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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, atribuyó hoy el actual "tsunami monetario" a los países ricos, al provocar una liberación de recursos y una guerra cambiaria para enfrentar la crisis financiera.

Al dirigirse a empresarios y dirigentes sindicales, la mandataria mostró preocupación por la situación generada por el gran capital al inundar de dinero los mercados, en perjuicio de las naciones en desarrollo, ante lo cual afirmó que Brasil se defenderá.

Se comprometió a impedir que los métodos para salir de la recesión económica impliquen la canibalización de los mercados emergentes, y agregó que las condiciones de competencia comercial hoy son adversas debido a la guerra cambiaria, reportó la Agencia Brasil.

El gigante suramericano adoptó nuevas medidas para defenderse del enfrentamiento cambiario global, al extender un impuesto sobre operaciones financieras a préstamos extranjeros con mayores plazos, en un intento por desacelerar el flujo de capital al país.

También intenta impedir la veloz valorización del real, que ha ganado más de ocho por ciento en lo que va de año sobre el dólar, situación que el Gobierno considera perjudicial para la competitividad del comercio y de la industria brasileños, mientras favorece a europeos y estadounidenses.

Rousseff criticó que las naciones desarrolladas respondan a la crisis con grandes paquetes de crédito y bajos intereses que vuelcan considerables volúmenes de dinero al mercado, que ingresa a países como Brasil, con altas tasas de interés y una moneda depreciada por el aluvión de dólares.

Al respecto, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, aseguró que su Gobierno no asistirá impasible a la guerra cambiaria, y se defenderá con nuevas acciones para impedir que el real se valorice y se perjudique la producción brasileña.

Precisó que el combate monetario disminuye la competitividad, las exportaciones se hacen más caras y los productos importados más baratos.