Este pasado lunes 17 de noviembre, las principales ciudades griegas vivieron una jornada con las mayores manifestaciones que se recuerdan en los últimos años. Todo ello fue precedido por las movilizaciones estudiantiles durante los días anteriores en las que se produjeron intensos enfrentamientos con la policía.El 17 de Noviembre de 1973, los tanques del régimen militar de los coroneles derribaron las puertas de la universidad politécnica de Atenas, donde un grupo de estudiantes
a grito de "pan, educación y libertad" se habían encerrado en una huelga desde el anterior día 14. El régimen de la junta caería pocos meses después, y en esa misma fecha del siguiente año se convocarían las primeras elecciones democráticas. Hoy, 41 años después del aplastamiento de dicha insurrección,
no cabe duda que esas tres demandas siguen más vigentes que nunca y que la austeridad, marca de la casa, impuesta por la Troika está añadiendo a diario más áreas que sumar a esa reivindicación. Tras un periodo de protestas totalmente desoídas por el gobierno y por Europa, todo parecía calmado en Grecia, pero es la calma que se vive en el ojo del huracán.
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Si usted fuera un ciudadano griego, tendría el 27% de probabilidades de estar en las listas de la oficina de desempleo aunque se calcula que tendría una probabilidad de un 35% real de estar desempleado. Aunque estuviera empleado, podría cobrar su sueldo desde hace una media de 3 meses. Si fuera profesor, podría acogerse al nuevo plan, que supone la contratación de 1100 profesores en base de "trabajo voluntario". Igual la esclavitud no es tan mala como la pintan. Sus hijos tendrían una posibilidad del 27% de estar malnutridos y desmayarse en una desvalijada escuela pública, prácticamente desprovista de recursos. Sus derechos laborales ya serían un sueño de otra vida y dependiendo del sector en el que trabajara, estaría bajo el régimen de movilización forzosa, es decir, sin derecho a huelga. Además tendría más de un 35% de posibilidad de estar excluido de cobertura sanitaria, aunque fuera usted menor ya que sólo los menores de padres asegurados gozan de ese "privilegio". Incluso con ese derecho bajo el brazo, no podría ser atendido en un CAP
para su gripe, puesto que fueron todos cerrados, de un día para otro, el pasado febrero. Tendría que esperar en colas quilométricas de un sobrecargado hospital o tirar de sus pequeños ahorros e ir a una clínica privada, suponiendo que los tuviera o no los necesitara para pagar su comida o las facturas de la energía para calentar su casa. Tras visitar la clínica, tal vez andaría buscando madera para quemar y calentar su hogar, lo que produciría, pongamos en Atenas, unos niveles de contaminación más que alarmantes. También podría causar su muerte en un incendio "accidental": Su gobierno le culparía entonces por intentar calentarse y
Europa le diría que ha vivido por encima de sus posibilidades y de lo que su vagancia permitía. Aunque eso sí que le suene, tal vez.
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