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© museo de las relaciones rotasNadie se quiso quedar con el vestido de novia
Repartición de bienes. Es un proceso por el cual ha pasado toda persona que se haya divorciado, separado o terminado una relación. Muchas veces esta diligencia puede resultar más engorrosa y emocionalmente desgastadora que la misma ruptura.

Las parejas, en esta ocasión ex parejas, pueden llegar a extremos inverosímiles para evitar que la otra parte se lleve un objeto o artículo que creen que es parte fundamental de su esencia. Otras personas simplemente no quieren darle gusto al otro o utilizan el objeto como base para negociar algo a su favor.

Después de todo esto, sin embargo, siempre quedan cosas que ninguno de los dos quiere. Ya sea porque no le ven uso alguno, pero muchas veces es porque acarrean un recuerdo muy estrecho de una relación que buscan olvidar. Eso pasó con dos artistas de Croacia, cuya relación llegó a su fin en 2003 y no sabían qué hacer con un número de objetos que tenían un significado solamente para ellos, pero ninguno de los dos quería quedárselos.

Terapia alternativa

La solución la tuvieron creando un lugar donde se pudieran exponer los objetos, junto con otros que les pidieron a sus amigos donar. Empezaron exhibiendo dentro de un contenedor y luego, a medida que la colección se ampliaba y se volvía más popular, la llevaron de gira por el mundo. Finalmente, el mes pasado, abrieron una galería permanente en la parte antigua de Zagreb, capital de Croacia.

El Museo de las Relaciones Rotas contiene no solo los objetos de relaciones fracasadas, sino cosas que quedan atrás cuando alguien se va lejos o pasa a otra etapa de su vida o, inclusive, muere. En su sitio internet, el museo dice ofrecer una terapia alternativa para superar el colapso emocional de una separación a través del acto creativo de la donación.

Cualquiera que sea la motivación para donar estos elementos personales -sea exhibicionismo, alivio, o simple curiosidad- dicen que la gente lo hace como un legado del amor que se tuvo. Muchos objetos vienen acompañados de sus propias historias que les dan mayor relevancia. Algunas tiernas y sentimentales, otras conmovedoras.

Una tarjeta de identidad francesa donada por una persona de Eslovenia lee: "Lo único que quedó de un gran amor fue la ciudadanía".

Una mujer dejó un hacha con la que destrozó en pequeños pedazos los muebles de su novia cuando se separó.

Los cientos de piezas del museo vienen de todas partes del mundo y todas proveen una pequeña ventanilla a un mundo que en otra época fue privado.