Traducido por el equipo de SOTT.net en español

La implacable marcha de la reingeniería lingüística continúa a buen ritmo, con una universidad estadounidense que ha publicado una nueva lista de palabras inofensivas que aparentemente ahora son inapropiadas para su uso. Es imperativo resistirse a este lavado de cerebro.
picnics in Sweden
En los últimos años, la vigilancia del lenguaje ha adquirido un impulso aparentemente imparable. Casi todas las semanas se informa al público de otra palabra que no debe usarse. ¿Pero quién iba a imaginar que la expresión "trigger warning" ("advertencia de contenido o seguridad") se convertiría en objetivo de la policía del lenguaje?

Hasta ahora, las advertencias de contenidos eran promovidas por celosos partidarios del proyecto de la policía del lenguaje. Ahora, la Universidad de Brandeis, en Waltham (Massachusetts), ha decidido que la expresón "advertencia de contenido" debe abandonarse en favor del término "nota de contenido". El "Prevention, Advocacy & Resource Center" (Centro de Prevención, Defensa y Recursos) de la universidad argumenta que "la palabra 'gatillo' ('trigger' en inglés) tiene conexiones con las armas para muchas personas; podemos dar el mismo aviso [sic] usando un lenguaje menos conectado con la violencia".

Deshacerse de la frase "trigger warning" porque la palabra trigger (gatillo) tiene una conexión con las armas es realmente extraño. Si la policía lingüística de Brandeis fuera coherente en su objetivo de purificar el lenguaje hasta el punto de censurar las palabras que tienen una conexión con la violencia, entonces habría que eliminar el uso del propio término "violencia".


Comentario: Los "ofendiditos" deberían envolverse en algodón, esconderse en un sótano y dejar a la gente normal en paz. Pero no pueden soportar la idea de que no todo el mundo participe en sus delirios.


Sin embargo, los consejos que ofrece el Centro de Prevención, Defensa y Recursos no están motivados por la lógica y la coherencia, sino por la aspiración de controlar y rediseñar la forma de hablar y pensar de la gente. Su orientación sobre la reingeniería del "lenguaje opresivo" parece un ejercicio de autoparodia.

Brandeis advierte contra el uso de la palabra picnic porque "se asocia a menudo con los linchamientos de negros en Estados Unidos, durante los cuales se dice que los espectadores blancos observaban mientras comían, refiriéndose a ellos como picnics u otros términos que implican insultos raciales contra los negros".

La afirmación de que la palabra picnic "se asocia a menudo con los linchamientos de negros" es ridícula. El 99,99% de las personas que hablan de ir de picnic no tienen ni idea de que el término tenga la más mínima relación con los linchamientos. Están utilizando este término exactamente en el mismo sentido que inspiraba su uso original en el siglo XVIII, que se refería a compartir comida al aire libre.

Si la palabra "picnic" tiene que desaparecer, ¿es sorprendente que tampoco se nos permita utilizar la frase "regla de oro" (literalmente "del pulgar" en inglés)? Usted y yo podríamos imaginar que este término es un sinónimo de regla general. Pero Brandeis ha descubierto que "regla del pulgar" transmite connotaciones de violencia. ¿Por qué? Porque afirma que "proviene de una antigua ley británica que permitía a los hombres golpear a sus esposas con palos no más anchos que el pulgar". Se requiere un formidable salto de imaginación para asociar "regla del pulgar" con golpear a la esposa. Pero entonces los cruzados contra el sentido común lingüístico de Brandeis han adoptado el enfoque de inventarlo sobre la marcha.

La larga lista de palabras a las que apunta Brandeis incluye términos como "tribu", "enfermo mental", "adicto", "discapacitado", "loco", "salvaje" y "demente". Es evidente que el objetivo del ejercicio es reclamar autoridad sobre lo que se puede y no se puede decir. Al animar a la gente a cambiar su comportamiento lingüístico, el proyecto de reingeniería de la comunicación verbal pretende, en última instancia, controlar la forma de pensar y de comportarse de las personas.

Este proyecto está siendo ampliamente perseguido por numerosas instituciones y grupos de defensa. En el Reino Unido, el grupo de campaña LGTB Stonewall ha aconsejado recientemente a los profesores que dejen de utilizar las palabras "chicas" y "chicos". Afirma que estas palabras son demasiado sexistas, y quiere que los profesores se refieran a los niños y niñas como "alumnos" para promover su causa de la neutralidad de género. Como era de esperar, Stonewall también quiere eliminar los términos "él" y "ella" a favor del término "ellos", aprobado por los buenistas.

En el caso de Stonewall, la conexión entre el rediseño del lenguaje y el objetivo de subvertir las actitudes convencionales respecto a la distinción entre chicos y chicas es muy clara. Espera que si es capaz de desacreditar el lenguaje específico de género, entonces podrá normalizar su ideal de neutralidad de género.

La exigencia de rediseñar constantemente el lenguaje tiene una profunda implicación en la vida pública. Presiona continuamente a las personas para que se distancien de su propio vocabulario habitual. Si ya no se puede utilizar una palabra como "picnic", ¿qué otras palabras hay que abandonar? No es de extrañar que una de las consecuencias de las guerras lingüísticas sea que muchas personas que no comparten la perspectiva de la ingeniería social tengan dificultades para expresar sus opiniones.

Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que dicen: "No estoy seguro de que se me permita decir esto...". En el clima actual, en el que hay poco apoyo cultural para el sólido intercambio de puntos de vista opuestos, muchas personas se autocensuran y permiten que la policía lingüística les intimide. Es un fenómeno peligroso; las personas que se autocensuran pueden olvidar pronto las creencias y sentimientos que tenían originalmente.

Así que cuando planees salir al aire libre con tus amigos y amantes para beber un poco de vino y comer algo rico, asegúrate de que sepan que los estás invitando a un picnic. Si quieres conservar tu libertad, no dejes que controlen las palabras que utilizas.
Frank Furedi es autor y comentarista social. Es profesor emérito de sociología en la Universidad de Kent en Canterbury. Autor de Cómo funciona el miedo: La cultura del miedo en el siglo XXI. Sígalo en Twitter: @Furedibyte