El efecto infrásonico producido por algunos objetos puede no meterse con tu sentido del oído, pero sí con lo que pasa en tu cuerpo. Y es que la gente normalmente no piensa en el infrasonido y las consecuencias corpóreas.En los seres humanos, el sonido más grave que podemos escuchar es de 20 Hertz, y el más agudo de 20,000 Hz. Los Hertz es la unidad de sonido que mide el número de vibraciones por segundo. Si son menos vibraciones, es más grave, si son más, es agudo.
En cuanto a intensidad, es decir el volumen de vibraciones que se marca en decibeles, nuestro oído capta entre 0-120 decibeles. Arriba de los 120 decibeles, el oído puede reventarse, lo que en un marco militar podría representar el desarrollo de un arma poderosa.
Sin embargo, actualmente
se desarrollan armas que trabajarían con infrasonido, es decir, por debajo de los 20Hz, mientras se encuentre a una intensidad de entre 88 y 100 decibeles.
Como no podemos escucharlo, aunque sí sentirlo, es difícil darnos cuenta qué tan altos o bajos están los sonidos:
a 130 decibeles el oído interno empieza a sentir presión, distorsionando lo que normalmente puedes escuchar, y a 166 decibeles es difícil respirar.
Las primeras investigaciones las hizo el ruso-francés Dr. Vladimir Gavronsky, que se interesó en 1960 cuando se dio cuenta que los instrumentos en su laboratorio vibraban con ciertas frecuencias, descubriendo que era por el infrasonido.