¿Has escuchado hablar de la tolerancia a la frustración? Seguro que recuerdas aquel día que no pudiste irte de concierto con tus amigos porque a los pocos días tenías un examen; o aquella temporada que te pusiste a dieta para mejorar los objetivos de tu entrenamiento y debiste privarte de ese postre que tanto te gusta; o tal vez aquella noche que no pudiste salir de marcha porque a la mañana siguiente tenías una entrevista de trabajo muy importante.

frustración
El que más o el que menos, todos hemos vivido alguna situación semejante a estas. La vida muchas veces nos presenta encrucijadas que ponen a prueba nuestra capacidad de decisión. A un lado tenemos algo que nos apetece muchísimo y de lo que nos gustaría disfrutar; en el otro tenemos una imperiosa necesidad de llevar a cabo una tarea que no deberíamos eludir por cualquier motivo.

La baja tolerancia a la frustración es un concepto definido por el psicoterapeuta cognitivo estadounidense Albert Ellis, y se da en aquellas personas que tienen tendencia a desarrollar conductas basadas en el hedonismo a corto plazo y que pueden resultar autodestructivas. Estos sujetos tienden a buscar el placer o la evitación del dolor en el instante más inmediato, a costa de poder padecer situaciones de gravedad mucho mayor en el futuro.

En muchas ocasiones el origen de una baja tolerancia a la frustración puede situarse en la infancia, debido al mal manejo de los padres al brindar al niño todo cuanto solicita, sin requerir esfuerzo alguno por su parte. Estos niños pueden llegar a creerse merecedores de todo lo que desean con sólo pedirlo, lo cual puede desembocar en futuros individuos que no sabrán estructurar sus tiempos y horarios para alcanzar objetivos a largo plazo con eficacia.


Comentario: Esto se relaciona con lo que Simon Sinek nos comenta acera de los "millennials:" Los 'Millennials': una generación con baja autoestima y estrés según Simon Sinek (video)


Al crecer con la creencia de que la vida debe ser fácil y placentera, acaban por abandonar sus proyectos personales, o ciertas situaciones, ya que no saben cómo conducirse sin angustiarse. Suelen interpretar la realidad de forma disfuncional, adoptando conductas infantiles. Creen que tienen que obtener todo lo que quieren y para ello exigen, ordenan e insisten para que se satisfagan sus deseos a toda costa. Se reafirman en la idea de que es necesario que la vida sea siempre fácil y cómoda. Cualquier dificultad, demora, fracaso o contratiempo les resulta demasiado horrible para soportarlo y confunden con facilidad sus deseos con sus necesidades.

En general, los niños con poca tolerancia a la frustración tienen las siguientes características:
  • Se creen poseedores de toda la atención y los derechos.
  • Tienen dificultad para controlar sus emociones.
  • Se consideran exentos de obligaciones y responsabilidades.
  • Mayor impulsividad.
  • Búsqueda constante de la satisfacción inmediata.
  • Son exigentes y de llanto fácil.
  • Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
  • Manifiestan una tendencia a pensar en términos absolutos.
  • Mayor facilidad para desarrollar cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos o adversidades.
¿Cómo podemos evitar caer en el error de educar a un niño de forma que acabe desarrollando una baja tolerancia a la frustración? Es fácil cometer el fallo de querer satisfacer a los niños en exceso y pensar que no pueden hacer prácticamente nada por ellos mismo. No obstante es necesario tener en cuenta una serie de pautas con el fin de evitar que en el futuro se conviertan en adultos que ansíen soluciones rápidas y con el mínimo esfuerzo posible. A continuación nombraremos unas cuantas:
  • Marcarle objetivos que pueda lograr por sí mismo.
  • Ofrecerle ayuda cuando sea únicamente necesario.
  • Descomponer las tareas en partes más sencillas y de fácil ejecución.
  • Reconocerle sus avances y animarle a continuar (podría utilizarse una tabla semanal de registros).
  • Mostrarle todas las alternativas con las que se puede afrontar un mismo problema.
  • No ceder ante sus exigencias o rabietas para que compruebe que estas conductas no le aportarán resultado.
  • Enseñarle a realizar una tarea pero deshacerla de nuevo para que sea él quien la lleve a cabo.
Por desgracia son muchas las personas adultas que acaban por desarrollar una baja tolerancia a la frustración en la madurez. Es posible que sea tu caso y que estés pensando que ya no hay vuelta atrás, ya que no puedes volver a la infancia. Si es así, debes saber que aún estás a tiempo de mejorar muchas de tus conductas, aunque siento decirte que no podemos ofrecerte soluciones rápidas y sencillas.

La clave está en generar hábitos nuevos y eso lleva tiempo. Si no te interesa te deseamos suerte, ¡la vas a necesitar! Si por el contrario estás dispuesto a generar un cambio, desde Nueces y Neuronas te proponemos una serie de estrategias que te pueden ayudar. Es cierto que hace falta cierta disciplina, pero no es tan difícil como podría parecer en un principio:

Escribe los pros y los contras de cada decisión importante que tomes.
  • Comienza a plantearte objetivos que puedan lograrse a corto o medio plazo y que sólo requieran una pequeña acción al día.
  • Incrementa la dificultad de tus objetivos de forma progresiva y realista.
  • No te marques muchos objetivos de golpe. Comienza con uno o dos y ves aumentándolos conforme vayas logrando los primeros.
  • Pide ayuda a aquellos que estén dispuestos a echarte una mano y cuyos conocimientos o habilidades te puedan resultar útiles.
  • Haz un registro semanal de todos los avances conseguidos y léelos cada vez que te entren ganas de desistir.
De momento puedes comenzar con esto. Piensa que vivimos en una sociedad en la que parece que se nos exige (y que debemos exigir) respuestas inmediatas. Cualquier espera o incomodidad parece estar estigmatizada y la comodidad parece ser la cualidad a la que todo ciudadano debería aspirar, pero... ¡no te engañes! La gente que tiene verdadero éxito lo consigue porque ha desarrollado los hábitos necesarios para ello. La disciplina y la perseverancia puede que sean palabras que no nos suenen muy agradables o apetitosas, pero son cualidades que cualquiera puede desarrollar si se lo propone y resultan esenciales para conseguir los objetivos y metas que pueden hacernos disfrutar de una vida más plena y feliz.

En los años 60, el psicólogo Walter Mischel, realizó un experimento en el cual llevó a varios niños, de forma individual, a una sala donde había una golosina y les daba la instrucción de que si resistían la tentación durante quince minutos, pasado este tiempo podrían comerse dos golosinas. Hubo algunos niños que se comieron la golosina antes del tiempo estimado, mientras que otros aguantaron los quince minutos y obtuvieron su recompensa. Este estudio se basa en comprobar cómo tener una baja tolerancia a la frustración puede impedirnos disfrutar de un recompensa que debemos postergar en el tiempo. A continuación os dejamos un vídeo de este test.