Consultada sobre si se arrepiente por la agresión cometida, Verónica se justifica: «No me arrepiento. Cuando hicimos la denuncia nos dijeron que ya tenía antecedentes. Quiero que quede preso».
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Cuando vieron que Rulitos y Chimuelo, los perros de la familia, estaban en la calle en vez de dentro de la casa, Verónica Soto sospechó que a la menor de sus hijas, Shania, de 18 años, se le habían escapado. Cuando entró a su hogar en Los Hornos, sin embargo, escuchó que un hombre le exigía a esa hija: "¡Dale! ¡Dame más!". Recién pasaban las 9 de la mañana del 30 de diciembre y el hombre ya había tirado al piso ropa, maquillaje y cajas del placard de Shania en busca de algo de valor que llevarse.


"Mi hija de 21 y yo habíamos ido a un mayorista a comprar insumos que necesitamos para el emprendimiento gastronómico familiar que venimos teniendo. Yo me descuidé: dejé el portón unos centímetros abierto. Lo hice porque a veces es más peligroso demorarse en el momento de abrir porque no tenemos portón automático, pero fue un descuido", contó Verónica a Clarín.

"Entramos y vi cosas revueltas y enseguida al hombre que le gritaba a mi hija, exigiéndole cosas", relató.

"No estaba armado. Algunas veces amagó con sacarse algo de debajo de la ropa pero me di cuenta de que no tenía nada. En una mochila había metido una notebook de mi hija, algunas joyas sin mucho valor, plata y algunas otras cosas", sostiene Soto, de 41 años, comerciante. "Nos gritaba que nos tirásemos al piso, que nos encerráramos en alguna habitación, y yo ya había visto que no tenía armas. No quería acatar sus órdenes en mi propia casa, me preguntaba todo el tiempo qué hacía ese tipo adentro de mi casa".

"Lo veo salir del comedor, ir para el garage, cerrar la puerta detrás suyo, y efectivamente noto que se llevaba la mochila con la computadora de mi hija. Lo corrí, lo alcancé y empezó una especie de lucha: le di primero una patada y después algunos golpes con las manos. Él se tiraba contra el portón para salir pero estaba cerrado. Él también tiró algunos golpes, me quedaron algunos moretones, pero no los sentí en el momento. Creo que él se llevó la peor parte porque terminó en observación en el hospital", explixó.

Cuando era chica, Verónica practicaba taekwondo. Hace algo menos de tres años y en familia volvió a entrenarse en esa disciplina: tres veces por semana, junto a su marido y sus dos hijas, practica en un club de Tolosa. "Creo que te prepara para sentir que te podés defender, para no tener miedo y hacerte más fuerte. Y desde lo técnico, para saber cómo reducir a una persona que te está poniendo en peligro", explica Soto.

Algo de esa técnica, sostiene, usó cuando golpeó y redujo al hombre que había entrado a su casa. Pero no apeló sólo al taekwondo ni fue una lucha uno a uno: "Mis hijas también participaron. Le tiraron agua, le dieron algunas patadas, le dieron con el palo de escoba. Le dimos una paliza adentro del garage y cuando salió lo redujimos mientras esperábamos a la Policía", cuenta Verónica.

Sus hijas, describe, ganaron una competencia sudamericana de taekwondo que se disputó en Villa Ballester durante 2019.

El video de tres mujeres -Verónica, Shania y Sasha- que golpean grupalmente y reducen a una persona en la calle se viralizó. "La Policía tardó cinco minutos en llegar. Ese día estuvimos hasta las 16 haciendo la denuncia, y después pasaron unos oficiales a buscar la remera del ladrón, que había quedado en nuestra casa porque se la sacamos", cuenta Verónica, y enfatiza: "Adentro de mi casa le dimos para que tenga. Era escurridizo, por eso se sumaron mis hijas y por eso decidí que había que reducirlo".

Consultada sobre si la golpiza le pareció una reacción desmedida, responde: "En un momento me dio un poco de lástima haberle pegado así, pero todas las personas con las que fui hablando me dijeron que estuvo bien. Le dimos bastante pero, por ejemplo, no le pegamos en la cara: fue todo en el cuerpo. Si el delincuente hubiese sido más violento, nosotras habríamos sido también más violentas". El video viralizado llegó, por ejemplo, al grupo de WhatsApp de sus compañeros de taekwondo: "Nosotros no lo mandamos. No es que queríamos hacernos notar con eso que había pasado. Pero alguien lo mandó y todos nos decían que estuvo bien, nos felicitaron por reaccionar así ante la entrada de un ladrón a nuestra casa".

"Nunca nos habían robado en mi casa. Shania, mi hija más chica, quedó asustada. Era la que estaba acá cuando entró el ladrón, que sin dudas no se imaginaba que había alguien durmiendo adentro. Ahora vamos a intentar que siempre haya dos personas en la casa, aunque sea durante el primer tiempo, para que nadie tenga miedo", sostiene Verónica. Y, agrega, "hay que evitar el descuido de dejar el portón algunos centímetros abierto".