Para algunos expertos, el desastre ecológico en EE.UU. dañó profundamente la preciada especie; otros minimizan el efecto

El atún azul es una de las criaturas más majestuosas y codiciadas del mar. Un ejemplar capturado hace unos días en la costa de Japón y destinado a sushi se vendió en Tokio por US$396.000.

Ahora, el pez - también conocido como atún de aleta azul o atún rojo - es objeto de una pugna científica que ilustra lo difícil que es calcular el impacto medioambiental del mayor derrame de petróleo en alta mar en la historia de Estados Unidos.
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El gobierno estadounidense debe decidir si declara al atún azul una especie en peligro de extinción. La aprobación prohibiría su pesca en aguas estadounidenses. Un grupo ecológico realizó la petición el año pasado, alegando que la población de atunes azules - que tradicionalmente se cree sólo desova en el Golfo de México - quedaría "devastada" por el derrame del año pasado tras la explosión de la plataforma de BP PLC.

No obstante, los científicos discrepan sobre el volumen de la población de atún joven, o larvas, afectada por la catástrofe, y no se ponen de acuerdo sobre si el Golfo de México es el único lugar donde desova el atún azul del Atlántico occidental. En resumen, están en desacuerdo sobre casi todos los aspectos del efecto del derrame sobre los peces.

Cientos de expertos estudian el impacto del derrame del Golfo, uno de los ecosistemas marinos más ricos del mundo. Sus conclusiones ayudarán a determinar cuánto dinero - cifra que podría ascender a miles de millones de dólares - deberá pagar BP por daños medioambientales. Sus hallazgos también ayudarán a definir las normativas futuras de industrias vitales para la economía de la región, como la pesca y la exploración de gas y petróleo.

La medición del impacto ecológico de los vertidos de crudo y otros accidentes industriales es notoriamente complicada. Ya han pasado más de dos décadas desde que el buque petrolero Exxon Valdez derramó unos 260.000 barriles de crudo en Alaska, pero los expertos aún no han determinado si el desastre fue responsable de la consiguiente caída en la población local de arenque.

La pesca de atún azul no es una industria importante en EE.UU., principalmente debido a los esfuerzos por proteger a la especie. Se permite su caza limitada en la costa este del país, pero en el Golfo de México está prohibida, principalmente porque es una zona importante de desove del atún. El derrame de crudo no ha afectado por el momento la pesca, que en 2009 aportó US$13,3 millones a los pescadores comerciales del país, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la agencia federal que vela por las condiciones de los océanos y de la atmósfera.

El meollo del asunto radica en determinar si el vertido afectó a una cifra suficiente de atunes azules en edad reproductiva para reducir su población en los próximos años.

El atún azul incuba sus huevos en la zona norte del Golfo entre mayo y junio, es decir, en el área y época del año en que ocurrió el derrame de BP. Con toda probabilidad, los huevos y larvas afectados por el crudo murieron, dicen los científicos.

Pero este dato no incide en un tema de mayor relevancia: cómo afectó a toda la población de atún azul. La respuesta requiere conocer todos los lugares en que la especie desova, dentro y fuera del Golfo.

La opinión comúnmente aceptada es que hay diferentes poblaciones de atún azul del Atlántico. Una, conocida como la variedad occidental, sólo desova en el Golfo de México. Otra, la variedad oriental, desova exclusivamente en el Mediterráneo. De adultas, ambas buscan comida en el Atlántico, donde se captura la mayoría de esta especie. Pero se cree que ambas variedades son genéticamente distintas. Es por esto que se teme que el derrame de BP pueda diezmar al atún azul del Atlántico occidental.

Sin embargo, algunos científicos cuestionan cada vez más esta opinión. Citando varios estudios recientes, NOAA concluye que la mayoría del desove del atún se produjo lejos de la zona del derrame. "Algunos ejemplares probablemente se vieron afectados, pero [el derrame] posiblemente no tuvo un impacto significativo en la población", dijo John Lamkin, científico de NOAA.

Otros expertos citan evidencias de que grandes cantidades de atunes azules podrían desovar fuera del Golfo, por ejemplo en el Caribe, e incluso en las islas Azores.

Aún así, para cualquier atún afectado por el derrame, la catástrofe marina podría causar enormes daños, estiman los científicos.

A pesar de los esfuerzos para regular su pesca, la población de atún azul del Atlántico occidental se precipitó más de 70% entre 1970 y 2009, según la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico.

Muchos organismos reguladores y grupos ecológicos culpan a la sobreexplotación pesquera por el desplome, mientras que al interior de la industria apuntan a varios factores, entre ellos el cambio climático, que en su opinión está llevando al atún azul a aguas aún desconocidas.

Cada parte ha patrocinado estudios científicos para reafirmar sus posiciones. Una de las manzanas de la discordia es si el atún azul del Atlán tico occidental desova más allá del Golfo de México. Si lo hace, bajo las leyes pesqueras de EE.UU. e internacionales, habría menos justificación para declarar la especie en peligro de extinción.

La experta en atún Barbara Block, de la Universidad de Stanford, apoya la idea de que el atún azul sólo desova en el Golfo. Entre sus patrocinadores se encuentran el gobierno estadounidense y grupos medioambientales. Recientemente, Block dijo que existen datos científicos de peso para considerar el atún azul como una especie amenazada. "El Golfo de México tiene una población única de atún azul", indicó Block, incluso si el atún tradicionalmente descrito como parte del Atlántico occidental desova más allá del Golfo.

En mayo, Molly Lutcavage, otra experta de la Universidad de Massachussets, publicó junto a varios colegas un informe que mostraba que algunos atunes azules habían llegado hasta las Azores durante la primavera boreal, época de desove para la especie. Sus estudios, también respaldados por el gobierno, concluyen que hasta una tercera parte de todo el atún azul del Atlántico occidental podría estar desovando fuera del Golfo.

Pero incluso si los científicos concluyen con certeza que el desove se produce fuera del Golfo, esto no resuelve cuán dañino fue el derrame para el atún, con estudios que oscilan entre 20% y 10% de la población de larvas destruida por la catástrofe.