La palabra proactividad significa que somos responsables de nuestras propias vidas. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. En la palabra "responsabilidad", se encuentran las palabras «responder» y «habilidad»: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad. La persona proactiva toma la iniciativa y está alerta para influir en las soluciones.

proactividad
El libro profundiza en los siguientes aspectos relacionados con ser proactivo:

Principios de la visión personal

Mientras lee el libro de los "7 hábitos de la gente altamente efectiva", trate de hacer "autoconciencia", que es pensar en sus propios procesos de pensamiento distanciándose y examiando el modo en que se ve a sí mismo/a, haga este ejercicio:
  • Trate mirarse a sí mismo casi como si fuera otra persona.
  • Piense en el estado de ánimo en el que se encuentra.
  • ¿Cómo describiría su presente estado mental?
Piense ahora durante un minuto sobre cómo está trabajando su mente. ¿Es rápida y despierta? ¿Se siente dividido entre practicar este ejercicio mental y conjeturar lo que se pretende con él?

Gracias a la autoconciencia podemos ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para la efectividad. Afecta no sólo a nuestras actitudes y conductas, sino también al modo en que vemos a las otras personas. Se convierte en nuestro mapa de la naturaleza básica de la humanidad.

El espejo social

Si la única visión que tenemos de nosotros mismos proviene del espejo social de las opiniones, percepciones y paradigmas de las personas que nos rodean, la concepción que tengamos de nosotros será por ejemplo como la imagen reflejada en los espejos deformantes. Veamos algunos ejemplos:
"Siempre te retrasas."
" ¿Por qué no puedes mantener las cosas en orden?"
"¡Tienes que ser un artista!"
"¡Comes como un cerdo!"
"¡Me parece increíble que hayas ganado!"
"Esto es tan simple... ¿Por qué no lo comprendes?"
Estas imágenes carecen de proporción. A menudo son más proyecciones que reflejos: proyectan las preocupaciones y las debilidades de carácter de las personas en las que se originan, y no nos proporcionan un reflejo correcto de lo que somos.

Hay en realidad tres mapas sociales, tres teorías deterministas ampliamente aceptadas, que independientemente o en combinación, pretenden explicar la naturaleza del hombre. El determinismo genético, el determinismo psíquico y el determinismo ambiental. Todos estos mapas se basan en la teoría de estímulo/respuesta que solemos asociar con los experimentos de Pavlov. La idea básica es que estamos condicionados para responder de un modo particular a un estímulo concreto.

Entre estímulo y respuesta. Modelo Reactivo
Frankl era un determinista, piensa que lo que nos sucede de niños da forma a nuestro carácter y personalidad, y gobierna básicamente la totalidad de nuestra vida. Frankl era también psiquiatra y judío. Estuvo encerrado en campos de concentración de la Alemania nazi, donde experimentó cosas tan repugnantes para nuestro sentido de la decencia que incluso repetirlas aquí nos provoca zozobra.
Un día, desnudo y solo en una pequeña habitación, empezó a tomar conciencia de lo que denominó «la libertad última». En su interior él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que le sucedía, o los estímulos y su respuesta, estaba su libertad o su poder para cambiar esa respuesta. En medio de sus experiencias, Frankl se proyectaba hacia contextos distintos; por ejemplo, se imaginaba dando conferencias ante sus alumnos después de haber sido liberado del campo de concentración. En el aula se describiría a sí mismo y expondría como lección lo que había aprendido durante la tortura.

En las más degradantes circunstancias imaginables, Frankl usó el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir un principio fundamental de la naturaleza del hombre: entre el estímulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad interior de elegir. Si vivimos como animales, sobre la base de nuestros instintos, condicionamientos y condiciones, siguiendo los dictados de nuestra memoria colectiva, también nosotros seremos limitados.

La "proactividad" definida: El primero y fundamental de los 7 hábitos

Al describir los principios básicos de la naturaleza del hombre, Frankl trazó un mapa preciso de sí mismo, a partir del cual empezó a desarrollar el primero y fundamental hábito de las personas que, en cualquier medio, son altamente efectivas: el hábito de la proactividad.

La palabra proactividad significa que, somos responsables de nuestras propias vidas. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Examinemos la palabra «responsabilidad», en la cual encontramos alusiones a las palabras «responder» y «habilidad»: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad.

Dado que por naturaleza somos proactivos, si nuestras vidas están en función del condicionamiento y las condiciones, ello se debe a que, por decisión consciente o por omisión, elegimos otorgar a esas cosas el poder de controlarnos.

Tomar la iniciativa

Nuestra naturaleza básica consiste en actuar, no en que se actúe sobre nosotros. Tomar la iniciativa significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Muchas personas esperan que suceda algo o que alguien se haga cargo de ellas. Las personas que llegan a ocupar los buenos puestos son las proactivas, aquellas toman la iniciativa de hacer siempre lo que resulte necesario.

Desde luego, debe tenerse en cuenta el nivel de madurez del individuo. No podemos esperar una gran cooperación creativa de quienes se hallan en una profunda dependencia emocional.

Actúe o deje que los demás actúen por usted. Estar alerta.

Hace falta iniciativa para desarrollar los siete hábitos. Al estudiar los otros seis hábitos, el lector verá que cada uno de ellos depende de la iniciativa. Si espera que los demás actúen sobre usted, actuarán sobre usted. Y las consecuencias en cuanto al desarrollo y las oportunidades que tenga dependen de que se siga una u otra ruta, ruta que usted no marca.

Las organizaciones de todo tipo (incluso las familias) pueden ser proactivos. Pueden combinar la creatividad y los recursos de los individuos proactivos para crear una cultura proactiva dentro de la organización. La organización no tiene por qué estar a merced del ambiente; puede tomar la iniciativa para llevar a la práctica los valores compartidos, y alcanzar los propósitos compartidos de todos los individuos implicados.

Escuchando nuestro lenguaje. Así es tu lenguaje, así es tu actitud.

Dado que nuestras actitudes y conductas fluyen de nuestros paradigmas, si las examinamos utilizando la autoconciencia, a menudo descubrimos en ellas la naturaleza de nuestros mapas interiores. Nuestro lenguaje, por ejemplo, es un indicador muy fiel del grado en que nos vemos como personas proactivas. Las personas reactivas utilizan un lenguaje que las absuelve de responsabilidad.

El problema del lenguaje reactivo es que la gente se siente cada vez más impotente y privada de su autocontrol, alejada de su vida y de su destino. Culpa a fuerzas externas, a otras personas, a las circunstancias, incluso a los astros, de su propia situación.

Si nuestros sentimientos controlan nuestras acciones, ello se debe a que hemos renunciado a nuestra responsabilidad y que permitimos que los sentimientos nos gobiernen.

Las personas proactivas subordinan los sentimientos a los valores. El amor, el sentimiento, puede recuperarse.

Círculo de preocupación y círculo de influencia

Para tomar más conciencia de nuestro propio grado de proactividad debemos examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Cada persona tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, los hijos, los problemas del trabajo, la deuda pública, etc... Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional, creando un «círculo de preocupación».

Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia, mientras que las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación.

Al trabajar sobre nosotros mismos en lugar de preocuparnos por las condiciones, podemos influir en las condiciones.

Control directo, indirecto e inexistente

Los problemas a los que nos enfrentamos caen en una de tres áreas que se indican a continuación, es el enfoque proactivo el primer paso hacia la solución de los tres tipos de problemas siempre dentro de un círculo de influencia presente:
  • Área de control directo, que involucra nuestra propia conducta.
  • Área de control indirecto, que involucra la conducta de otras personas.
  • Área de inexistencia de control, con problemas sobre los cuales no podemos hacer nada.
Sea que el problema que nos afecta implique control directo, indirecto o inexistente, está en nuestras manos dar el primer paso hacia la solución.

Ampliando el círculo de influencia

Cuando comprendemos que al elegir nuestra respuesta a las circunstancias influimos poderosamente en nuestras circunstancias, cambiamos la naturaleza de los resultados.

Está en la naturaleza de las personas reactivas el quitarse toda responsabilidad. Es mucho más seguro decir "No soy responsable", porque si digo "Soy responsable", corro el riesgo de tener que decir "Soy irresponsable". La diferencia reside en la respuesta que eliges, en el hecho de concentrarse en el círculo de influencia.

Algunas personas creen que «proactivo» significa arrogante, agresivo o insensible; no se trata de eso en absoluto. Las personas proactivas no son arrogantes. Son listas, se mueven por valores, interpretan la realidad y saben lo que se necesita. Pensemos en Gandhi. Mientras que sus acusadores estaban en las cámaras legislativas criticándolo porque no se unía a su círculo de retórica condenatoria del imperio británico por el sometimiento del pueblo indio, Gandhi expandía su círculo de influencia entre los campesinos, silenciosa, lenta e imperceptiblemente. Una ola de apoyo, confianza y fe le seguía en los campos. Aunque no tenía ningún cargo ni posición política, por medio del ayuno y la persuasión moral finalmente puso a Inglaterra de rodillas, quebrando la dominación política impuesta a trescientos millones de personas con el poder de su círculo de influencia enormemente ampliado.

Los "tener" y los "ser"

Un modo de determinar cuál es nuestro círculo de preocupación consiste en distinguir los "tener" y los "ser".

El círculo de preocupación (-) está lleno de "tener" donde el foco está puesto afuera, el problema no está en nosotros. Este pensamiento es el problema ya que otorgamos el poder de controlarnos a lo que está ahí afuera.

El círculo de influencia (+) está lleno de "ser" donde el foco están en el carácter de la persona, donde el poder de cambio está dentro y depende de uno mismo.

Esta idea constituye para muchas personas un cambio dramático de paradigma. Es mucho más fácil culpar a los otros antes de reconocer nuestra propia situación de estancamiento. Pero somos responsables y tenemos la habilidad para responder, de controlar nuestras vidas y de influir poderosamente en nuestras circunstancias trabajando sobre el ser, sobre lo que somos.

La otra punta del palo

Antes de cambiar totalmente el rumbo de nuestra vida, llevándolo al círculo de influencia, tenemos que considerar dos cosas de nuestro círculo de preocupación que merecen una consideración más profunda a las consecuencias de nuestras acciones. Aunque somos libres para elegir nuestras acciones, no lo somos para elegir las consecuencias de esas acciones.

Somos libres para elegir nuestra respuesta en cualquier situación, pero al elegir también optamos por la consecuencia correspondiente.
"Cuando uno recoge una punta del palo, también recoge la otra."
Los errores, son la otra consideración a tener en cuenta. El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo instantáneamente, corregirlo y aprender de él. Esto literalmente convierte el fracaso en éxito. Nuestra respuesta a cualquier error afecta a la calidad del momento siguiente.

Comprometerse y mantener los compromisos

Los compromisos con nosotros mismos y con los demás y la integridad con que los mantenemos son la esencia de nuestra proactividad. Al hacer promesas, establecer metas y serles fieles; adquirimos la fuerza de carácter, el ser, que hace posible todas las otras cosas positivas de nuestras vidas.