A principios de este mes el periódico alemán Berliner Zeitung publicaba un interesante artículo sobre el estado de ánimo en torno a la Guerra de Ucrania (*), que ha cambiado radicalmente en muy poco tiempo. Naturalmente, el cambio no se debe a ninguna información nueva que haya modificado la opinión de los reporteros, sino a la práctica, que en una guerra no es más que la victoria o la derrota.
El periódico deja claro que en Alemania el tono es tan tétrico como en la misma Ucrania. Todo va mal. Nada confirma las previsiones iniciales de las potencias occidentales. Ucrania ha sufrido una derrota decisiva. No es capaz de recuperar los territorios perdidos por la fuerza. La contraofensiva del verano pasado ha fracasado. Las camarillas de Kiev están divididas y enfrentadas. El apoyo a Zelensky, que ronda el 20 por ciento en los sondeos, no tiene nada que ver con la euforia triunfal de hace dos años. No hay armas ni municiones...
Los ucranianos empiezan a darse cuenta de que la OTAN los empujó a la guerra y ahora los ha abandonado. No quieren alistarse. No quieren ser utilizados como carne de cañón. Alrededor de 4,5 millones de ucranianos se han negado a incorporarse a filas. Una gran parte de ellos ha huido de su país y, si pudieran elegir, no volverían nunca.
Ya no miran a occidente como antes. Europa occidental no es la panacea. Más bien al contrario. Se sienten utilizados. En la primavera de 2022 llegaron a un acuerdo de paz con Rusia. Redactaron un comunicado anunciando el fin de la que iba a ser considerada como una "guerra relámpago", abrieron las botellas de champán... pero la OTAN no dio el visto bueno.
La Guerra de Ucrania ha sido provocada y mantenida por la OTAN, que no aceptó la declaración de neutralidad por parte del gobierno de Kiev. Con todos los papeles firmados, el 24 de marzo Biden hizo un enorme esfuerzo para ir a Bruselas a asistir a la cumbre extraordinaria de la OTAN y dar marcha atrás a la paz alcanzada.
La OTAN no estaba dispuesta a apoyar el acuerdo de paz hasta que Rusia retirara todas sus tropas de los territorios ucranianos ocupados. En otras palabras, primero exigió la derrota y luego se podía firmar lo que fuera.
Por su parte, Boris Johnson hizo algo parecido: viajó por sorpresa a Kiev para decirle a Zelensky que, si firmaba la paz, Ucrania perdería el apoyo de occidente. La conclusión es bastante evidente: los países occidentales sólo apoyan la guerra.
El periódico alemán ha tardado un poco, pero finalmente ha llegado a la conclusión obvia que la OTAN y las potencias occidentales tienen, si no toda, al menos una gran responsabilidad por la continuación de la guerra durante dos años, los cientos de miles de víctimas y la destrucción causada.
El objetivo de la OTAN también era y es obvio: poner a Rusia de rodillas, eliminarla como interlocutor. El mundo no necesita hablar con Rusia para tomar ninguna decisión.
Pero no sólo las potencias occidentales han fracasado en el terreno militar. También han fracasado las sanciones económicas y el bloqueo.
(*) https://www.berliner-zeitung.de/news/ukraine-selenskyj-entlaesst-oberbefehlshaber-walerij-saluschnyj-li.2185269
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