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Tras dos años de descenso, la tuberculosis ha repuntado en Cataluña, y especialmente en Barcelona debido, entre otros factores, a la crisis. El Departamento de Salud estima un aumento de los casos en Cataluña de alrededor del 2% en 2010 (no hay todavía datos definitivos). El repunte fue destacado en Barcelona, con un aumento del 9,6% de casos, según las cifras de la Agencia de Salud Pública de la ciudad. De acuerdo con la doctora Neus Altet, de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, "el estrés, la mala alimentación y la falta de higiene o de vivienda" son factores de riesgo muy ligados a la crisis que "incrementan la posibilidad de caer enfermo".

El bacilo puede permanecer latente hasta que una bajada de las defensas le permite despertarse y atacar y se desarrolla la tuberculosis", explica la doctora Altet. Forma parte de la Unidad de Prevención y Control de la Tuberculosis en el CAP Drassanes, donde se atendieron el año pasado 126 casos de esta enfermedad, uno cada tres días, casi el doble que en 2009.

"Hay un repunte tras dos años de descenso que puede deberse a varias razones que hay que analizar, entre ellas la crisis", apunta Joan Caylà, responsable del Servicio de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Caylà destaca que Barcelona sigue registrando incidencias de tuberculosis muy alejadas de las que se dan en ciudades europeas como Londres, con casi el doble de incidencia que la capital catalana, y lo atribuye al programa de control y vigilancia de la enfermedad que se implantó hace 25 años.

Miedo al rechazo

La estigmatización social de la enfermedad dificulta en ocasiones el control del contagio. De acuerdo con Altet, "algunos pacientes temen perder su trabajo si se comunica que tienen tuberculosis", pero es necesario hacer la prueba de la tuberculina a cuantas personas sea posible en el entorno del enfermo, ya que el riesgo de contagio es muy elevado.

Los inmigrantes, que representaron el 54% de los casos de tuberculosis que se dieron en Barcelona en 2010, tienen un riesgo mayor de manifestar la enfermedad, en especial aquellos que provienen de algunos países en desarrollo que cuentan, según Caylà, con "programas de control limitados". Los mayores índices de pobreza entre inmigrantes, además, aumentan el riesgo. "Pagaremos cara esta crisis. Y en muchos sentidos", sentencia Altet.