rol como antagonistas de China; tecnológico, por el rol clave en la industria de semiconductores avanzados que Taipei tiene en el mundo, con un Washington cada vez más abocado a frenar al avance tecnologico de Pekín; pero también por su presunto peso símbolico, ya que la administración Biden posiciona a Taiwán como un faro de los valores occidentales que es necesario defender, pese a que es solo una excusa para la dominación hegemónica que impulsa EEUU en la región, y que además la isla ha sido una democracia desde hace apenas unas décadas", opinó Bia.
"Por todo esto, EEUU necesita cada vez más control político sobre Taiwán, como en el pasado lo necesitó sobre América Latina o Ucrania. Es otro peón en su plan imperialista".

Otras elecciones que podrían representar un cambio de signo político en el poder son las que se realizarán en el Reino Unido, donde todas los sondeos indican que el Partido Conservador, que ha gobernado la isla desde el 2010, será desalojado de Downing Street.

El primer ministro Richi Sunak, el tercer gobernante en menos de 15 meses, tras la escandalosa salida de Boris Johnson por las fiestas realizadas en la sede del gobierno durante el confinamiento por el Covid, y la breve y ampliamente ridiculizada gestión de Liz Truss, caería derrotado contra el líder laborista Keir Starmer.

Según las últimas encuestas, Starmer duplica en intención de voto a Sunak, quien apenas cosecharía poco más del 20% de los apoyos del electorado, en lo que podría ser una de las caídas electorales más estropitosas de la historia de los conservadores.

Para Bia, "el clásico desgaste que conlleva gobernar tantos años -en el caso de los conservadores más de una década, pese a que han pasado 5 primeros ministros en ese tiempo- se une a un aumento récord del costo de vida, a la mala imagen que dejaron Boris Johnson y Liz Truss, lo que ha generado un profundo malestar entre el electorado británico y una gran antipatía hacia el oficialismo. Si bien los tories buscarán alargar lo más que puedan el llamado a elecciones, para intentar revertir sus malos números en las encuestas con una serie de medidas anti-inmigrantes que buscan el voto anti-Brexit más duro, lo más factible es que las primeras elecciones generales a las que se enfrente al primer ministro Sunat, quien gobierna sin tener votos propios, vayan a ser las últimas a las que se presente".

La situación opuesta parece registrarse en México, donde el oficialismo, representado por el partido Morena, de apenas una década de vida, y su líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, parecen destinados a ganar con relativa comodidad las elecciones presidenciales de junio, que coronarían además a la primera presidenta mujer en la historia del país latinoamericano, la candidata Claudia Sheinbaum.

Si bien los principales partidos de oposición se han unido alrededor de una sola candidatura, personificada en la empresaria y ex senadora Xóchitl Gálvez, esto no ha sido suficiente para poner freno al poderío electoral de Morena, que se ha convertido en apenas unos años en la fuerza política principal de México.
"La fortaleza de López Obrador y Morena se puede explicar por varios factores, entre ellos la mala imagen que tienen los partidos de oposición y el propio carisma de AMLO, quien es un personaje con mucha llegada popular y una agenda nacionalista y con mirada social. Pero tal vez la razón más importante sea la estabilidad económica que se ha vivido durante su gestión, marcada por la apreciación del peso mexicano frente al dolar, una reducción del crecimiento de la deuda y un rápido control de la inflación tras el pico provocado por la pandemia. Creo que más allá de focos rojos como lo pueden ser la violencia, la mayoría de los ciudadanos están satisfechos y confían en López Obrador y quien él ha designado como su sucesora, la doctora Claudia Sheinbaum, que todo indica será la primera presidenta mujer de México", apunta Bia.
Siguiendo en el continente, está previsto que Venezuela celebre este año nuevas elecciones presidenciales, donde se espera que Nicolás Maduro busque revalidar su mandato como presidente y abanderado del chavismo.

Si bien Estados Unidos ha impulsado un acercamiento con Caracas, levantando algunas sanciones económicas el pasado mes de octubre y realizando un intercambio de presos de alto perfil, Washington continúa su política de injerencia fomentando la candidatura de la conservadora María Corina Machado, descendiente de una de las familias más ricas del país.


Sin embargo, cabe recordar que Machado fue inhabilitada por el gobierno venezolano por sus vínculos con agentes de EEUU y operaciones de desestabilización interna, por lo cual todavía no está claro si la ex diputada podrá ser la candidata del frente opositor, que volverá a presentanrse a unas elecciones tras su boicot de los comicios del 2018.
"En el caso de Venezuela, EEUU ha jugado su carta por Machado, una conocida de la época de George W. Bush. Si bien buscarán darle todo el respaldo como ya lo hicieron con [Juan] Guaidó y Leopoldo López, fomentados por Washington para ponerle fin a la experiencia socialista en Venezuela, como ya lo hicieran con Allende en Chile y en tantos otro países, se trata de una política con mucha aceptación entre las elites y clases medias altas pero no entre las clases populares, por lo cual incluso si su inhabilitación es levantada por alguna negociación con EEUU, no parece ser una candidata con buenas chances para triunfar y una victoria de Maduro es lo más probable", opina Bia.