Traducción de María M. Delgado
© DesconocidoMiko Peled, autor del "El hijo del General"
Mustafa Tamimi, de Nabi Saleh, y Bahjat Zaalan y su hijo Ramadán, de Gaza, murieron el día que cumplí 50 años; apenas unos días después que [el candidato republicano] Newt Gingrich los declarara "un pueblo inventado". Los dos fueron asesinados por la organización terrorista israelí IDF [el ejército], una organización apoyada y financiada por los EEUU. Un terrorista israelí disparó un proyectil de gas lacrimógeno a la cabeza del inventado Tamimi, y otro terrorista israelí disparó un cohete que mató al inventado Zaalan y a su niño Ramadán. Los dos terroristas fueron educados y entrenados por Israel, y armados por EEUU. Los terroristas israelíes no son inventados, sino muy reales, y están a salvo, protegidos por el régimen de apartheid que los envió a sus respectivas misiones; y el sistema judicial israelí se va a asegurar de que no sean llevados ante la justicia. Así es como funciona la bien aceitada maquinaria de la limpieza étnica.
La limpieza étnica sionista de Palestina no es una cosa del pasado, sino una campaña vigente que es ejecutada por tres brazos del Estado de Israel: el sistema educativo, una dedicada burocracia y las fuerzas de seguridad. El sistema educativo está dedicado a adoctrinar y producir soldados y burócratas que van a ejecutar y hacer cumplir la limpieza étnica. La burocracia está encargada de hacer las reglas que hacen insorportable la vida de los palestinos; reglas que les impiden acceder a sus tierras, que restringen su libertad para ir al trabajo o a la escuela. Esa misma burocracia luego exigirá a los palestinos pagar por los permisos que les autoricen a hacer esas cosas muy básicas que antes se les prohibió. Las fuerzas de seguridad -la más notoria, el ejército- están encargadas de hacer cumplir las restricciones, de combatir la resistencia -armada o pacífica- y de aterrorizar al "inventado" pueblo de Palestina.Como mi padre fue general y yo soldado de la organización terrorista IDF, a menudo la gente me pregunta cómo es que los niños israelíes, que crecen en una democracia de corte Occidental, se convierten en semejantes monstruos cuando se ponen el uniforme. La respuesta detallada se puede encontrar en mi libro
El hijo del General, pero la respuesta corta es ésta: la educación.
El racismo requiere una mentalidad formada por la educación. A fin de racionalizar y justificar la limpieza étnica, el sistema educativo israelí presenta a los palestinos como culturalmente inferiores, violentos e inclinados a la aniquilación de los judíos; y al mismo tiempo, carentes de una verdadera identidad nacional. La identidad nacional palestina no es más que el producto de alguna imaginación anti-semita.
Comentario: No son solo los hidrocarburos, el imperio occidental lucha una batalla perdida para no caer tan estrepitosamente en el pozo de control y dominación total que el mismo cavó, sigue pensando que puede usar sus gastadas estrategias de falsa bandera, conquistas indirectas, ingerencia innecesarias, y sus guerras de propaganda. En este conflicto dual entre la verdad y la mentira, la información contra la desinformación, etc., no solo está en riesgo un sector de la población, sino probablemente, lo que queda de humanidad.