Imagen
© Desconocido
El neuropsicólogo navarro Javier Tirapu, galardonado con el premio de neurociencia clínica del Consorcio Nacional de Neuropsicología, ha considerado que la tecnología y el acceso a internet no estarían ayudando al desarrollo intelectual del ser humano, sino que lo estarían volviendo más "torpe".

Tirapu, que ha sido premiado por sus aportaciones a la neuropsicología clínica en general y sobre todo en lo referente al estudio del lóbulo frontal del cerebro, ha comentado a Efe que en la comunidad científica existe un "debate apasionado" entre quienes creen que los seres humanos cada vez son "más imbéciles" o "más listos".

Quienes plantean que el ser humano cada vez es más listo, ha explicado, argumentan que las personas reciben una cantidad creciente de información en un mundo globalizado en el que "todo funciona con gran rapidez".

Tirapu ha admitido ese argumento, pero se ha preguntado si el ser humano "cada vez es más pasivo y esa pasividad, esa forma de recibir información pero sin emitirla, le está volviendo más torpe".

"Antes teníamos que hacer muchas cosas para solucionarnos la vida, pero ahora estamos rodeados en casa de varios pequeñitos 'lóbulos frontales', a los que llamamos mandos a distancia y con ellos, sin movernos nada, vamos organizando nuestra vida dándole a los botones", ha afirmado el neuropsicólogo.

Hasta ahora, ha agregado, cuando en el colegio se encargaba un trabajo, los alumnos "se tenían que poner en marcha para buscar mucha información y esa actividad potenciaba el cerebro", pero ahora "hay una cosa que se llama Google, que es un grandísimo 'lóbulo frontal' que hace la búsqueda por nosotros".

"Eso nos hace más fácil la vida, pero nos volverá a la vez más torpes al ser más pasivos", ha declarado.

Se trata de una hipótesis, ha aseverado Tirapu, quien no obstante ha destacado que el ser humano tuvo en el pasado un cerebro más grande que en la actualidad.

Cuando el ser humano, ha indicado, se volvió en el neolítico más pasivo, más sedentario, y empezó la actividad agrícola y ganadera, se le redujo el cerebro de 1.500 gramos a 1.400 aproximadamente.

"Hay dos grandes animales a los que les ha disminuido el cerebro, que son el perro, que desciende del lobo, y el hombre. Lo que tienen en común es que son domésticos", ha resaltado el neuropsicólogo, que se ha preguntado "si estaremos entrando con esta tecnología en la segunda era de la 'autodomesticación' de la especie".

Por otro lado, Tirapu se ha mostrado radical a la hora de rechazar la existencia de una mente separada del cerebro: "Me temo que el mito del 'fantasma en la máquina' ha muerto".

A juicio de Tirapu, "la mente no existe como tal, existen procesos mentales, que son el resultado del proceso cerebral. Nadie tiene un órgano que se llame 'digestión', porque éste es el resultado de múltiples órganos trabajando armónicamente para transformar el alimento en energía y generar desechos. La digestión es al sistema digestivo lo que la mente es al cerebro".

Tirapu ha reconocido que nadie cree más en la provisionalidad de su conocimiento que los científicos, pero ha insistido en que "todo está en el cerebro", desde la experiencia religiosa al amor o la empatía con otras personas.

El neuropsicólogo e investigador navarro, que ejerce su labor en el servicio de rehabilitación neurológica de la Clínica Ubarmin, ha comentado que la principal diferencia del cerebro humano con el de sus "parientes" evolutivos más cercanos, como los chimpancés y los bonobos, es que ellos tienen sólo "atisbos" de ciertos aspectos que son específicamente humanos.

Lo que más diferencia al ser humano, ha indicado, es el gran desarrollo del córtex prefrontal, la parte situada detrás de la frente, que ocupa entre el 20 y el 30 % de la corteza cerebral, en la que se asientan las conductas más "humanas".

Entre esas diferencias fundamentales, según Tirapu, está "nuestra capacidad de identidad, de conocernos a nosotros mismos, de tener conciencia de lo que somos", así como "el gran cerebro social que tenemos. Somos seres sociales a los que les gusta estar en grupo, cooperar" y tener "empatía con sus semejantes".

Una mayor inteligencia también diferencia al ser humano de chimpancés y bonobos, una cualidad que Tirapu ha definido como "la capacidad de resolver situaciones nuevas que se plantean en la vida de una manera adaptativa".

Tirapu, que ha escrito más de 150 publicaciones y seis libros, ha centrado su trabajo en la neuropsicología del daño cerebral y patologías como la esquizofrenia, las adicciones, las demencias, el transtorno del déficit de atención y trastornos del espectro autista.