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Grecia enfrentó su tercera huelga general del año y se vivieron serios incidentes en las protestas contra un nuevo plan de ajuste, al tiempo que el primer ministro ofrecía a la oposición entrar en el gobierno a cambio de su apoyo al paquete de medidas de austeridad.

Según la televisión estatal NET, el primer ministro Giorgos Papandreou habría sondeado al líder de la oposición, Antonis Samaras, sobre la posibilidad de repartirse el poder con el fin de garantizarse su apoyo al nuevo y controvertido programa de reformas que el país debe acometer para evitar la quiebra.

Ninguna fuente cercana al gobierno pudo confirmar este ofrecimiento, pero se espera que Papandreou pronuncie un discurso por televisión en las próximas horas.

Según NET, el partido conservador, que se opone al plan de austeridad, pedirá la dimisión de Papandreou. El gobierno socialista trata de que el Parlamento apruebe un nuevo paquete de medidas de austeridad por valor de 28.000 millones de euros (unos 40.000 millones de dólares) y masivas privatizaciones, tal como reclaman los acreedores de Grecia para conceder nuevas ayudas.

Ante este nuevo plan de ajuste, miles de personas se manifestaron este miércoles en Atenas y se produjeron incidentes en la plaza Syntagma, ante el Parlamento griego, entre jóvenes manifestantes y las fuerzas de seguridad, que usaron gases lacrimógenos para dispersar las protestas. Una docena de personas resultaron heridas en las protestas en Atenas.

El país se enfrentaba este miércoles a la tercera huelga general en lo que va de año. El paro tenía una fuerte repercusión en los servicios públicos, los transportes y el comercio. Unas 20.000 personas, según la policía --el doble, según los medios de prensa-- se habían congregado a inicios de la tarde en Atenas.

La tradicional columna sindical se vio esta vez desbordada por la afluencia de ciudadanos que respondían a la convocatoria del movimiento de los "indignados", creado el 25 de mayo en Atenas bajo la inspiración de su par español. Los grupos que convocaron la protesta insistían en la necesidad de que ésta mantuviera su carácter pacífico, aunque varias escaramuzas se produjeron entre pequeños grupos de manifestantes y los policías, que los repelieron con gases lacrimógenos.

Un grupo de manifestantes consiguió desbordar un cordón policial que protegía las sedes del gobierno y de la presidencia, antes de ser rechazado con gases irritantes. Los participantes en la movilización fracasaron en su tentativa de formar una cadena humana en torno al Parlamento, donde los legisladores tienen que empezar a discutir este miércoles el nuevo programa de ajuste, con la intención de someterlo a votación a fin de mes.

Papandreou afirmó que el gobierno "asumirá sus responsabilidades, seguirá avanzando y tomará las medidas necesarias para sacar al país de la crisis".

Una reunión de ministros de Finanzas de la Eurozona concluyó el martes sin resultados en Bruselas, en una nueva muestra de la falta de acuerdo sobre cómo ayudar a Grecia.

Alemania aboga por que los acreedores privados, como bancos, aseguradoras, fondos de pensiones e inversiones, acepten una moratoria de siete años sobre los vencimientos de la deuda griega, como parte de un paquete global en el que el FMI y la Eurozona volverían a prestar dinero. Pero el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y Francia sostienen que toda participación del sector privado debe ser voluntaria, para evitar la percepción de que Grecia es incapaz de reembolsar su deuda, lo que podría desencadenar un terremoto en los mercados y poner en peligro a toda la zona euro.

La agencia calificadora Standard and Poor's rebajó el miércoles en tres peldaños la nota de cuatro bancos griegos, a "CCC", o sea la misma calificación atribuida esta semana a la deuda a largo plazo de Grecia, la peor del mundo, previa a la quiebra.

Según el gobierno, el voto en el Parlamento de este proyecto de ley es una condición al desembolso del quinto plazo de un préstamo de 110.000 millones de euros otorgado en 2010 por la UE y el FMI, de los que ya recibió 53.000 millones. La deuda de Grecia, de casi 350.000 millones de euros, representa el 150% del Producto Interior Bruto (PIB) del país.

El déficit presupuestario griego llegará a fines de 2011 a 9,5% del PIB, según las previsiones de la Comisión Europea en mayo. Reflejo de la preocupación creciente de los mercados, las tasas de los bonos griegos registraron el martes un nuevo máximo histórico, por encima del 17%.