Las guerras arancelarias de Trump están entrando en una nueva fase, mucho más peligrosa. A medida que la Casa Blanca expande sus guerras de aranceles, el daño colateral está a punto de ampliarse en gran medida de los bienes a los servicios en Estados Unidos.
china us trade war
Después de meses de amenazas comerciales, la administración Trump anunció su arancel del 25% sobre 34.000 millones de dólares de las importaciones chinas, que entró en vigor a principios de julio, al tiempo que amenazaba con imponer gravámenes sobre otros 16.000 millones de dólares de importaciones. Para defender su interés soberano, China respondió con aranceles del 25% sobre 34.000 millones de dólares de importaciones de EE.UU. y recientemente impuso un arancel adicional del 25% sobre 16.000 millones de dólares de importaciones de EE.UU. a partir del 23 de agosto.

En tanto Trump intensifica su guerra arancelaria, un total de 50.000 millones de dólares en bienes de cada lado serán gravados a partir del jueves.

No hace mucho tiempo, todavía se hablaba con relativa seriedad sobre el Tratado Bilateral de Inversiones (TBI) entre Estados Unidos y China. Después de todo, la inversión extranjera directa china se disparó a un récord de 46.000 millones de dólares en 2016. Pero eso fue durante la época anterior a Trump.

El año pasado, las amenazas de Trump hicieron que la inversión china en EE.UU. cayera a 29.000 millones de dólares, en parte debido al desapalancamiento en China, pero principalmente gracias a las estrictas revisiones reguladoras estadounidenses de las adquisiciones entrantes. Después de meses de guerra comercial, la inversión china en 2018, incluidas las cesiones de activos, es negativa en Estados Unidos.

En las próximas semanas, las cosas irán de mal en peor, ya que los aranceles de EE.UU. están a punto de ampliarse de bienes a servicios. Irónicamente, será entonces cuando gran parte del daño colateral afectará a Estados Unidos.

Daños colaterales en las guerras de servicios

Históricamente, las economías avanzadas tienden a disfrutar de superávits de servicios pero con déficit de bienes en el comercio, gracias al aumento de la productividad y del valor añadido. Y los lazos comerciales entre Estados Unidos y China no son una excepción.

Según los datos más recientes (2017), las exportaciones de bienes estadounidenses a China ascienden a 130.000 millones de dólares, mientras que las importaciones procedentes de China ascienden a 506.000 millones de dólares. Como resultado, el déficit comercial de EE.UU. con China asciende a 375.000 millones de dólares. Por el contrario, las exportaciones de servicios de EE.UU. a China ascienden a 54.000 millones de dólares, mientras que las importaciones de servicios de China ascienden a 16.000 millones de dólares (cifras de 2016). En consecuencia, el superávit del comercio de servicios de EE.UU. con China es de 38.000 millones de dólares.

Dado que China exporta muchas más mercancías a EE.UU. que viceversa, las represalias chinas ya cubren más mercancías de EE.UU. (85%) que las importaciones chinas afectadas por los aranceles estadounidenses (50%). Por lo tanto, a medida que la actual guerra comercial pase de los aranceles sobre los bienes a medidas no arancelarias en el sector de los servicios, es probable que China apunte a los servicios estadounidenses. Pero China no será la primera en hacerlo.

Hace unas semanas, cuando Trump desató una tormenta de tuits contra Alemania y la Unión Europea (UE), la Canciller alemana Angela Merkel señaló acertadamente que es engañoso centrarse en el comercio de bienes, en el que EE.UU. tiene déficit frente a la UE, cuando EE.UU. sobresale en el comercio de servicios, en el que tiene un superávit frente a la UE. Junto con otros líderes de la UE, Merkel está respaldando un "impuesto digital" contra multinacionales estadounidenses como Amazon, Facebook o Google, que han sido objeto de críticas por desplazar sus ganancias a Europa para pagar impuestos más bajos.

Los aranceles de Trump socavan los servicios de alta rentabilidad de EE.UU.

Irónicamente, los aranceles de Trump tienen el potencial de socavar la ventaja competitiva más importante de Estados Unidos en la era de la posguerra: los servicios de alto valor y alta rentabilidad, que van desde el sector tecnológico hasta las grandes farmacéuticas.

Desde 2001, el superávit de servicios de EE.UU. respecto a China se ha multiplicado por nueve. Uno de los principales beneficiarios del superávit es Houston, Texas. El otoño pasado, el alcalde Sylvester Turner encabezó una delegación de empresarios de Houston a China con ejecutivos del sector energético, administradores de hospitales, médicos, investigadores médicos y emprendedores. La visita promovió muchos proyectos de colaboración, incluyendo un centro médico basado en tecnología importada y servicios de consultoría de Houston.

Gran parte del superávit comercial de servicios de EE.UU. respecto a China puede atribuirse al gasto de los viajeros chinos en los negocios, el tratamiento médico y la educación de EE.UU., así como al gasto de las empresas chinas, cada vez más innovadoras, en derechos de licencia y regalías de propiedad intelectual estadounidenses. Sin embargo, en Texas, las tarifas de Trump están poniendo en peligro proyectos importantes que tardaron años en desarrollarse.

Conforme se extiendan los daños colaterales, también se extenderán los costos. Si los centros metropolitanos estadounidenses sufren duros golpes, los riesgos serán mucho mayores en el caso de los estados estadounidenses. El año pasado, el comercio de California con China ascendió a 170.000 millones de dólares, incluyendo automóviles eléctricos, motores, piezas de automóviles y aluminio. "La guerra comercial es estúpida", advierte el gobernador Jerry Brown, y por una razón: Entre los estados estadounidenses, California, que ya se enfrenta a un déficit presupuestario de 1.600 millones de dólares, sufrirá el mayor daño si las guerras arancelarias de Trump empeoran.

Sin embargo, esto podría ser sólo el comienzo. Si las guerras comerciales se extienden de bienes a servicios, ni Silicon Valley ni Hollywood permanecerán inmunes.

El crecimiento mundial ya no es inmune

Al aumentar los riesgos de su guerra comercial, la administración Trump está poniendo en peligro el superávit de servicios de EE.UU. no sólo respecto a China, sino también respecto a sus otros "blancos de déficit". El sueño de Trump es derrotar a China en la guerra comercial y luego usar ese "efecto demostrativo" para forzar a otros (UE, Canadá y México, Japón y Corea del Sur) a doblegarse.

Ese es el objetivo final de la Casa Blanca: primero sorprender y sobrecoger a sus adversarios comerciales, y luego negociar las mejores condiciones para EE.UU.: America First ["Estados Unidos primero"-NdT].

Sin embargo, la Casa Blanca subestima gravemente la resistencia de la economía china y de su pueblo. Además, las guerras arancelarias de EE.UU. contra sus socios en Europa, América del Norte y Asia-Pacífico no son una cuestión de principios, sólo una cuestión de tiempo.

Esta guerra comercial no tendrá ganadores. En lugar de eso, espere una avalancha de insolvencias pronto.
Sobre el autor

El Dr. Dan Steinbock es el fundador de Difference Group y se ha desempeñado como director de investigación en el Instituto de la India, China y América (EE.UU.) y como profesor visitante en los Institutos de Estudios Internacionales de Shangái (China) y en el Centro de la UE (Singapur). Para más información, visite differencegroup.net