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Estos hallazgos, en los que ha participado un grupo de científicos españoles, se presentan en dos investigaciones que se publican en la revista Science.

Según sus autores, la acción de tres compuestos potencia las células progenitoras para desarrollar las extremidades desde el hombro hasta la punta del dedo, y entre estos compuestos se encuentra el ácido retinoico, un derivado de la vitamina A.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de Marian Ros, del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (centro mixto del CSIC, la Universidad de Cantabria y la Sociedad para el Desarrollo de Cantabria), analizó el desarrollo del eje próximo-distal (que en humanos se extiende desde el hombro hasta la mano) en embriones de pollo.

"La ventaja de los pollos es que puedes hacer un agujero en la cáscara del huevo y observar el proceso en tiempo real", ha asegurado la investigadora en una nota remitida por el CSIC. Según este organismo, para comprobar que las células están sujetas a un mensaje concreto es necesario descubrir cuáles son los ingredientes que componen esa señal.

Así, el equipo de Ros ha concluido que la señal necesaria para activar el proceso de desarrollo se compone de un derivado de la vitamina A -el ácido retinoico-, factores de crecimiento fibroblástico y de la proteína Wnt3-a.

Estos tres compuestos forman la receta necesaria para mantener la capacidad de las células de formar todo el eje próximo-distal.

Desde que un óvulo es fecundado hasta que el embrión adquiere su fisiología completa, las células se van multiplicando y especializando para dar lugar a diferentes órganos y tejidos. Según las investigaciones, las células sometidas a la citada señalización durante dos días en cultivo fueron capaces de completar la extremidad de forma prácticamente perfecta cuando se reimplantaron en el embrión.

La ausencia de alguno de ellos provocó que el eje sólo se desarrollara de forma parcial. "Este tipo de señalización está implicado en la formación de otros componentes del cuerpo y, si no sabemos cómo actúa, no podremos entender cómo se malforman ni cómo desarrollan enfermedades", ha manifestado la investigadora del CSIC.

Ros ha apuntado: "Nuestro descubrimiento es un tímido avance que algún día podría servir para la fabricación de órganos y extremidades".