Pues bien, aquí estamos otra vez, a punto de terminar de dar una nueva vuelta más en el carrusel de la historia latinoamericana. Hay que reconocer que fue una aventura interesante: nos alejamos por un tiempo de quienes hacen girar los sucios engranajes de este vetusto y atractivo juego de feria y creímos por un maravilloso momento que nos habíamos bajado finalmente de él... pero los hechos recientes demuestran que no fue así. Montados en caballitos de colores y sirenas sonrientes dimos la vuelta completa y volvimos a donde empezamos.
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© InternetEE.UU. ha logrado posar sus garras otra vez sobre Latinoamérica
No hay caso, mientras sigamos creyendo que los caballitos de plástico son hermosos y briosos corceles salvajes no hay posibilidades de que las naciones latinoamericanas encuentren su camino de libertad e independencia y honren el grandioso destino que quizá alguna vez uno de esos valerosos próceres americanos soñaron.

Después de un final de milenio nefasto para todo el subcontinente, donde las grandes élites económicas y políticas del planeta impusieron sus nefastas fórmulas "salvadoras" que hundieron a los pueblos americanos a lo más profundo de una ciénaga infesta y pútrida, el nuevo milenio nos recibió con los brazos abiertos dispuesto a darnos una nueva oportunidad de romper las cadenas de la esclavitud.

Muchas naciones oyeron este llamado y acudieron. Venezuela con Chávez y la Revolución Bolivariana, Argentina con los Kirchner, Brasil con Lula, Bolivia con Evo, y Ecuador con su tímido intento a partir del mandato de Rafael Correa. También esta nueva corriente se vio tibiamente encarnada por el fugaz paso de José Mujica en Uruguay.

No es mi intención caer en idealizaciones, pero sí creo que sería justo reconocer que este nuevo modo de hacer política pretendió por sobre todas las cosas no ser más la infortunada y desvencijada cenicienta de EE.UU. y sus opulentos y codiciosos socios primer mundistas. No estamos hablando aquí de héroes ni de santos que libraron una cruzada sagrada cuando referimos estos nombres, estamos hablando simplemente de sujetos que de algún modo, cada uno con su estilo, sus virtudes, y sobre todo sus defectos, supieron interpretar mejor las necesidades de sus pueblos y el camino a seguir para sentar las bases que eventualmente algún día permitirían lograr el ansiado sueño de millones de latinoamericanos.

Pero así como podemos suponer que una eventual rehabilitación psicológica y emocional de cenicienta luego de haber sido vilmente maltratada durante años por su madrastra pudiera haber rozado lo imposible, debemos ser francos y darnos cuenta de que la rehabilitación de latinoamérica parece haber fracasado una vez más. Una criatura que ha sido por tanto tiempo vejada y abusada normalmente se encuentra tan agobiada por el miedo y abrumada por el trauma a tal punto que apenas le permite pensar con claridad.

Las naciones sudamericanas, sometidas durante siglos a un maltrato constante están igual de traumatizadas. Bajo el influjo del condicionamiento de años de explotación y abuso, una buena parte del pueblo latinoamericano y de su clase política todavía creen que la salvación vendrá de la mano de sus eternos verdugos. Casi podríamos decir que en nuestro vapuleado subcontinente estamos todavía bajo el efecto de una especie de Síndrome de Estocolmo(1). Sí, así como lo lee, desarrollamos afecto por nuestros abusadores. Como niños víctimas de unos padres abusivos y distantes, estamos tan necesitados de una minúscula muestra de humanidad hacia nosotros que cualquier frase bonita o adulación vacía nos llena de gozo y nos hace particularmente vulnerables y propensos a obedecer órdenes; así somos, tememos enormemente que con nuestro "mal comportamiento" agraviemos a nuestros "benefactores".

Y así es como nos comportamos. Por un tiempo sentimos una fuerza que bulle en nuestro interior, que nos motiva e impulsa hacia la libertad,... pero cuando tenemos finalmente que valernos por nosotros mismos nos atemorizamos. Nuestros fracasos y errores durante el trayecto nos hacen demonizar la fabulosa aventura y desecharla. Los hechos de corrupción del político de turno nos hacen montar en cólera, odiarlos, y perder todo lo bueno (sea mucho o poco) que vivimos durante sus mandatos.

De este modo olvidamos que los ideales y la verdad (afortunadamente) trascienden a cualquier ser humano, y que estos valores puede en ocasiones propagarse a través de los medios más inusitados. Y eso incluye por ejemplo a un funcionario que comete errores; el error de girar la vista a un lado ante algún ilícito, o de permitir que algunos saquen provecho de ciertas situaciones, o incluso de "quedarse con algún vuelto" mal habido. ¡No, no, no! No me mal entienda, no estoy diciendo que esto está bien, ni siquiera que sea tolerable. ¡Claro que como a usted me gustaría que estas personas tuvieran una conducta intachable!... Pero como es todo en esta vida que nos toca compartir, hay que entender que este es un mundo de matices donde lo que abundan son los grises, y donde los blancos y los negros son especies muuuuy raras.

Así que quizá lo más lógico sería que aceptemos el gris más claro que veamos a nuestro alrededor y aceptemos de él lo mejor que pueda ofrecernos. Si su paso por nuestras vidas nos deja las bases para no ser más dependientes y tiende los puentes para vincularnos con socios y amigos que tengan nuestros mismos intereses y nos respeten por lo que somos, bienvenido sea.

Si un funcionario público muestra algo de sensibilidad social y se preocupa por los más postergados, esto sin duda tiene un valor. Si ese mismo funcionario además lleva adelante iniciativas para mejorar la vida de estos marginados, eso vale aún más. Y si este funcionario resulta que luego aparece involucrado en algún hecho de corrupción, pues bien, usted y yo estaremos de acuerdo en que eso no es bueno. ¡Pero por dios, no desechemos lo mucho o poco que pueda habernos dejado, no descartemos las lecciones aprendidas sobre cómo ser más justos y nivelar las nefastas asimetrías de nuestra sociedad! Quizá este funcionario encarnó los ideales correctos pero en algún punto erró el camino o tomó decisiones equivocadas.

No hay (o verdaderamente son muy escasos) en nuestro mundo los prístinos "blancos". Y esta inesquivable verdad se hace patente cuando nos autoobservamos, con nuestras luces y sombras, con nuestros ángeles y demonios internos. Seamos honestos con nosotros mismos, todos llevamos cargada la mochila de la vida con todo tipo de "errores". Algunos más graves y otros más frívolos, pero nadie está libre de transitar la experiencia humana sin cometer errores y hacer daño a otros seres humanos.

Así que no pierda esta realidad de vista, si estamos atentos veremos que lo trascendente, lo puro, lo ideales más maravillosos y universales, se filtran hacia nuestro mundo tangible por los caminos más sorprendente; algunas veces vendrán a nosotros "montados" sobre un fabuloso corcel blanco, pero la mayoría de las veces lo harán montados sobre un asno, un cerdo, o incluso un lobo. Debemos entender que el mensajero no es el mensaje.

Los últimos mandatarios de los países mencionados arriba han traído consigo algunos de estos ideales trascendentes. ¿Supieron honrarlos como era debido?... Bueno, eso es materia de discusión, pero no parece lo esencial en este caso. Lo importante es que se constituyeron en mensajeros, y nosotros éramos los destinatarios de ese mensaje. ¿Y cuál era este mensaje?... "Ustedes pueden ser libres pero deberán ganárselo. Primero deben aprender a distinguir a sus amigos de sus enemigos...".

Estamos en el final de una época particularmente pródiga en "mensajes". Mucho nos ha hablado ese misterioso reino trascendente durante estos últimos 15 años. Ahora parece que a los mensajeros les ha tocado el turno de responder por sus errores, ya sea que éstos sean reales o inventos pergeñados en las macabras mentes de nuestros eternos opresores que se oponen sistemáticamente a que recibamos el mensaje.

Ahora ya muerto Hugo Chávez a Maduro le toca enfrentar a un pueblo cada vez más indignado que se niega a seguir tolerando los bellos discursos sin el respaldo de los hechos. ¿Fue Venezuela víctima de los ataques del "Imperio"? Sin duda. ¿Es ésta la única explicación de la inevitable caída de la Revolución Bolivariana? No lo creo...

En Argentina el enojo de un pueblo harto de la corrupción política y sobreexcitado por unos medios masivos claramente parciales e intencionados, eligieron el camino del "cambio". Lamentablemente este esperado "cambio" se ha manifestado despertando los peores miedos y recuerdos de los argentinos. La pobreza ha crecido 1.4 millones de personas en apenas 3 meses, los aumentos de los servicios básicos harán en el corto plazo que muchos argentinos no puedan tener satisfechas sus necesidades mínimas para tener una vida digna, cientos de miles de padres de familias despedidos de sus trabajos por los famosos ajustes del Estado, más deuda externa y más asimetría consecuencia de las políticas instauradas para favorecer a un puñado de acaudalados mientras despojan al pueblo de lo poco que tienen... Tristemente los argentinos, cegados por el enojo, parecen haber decidido desechar el trigo junto con la paja; han arrojado a la basura los logros del cuestionado gobierno anterior para abrazar de nuevo a sus verdugos... tal como se dijo antes... un Síndrome de Estocolmo masivo.

Dilma en Brasil está al borde del knockout. Una comisión especial de diputados ha dado la luz verde al impeachment contra la presidenta. Éste parece el fin de un plan de desestabilización destinado a provocar caos en la economía más importante de toda Latinoamérica. Cae Brasil y caen en dominó todos los demás "disidentes" del Imperio... Ya sé lo que está pensando "¿Y el escándalo de corrupción de Petrobras? ¿Y la acusación de manipulación de las cuentas públicas durante su primer mandato? ¿Acaso no es eso real?". Seguramente hay elementos que lo son, pero no parece haber nada que vincule a la presidenta directamente con los casos de corrupción. Y no debemos ser tan ingenuos y desmemoriados, lo que está ocurriendo en Brasil ocurrió casi calcado hace 4 años en Paraguay: un presidente que es acusado rápidamente por hechos que de modos muy cuestionables los tocan, un juicio político express que los destituye, su vicepresidente, quien por cierto parecía estar preparado de antemano para la transición asume el poder, para luego entregarlo sumisamente otra vez a los testaferros de los amos de Occidente.

¿No me cree? Revise la siguiente noticia del 2012 y luego vea lo que acaba de hacer el vicepresidente de Brasil:
En Bolivia, Evo sufrió una derrota tras una campaña evidentemente orquestada por los movimientos opositores serviles a EE.UU. sacando unos supuestos "trapitos sucios" del mandatario. Aunque parece ser que finalmente no eran cierto asusta ver lo rápido que el pueblo boliviano olvidó las conquistas logradas por su líder y parece haber decidido volver a los brazos estranguladores de "papá Yanqui".

Procesos similares están en marcha en otras naciones con algunos matices diferentes pero en esencia muy parecidos. Todos tienen como misión acallar a los "mensajeros" para obstaculizar la entrega del mensaje. Una vez que se corte la comunicación, el Imperio sabe que viene una época de bonanza (claramente para ellos) en donde el pueblo enojado y por enésima vez esperando a que alguien más lo salve, abrazará con fervor y esperanza a quien una vez más lo dejará en la ruina y la miseria.

Referencias:
(1) El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha secuestrado.