Traducido por el equipo de SOTT.net

Dos nuevos estudios sobre el misterioso "síndrome de La Habana" no encontraron ninguna causa física, pero sí sugirieron un posible vínculo con la salud mental.
brain scan
© (mrtom-uk/iStock)
Desde 2016, más de 1.000 miembros del personal del gobierno estadounidense destinados en el extranjero han declarado oír sonidos intrusivos y sentir presión en la cabeza, seguidos de síntomas como intensos dolores de cabeza, mareos y disfunción cognitiva. Desde que los empleados federales destinados en La Habana (Cuba) informaron por primera vez de estos incidentes sanitarios anómalos (AHI por sus siglas en inglés), el síndrome de La Habana ha sido el término utilizado por los medios de comunicación para referirse a esta afección.

Investigadores estadounidenses dirigidos por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) informan ahora que no han encontrado diferencias significativas en los escáneres cerebrales u otras pruebas biológicas entre las personas con síndrome de La Habana y los controles sanos.

Aunque los resultados aportan pocos datos sobre una posible explicación biológica de los síntomas, los autores subrayan que hay múltiples factores a tener en cuenta a la hora de interpretar estos hallazgos.

"La falta de pruebas de una diferencia detectable mediante resonancia magnética entre los individuos con AHI y los controles no excluye que se haya producido un acontecimiento adverso que afecte al cerebro en el momento del AHI", afirma el neurocientífico de los NIH Carlo Pierpaoli, primer autor de uno de los estudios.

"Es posible que los individuos con un AHI puedan estar experimentando los resultados de un evento que condujo a sus síntomas, pero la lesión no produjo los cambios de neuroimagen a largo plazo que se observan típicamente después de un traumatismo grave o un accidente cerebrovascular".

"Esperamos que estos resultados alivien la preocupación de que el AHI se asocie a cambios neurodegenerativos graves en el cerebro".

Los investigadores estudiaron distintos tipos de resonancias magnéticas para medir el volumen, la estructura y la función cerebrales en 81 participantes que experimentaban AHI y los compararon con 48 controles sanos, 29 de los cuales tenían tareas laborales similares aunque sin AHI declarado.

En otro estudio, 86 participantes con AHI y 30 controles con asignaciones laborales similares se sometieron a diversas pruebas, como análisis de biomarcadores sanguíneos y evaluaciones clínicas, auditivas, de equilibrio, visuales y neuropsicológicas.

Los investigadores utilizaron múltiples métodos y modelos para examinar los datos. Al analizar una serie de rasgos observables que incluían una selección de características bioquímicas, el equipo esperaba descubrir cambios clínicos significativos que pudieran correlacionarse con los resultados de las neuroimágenes.

"Nuestro objetivo era realizar evaluaciones exhaustivas, objetivas y reproducibles para ver si podíamos identificar diferencias estructurales cerebrales o biológicas en las personas que notificaron AHI", afirma Leighton Chan, científico especializado en salud pública y director científico en funciones de los NIH.

Las resonancias magnéticas se realizaron aproximadamente 80 días después de la aparición de los síntomas, y en algunos casos a los 14 días. A pesar de sus métodos exhaustivos, el equipo no encontró anomalías consistentes en las imágenes que distinguieran a aquellos con AHI de los controles sanos.

Una investigación publicada en 2019 que comparó una muestra más pequeña de personas que informaron AHI con controles encontró diferencias significativas en los volúmenes de materia blanca y una conectividad funcional reducida en las regiones cerebrales auditivas y visuales.

Si bien esta última investigación no logró respaldar esos hallazgos, sí encontró que las personas con síndrome de La Habana autoinformaron más problemas con el equilibrio y niveles más altos de fatiga, depresión y trastorno de estrés postraumático en comparación con el grupo de control.

"El estrés postraumático y los síntomas del estado de ánimo no son sorprendentes, dadas las continuas preocupaciones de muchos de los participantes", afirma el neuropsicólogo Louis French, del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed.

"A menudo, estas personas han sufrido importantes trastornos en su vida y siguen preocupadas por su salud y su futuro. Este nivel de estrés puede tener importantes repercusiones negativas en el proceso de recuperación."


Comentario: O, en lugar de que su "preocupación" sea la razón de un retraso en la recuperación, ¿quizá los investigadores no están buscando en el lugar adecuado? ¿Quizás, al igual que con las vacunas de ARNm, el daño del síndrome de La Habana se encuentre en otra parte? Vacunas de ARN, obediencia y eugenesia


En cuanto a los síntomas declarados, el 41% de los participantes afectados por el AHI cumplieron los criterios de los trastornos neurológicos funcionales (TNF), que son estados de debilidad e impedimentos sensoriales derivados de una función cerebral anormal, a menudo relacionados con el estrés, la depresión y la ansiedad. Muchos de estos participantes también experimentaron síntomas como mareos, vértigos e inestabilidad.

Los investigadores sugieren que si los síntomas del síndrome de La Habana fueron causados por un factor externo, es posible que ya no sean detectables con las pruebas y tamaños de muestra actuales.

"Aunque no identificamos diferencias significativas en los participantes con AHI", afirma Chan, "es importante reconocer que estos síntomas son muy reales, causan trastornos importantes en la vida de los afectados y pueden ser bastante prolongados, incapacitantes y difíciles de tratar."

Los estudios se han publicado en JAMA, aquí y aquí.