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© DesconocidoSólo queda desolación, miseria y muerte tras el paso de estos ciclones. El sufrimiento de un pueblo que recibe un azote tras otro.
Llega el final de mayo en Haití y es cuando la etapa de lluvias se une con la de huracanes y aumenta el temor entre las casi 700 mil personas que viven todavía en campamentos para damnificados.

Desde hace más de una semana, los refugiados en los carpas del terremoto de 2010 realizan ceremonias religiosas para que sus dioses les sean propicios durante los tiempos de tormentas.

"Aleja las lluvias fuertes y trae solo las que riegan la tierra seca", señala en creole uno de los conjuros rezados por los sacerdotes del vudú.

Entre 12 y 18 ciclones tropicales están pronosticados para la temporada que comienza mañana, ocho de ellos, se estima, podrán ser de gran intensidad.

Pero más de un año después del sismo, los escombros siguen en las calles, la basura llena las esquinas, la mayor parte de la infraestructura continúa destruida y 680 mil personas que perdieron sus casas no encuentran adónde ir. Otras 300 mil padecen cólera, más de cinco mil murieron ya por esta causa y el Ministerio de Salud considera que la cifras de enfermos aumentarán con las lluvias.

"Ante este panorama, hemos comenzado a trabajar para asegurar que la situación no empeore durante la temporada ciclónica", indicó el ministro de Trabajo y Transporte, Jacques Gabriel.

Las tormentas por venir nos hacen temer, afirmó, por su parte, el Centro Nacional Meteorológico, mientras la Dirección de Protección Civil (DPC), sostuvo que realiza un trabajo de sensibilización para alertar a la población y decretar medidas de seguridad.

La víspera, el presidente, Michel Martelly, se reunió con el personal de defensa, del DPC y meteorólogos para establecer un cronograma de acciones ante el peligro de los ciclones.

Al menos tres niños muertos, deslaves, campamentos para damnificados inundados y un previsible aumento en los casos de cólera fue el saldo preliminar de las intensas lluvias que mantuvieron en alerta a Haití desde mediados de mayo.

Decenas de personas debieron abandonar las tiendas de los campamentos, pues las corrientes de agua arrastraron algunas carpas, las inundaron o desbordaron las improvisadas letrinas.

El pasado año, el huracán Thomas dejó una decena de muertos y en 2008, el paso de Fay, Gustav, Hanna e Ike causaron más de 600 decesos y daños calculados en alrededor de 900 millones de dólares.

Solo en 2004, fallecieron más de cinco mil personas tras el paso de la tormenta tropical Jeanne.