hysteria
Continuación de la Parte 1: La 'cuarta vuelta' y Steven Bannon (parte 1): el por qué de su equivocación, aunque tenga la razón

No estaba familiarizado con la "Cuarta Vuelta" antes de la histeria de los medios sobre Bannon, pero la idea no me pareció tan fuera de lugar cuando leí sobre ella. Creo que en realidad es muy útil. Y tampoco es realmente nueva. Howe y Strauss parecen haber construido y refinado la teoría en base a las ideas existentes de los ciclos históricos, atándolos al ciclo de vida biológico y llenando muchos de los detalles. Por ejemplo, Howe menciona la idea de Toynbee de un "gran ciclo de guerra."
Y esta es la vieja lección de Arnold Toynbee, de lo que él llama el gran ciclo de guerra que surge cada 80 años aproximadamente: es cuando la generación que no recuerda la última gran catástrofe finalmente se convierte en los líderes principales.
Otra fuente es el sociólogo ruso, Pitrim Sorokin. No estoy seguro si Howe y Strauss estaban familiarizados con el trabajo de Sorokin, pero en estas publicaciones (aquí, aquí y aquí) sugieren que su teoría al menos "parece ser una innovación decente del trabajo de Sorokin". Sorokin también identificó un ciclo de 80 a 100 años que alterna entre la mentalidad espiritual y materialista, y corresponde aproximadamente con las vueltas de despertar y las crisis. Para Howe y Strauss, la segunda y cuarta vuelta —el despertar espiritual y la crisis secular— forman los momentos clave en el ciclo más amplio de tendencias culturales.

Sin embargo, hay otra fuente que creo que redondea aún más la teoría generacional y proporciona la perspectiva que necesitamos para evitar que la actual crisis progrese a un reino de terror. Los lectores familiarizados con la Ponerología Política de Lobaczewski (que cita el trabajo de Sorokin como fuente) saben que uno de los puntos principales del libro es que algunos psicópatas luchan por el poder político y crean pesadillas sociales una vez que lo alcanzan. Pero es igualmente importante su enfoque en los ciclos históricos que hacen que eso sea posible. Los dos están íntimamente ligados.

En Ponerología Política (NdE:PP, a partir de ahora) Lobaczewski describe este ciclo en términos de "buenos tiempos" y "malos tiempos." Los malos tiempos contienen dentro de ellos las semillas de los buenos tiempos, porque proporcionan las lecciones difíciles que obligan a la gente a descubrir nuevamente lo que realmente importa; y esto provoca un despertar espiritual que ayuda a que la sociedad se reconstruya. Pero los buenos tiempos también contienen la semilla de los malos tiempos, porque tienden a llevar al hedonismo, la complacencia y el estancamiento, donde las lecciones pasadas son olvidadas y anuladas como una pérdida de tiempo. Pero la búsqueda hedonista de la felicidad sólo conduce a la miseria, porque carece de significado o sentido de propósito. Y al ignorar las lecciones aprendidas en el pasado, las sociedades se abren a la misma "infección". Pierden su "inmunidad". Sus defensas se debilitan y se vuelve inevitable que haya otra crisis.

Ya vemos aspectos del "alto" (buenos tiempos) de Howe y Strauss, también su "despertar" (redescubrimiento de valores perdidos) y "desenredar" (estancamiento y hedonismo), que conducen a la "crisis" (malos tiempos).

Lobaczewski admitió que las dos fases clave de "peligro" fueron bastante reconocidas por los historiadores. La primera es una crisis espiritual donde los valores morales, religiosos e intelectuales se atrofian y dejan de nutrir una sociedad. Si no se toman las medidas correctas, esto conduce a una crisis secular: el colapso económico, la revolución, la guerra, la caída de los imperios. Eso es algo estándar en la historia, pero lo que no se entiende muy bien son las dinámicas específicas que rigen por qué y cómo esto sucede —y por lo tanto dan una pista sobre cómo prevenir que suceda lo peor. Si nos basáramos solamente en la teoría de Howe & Strauss, estaríamos en el mismo barco que cualquier otra generación, aunque con la ventaja de saber que estamos navegando una crisis. Por suerte, tenemos a PP para ayudarnos.

El hecho de ser un psicólogo que vivió en la Polonia comunista y estudió el sistema soviético —arriesgando su vida en el proceso— le dio a Lobaczewski una perspectiva única, algo que probablemente podría beneficiar a la gente como Bannon. Él se centra detalladamente en dos "estados patológicos" de las sociedades. Piense en ellos como enfermedades mentales que afectan a toda una sociedad y que tienen causas, etapas, síntomas y tratamientos específicos. Estas dos enfermedades sociales también actúan como etapas distintas dentro de un "proceso de enfermedad macrosocial" mayor:
Su esencia y sus contenidos parecen lo suficientemente diferentes, pero pueden operar en secuencia de manera tal que el primero abra paso al segundo. (La Ponerolgía Política, página 187)
Quiero enfocarme en el primero: un estado de histeria societal intenso y penetrante, que puede abrir la puerta a la pesadilla del segundo estado patológico, la "patocracia."

Lobaczewski encaja estas condiciones sociales patológicas en lo que él llama un "ciclo histeroide", pero me referiré al mismo como el ciclo de la histeria. Es una información importante, así que voy a resumir sus ideas aquí y relacionarlas con el trabajo de Howe y Strauss sobre la cuarta vuelta. (Para los lectores que poseen el libro La Ponerología Política, la mayor parte de esta información está en el Capítulo 2).

El ciclo de la histeria

Lobaczewski dice que el ciclo de la histeria no se repite "cada dos siglos". El nivel de histeria social alcanza su apogeo alrededor de una generación antes de una crisis, es decir, durante un desenlace. Si llega a su punto máximo, puede conducir a un reino de terror, como ha ocurrido con tanta frecuencia en el pasado. Si Lobaczewski tiene razón sobre la duración del ciclo, eso sugiere un ciclo más largo —cerca de dos de los ciclos de Howe y Strauss (es decir, de 150 a 180 años). Los aficionados a la Guerra Civil [NdE: la de Estados Unidos] podrían dar una idea de esto, dado que la Guerra Civil ocurrió hace poco más de 150 años. O tal vez Howe y Strauss tienen razón al limitar el ciclo a 80 años y las condiciones que hacen que un ciclo sea peor que otro son secundarias y no se repiten como un reloj. No lo sé.

Tan malos como pueden ser los tiempos malos, ellos dan propósito: para el progreso y el redescubrimiento de valores perdidos. Un encuentro cercano con el mal nos obliga a reunir la fuerza física y mental para luchar no sólo por nuestras vidas, sino también por nuestra cordura. A pesar de que nuestra primera respuesta suele recurrir a la violencia y al poder militar (revolución, contrarrevolución, guerra civil), esa exaltación se queda al borde del camino con el tiempo y la experiencia. En el caldero del sufrimiento y el caos, las emociones frívolas eventualmente dan paso a la reflexión sobria, y nos vemos obligados a recuperar los poderes perdidos de pensamiento y discernimiento. Finalmente, la sociedad recupera una cosmovisión más sana: el conocimiento de uno mismo y de los demás, las viejas virtudes y valores, la comprensión del significado de la historia. Todo lo cual eventualmente nos da el poder para realmente conquistar el mal creando un nuevo orden a partir del caos.

Pero este conocimiento se desvanece lentamente. Los que más se benefician después de la crisis en términos de posición y riqueza dan nacimiento a niños que no han conocido las dificultades reales. Estos niños aprenden a reprimir verdades incómodas que les obligarían a admitir que se benefician de la injusticia (por ejemplo, la esclavitud, la explotación de los trabajadores, las prácticas empresariales corruptas, el imperialismo, etc). Esta forma de negación sólo empeora con cada nueva generación. En otras palabras, el establishment de la élite privilegiada pierde gradualmente el contacto con la realidad, haciéndose más egoísta y autoproclamada con el tiempo.

Este tipo de vida cómoda —ciega al punto débil negativo— da lugar a niveles crecientes de egoísmo e histeria, que finalmente alcanzan un punto crítico. Si este punto crítico no puede ser superado, el resultado casi siempre es una tragedia sangrienta en la próxima generación. En otras palabras, si la enfermedad no se trata en su infancia, la crisis es probablemente inevitable. La gravedad depende de hasta qué punto una sociedad se ha denigrado moralmente y psicológicamente. Algunas sociedades sobreviven relativamente intactas, algunas están ligadas al destino de otras naciones; pero los imperios pueden colapsar y de hecho lo hacen. Todo esto sucede mediante una crisis de histeria.

Así que vamos a echar un vistazo a algunos de los "síntomas" de esta enfermedad social, los cuales aparecen después de un par de generaciones de vivir la buena vida. Lobaczewski da algunos ejemplos específicos de cómo se manifiesta la histeria. La gente tiende a ser demasiado emocional, hipersensible e hiperirritable, propensa a ofenderse con lo más mínimo, e injustificadamente desconfiada de los demás. En Europa Oriental, algunos de la generación más vieja supusieron que cualquier cosa que alguien les dijera en una conversación casual era mentira. Tener una conversación con persona así no es fácil. Constantemente están viendo algo que no está allí: que usted les está mintiendo. Y nada de lo que pueda decir o hacer les convencerá de lo contrario. En otras palabras, básicamente están alucinando.

Cognitivamente, el pensamiento crítico se hunde, la gente pierde su capacidad de razonar y la disonancia cognitiva alcanza niveles pandémicos porque la gente llega a creer muchas cosas que simplemente no son ciertas. Cuando alucinamos de manera consistente una realidad alternativa que no está realmente ahí, naturalmente esa realidad alterna tiene que enfrentarse a hechos reales. Pero esos hechos no pueden ser aceptados como verdad, de lo contrario significaría que uno está equivocado y que no es tan inteligente como cree que es. Resultado: disonancia cognitiva. Y cuando este tipo de pseudo pensamiento basado en "hechos alternativos" se convierte en algo habitual, la gente suele dejar de comprender. Lobaczewski lo llama "evitación crónica del quid de la cuestión" - simplemente no pueden ver lo que es realmente importante o significativo. (Voy a tratar ésto con más detalle en la Parte 3).

Este vídeo retrata algo de lo que expliqué anteriormente. También es gracioso.


Estas son malas noticias. Cuando ignoramos la realidad, o sustituimos hechos con alternativas más cómodas, significa que no podemos llegar a corregir conclusiones o tomar decisiones efectivas. Y como dijo el Dr. Jordan B. Peterson en una de sus charlas: "Cada vez que te dices una mentira y cada vez que actúas con falsedad, distorsionas la integridad prístina de tu sistema nervioso; y los informes que éste te dará sobre la naturaleza del mundo será distorsionada". Y eso inevitablemente conduce a malos resultados.

Cuando estos errores emocionales y cognitivos corren desenfrenados, conducen a una vida dominada por lo que Lobaczewski llama los "tres egos":
  • Egoísmo: interés propio y personal por encima de todo lo demás en los niveles personal y nacional
  • Egotismo: importancia personal, arrogancia, jactancia a nivel personal y nacional
  • Egocentrismo: enfoque personal, pensar sólo en uno mismo sin tener en cuenta los sentimientos, los intereses y el bienestar de los demás, a nivel personal y nacional
Eso es lo que sucede cuando uno alucina con un mundo en el que es el mejor y más importante, e ignora o reinterpreta cualquier evidencia en sentido contrario. A nivel de la administración gubernamental, conduce a una política nacional y extranjera autodestructiva e incluso desastrosa.

Por lo tanto, debido a todo lo anterior (la histeria emocional, la disonancia cognitiva, los tres egos), las personas y las naciones dejan de ver la importancia de involucrarse en la introspección y la autocrítica y reconocer sus propias faltas. Pierden interés en adquirir conocimiento de la vida y de los demás. No están interesados en comprender o reconocer el sufrimiento de los demás, aquí o en el extranjero. Cuando las comodidades y un nivel de vida relativamente decente o excepcional están fácilmente disponibles, simplemente no vale la pena el esfuerzo de responder preguntas difíciles y reconocer las duras realidades. ¿Cuál es el punto cuando uno tiene todo lo que quiere o necesita? "¿Qué obtengo yo?"

Las responsabilidades públicas, sociales y morales ocupan un segundo plano. La gente se vuelve auto indulgente, impulsada por la búsqueda del placer, y obsesionada con cosas triviales. Nuestras conexiones sociales con los demás se debilitan cada vez más. No pensamos seriamente en el futuro, en cómo prepararnos para ello y qué hacer para asegurarnos de tener un futuro. Constantemente perdemos el conocimiento básico de cómo funciona nuestra propia mente y cómo interactuar con los demás de una manera saludable. En pocas palabras, perdemos nuestra comprensión de esas cosas que justamente son necesarias para una preservación pacífica de la ley y el orden; y para el progreso social. Y sin esta comprensión, no podemos educar y no educamos adecuadamente a la próxima generación con el conocimiento que necesitan para lidiar con el mundo de manera exitosa. Y esto sólo los prepara para el fracaso.

La verdad se convierte en un concepto incómodo en tiempos así: los que dicen la verdad y los denunciantes no son bien tratados, las mentiras se convierten en la moneda común. Las personas en altas posiciones sociales desprecian a sus inferiores, mientras que entre los "inferiores" crece el resentimiento hacia aquellos en la parte superior. Las universidades, la política y los negocios forman un frente unido de amateurs sin talento e incompetentes. Esto conduce a una parálisis del liderazgo. Los problemas simples, que deberían tener soluciones relativamente sencillas y de sentido común, se vuelven abrumadores. No se puede poner peor, ¿verdad? Incorrecto. Las cosas pueden empeorar mucho.

En resumen, cuando la histeria alcanza su apogeo, la gente es gobernada de manera abrumadora por procesos emocionales y cognitivos automáticos e inconscientes. Los lectores deberían revisar el libro Pensar rápido, pensar despacio de Daniel Kahneman y el libro de Timothy Wilson, Extraños para nosotros mismos, porque hablan de estos procesos específicos. Y un poco de autoconocimiento ayuda mucho. La alternativa no es bonita:
Aquellos que intentan preservar el sentido común y un razonamiento adecuado terminan siendo una minoría, y sienten injusticia al ver que la presión que se ejerce sobre ellos desde todas partes viola su derecho humano a mantener su propia higiene psicológica. Esa es una señal de que se aproximan épocas de infelicidad. (La Ponerología Política, página 166)
Así que la pregunta es la siguiente: ¿Están los Estados Unidos (y el resto del mundo) en tiempos infelices?

En la Parte 3, echaré un vistazo al estado histérico de la sociedad estadounidense, las implicaciones de esto y lo que puede salir mal.