La regla de oro de la navegación polar insta a cualquier embarcación a mantenerse alejada de un iceberg el doble de distancia de lo que sobresalga la masa del hielo sobre el agua. Y en caso de desplome, virar inmediatamente y huir a toda máquina.

Ninguna de estas recomendaciones parece seguir un barco que observaba más cerca de lo prudencial las estribaciones de un espectacular glaciar en Groenlandia. Sorprendida por el colapso del mismo y por la ola gigante que acto seguido provoca la caída de grandes volúmenes al oceáno, la nave está a punto de volcar.

"Es la cosa más salvaje que he intentado en mi vida", se escucha decir en inglés al supuesto patrón tras lograr mantener el barco a flote. Por fortuna, todo ha quedado en un susto.