Me he resistido a escribir estas emocionadas líneas sobre el gran, grandísimo Luc Montagnier, esperando la confirmación en todos los grandes medios, como se merece, la noticia de la muerte de la mayor eminencia de Francia. Pero estamos en una guerra silenciada, y restando France Soir, ninguno se ha hecho eco. Mejor así, porque Luc Montagnier ha entrado en la leyenda.
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Siempre a caballo de la grandeza, conoció las miserias de las élites y la bajeza de sus dicterios y anatemas, pero no le doblegaron, siempre con su compromiso insobornable con la verdad, con la ciencia y con el ser humano.

Luc Montagnier , nacido el 18 de agosto de 1932, ingresó en el Centro de Investigaciones Científicas (CNRS) en 1960, del que luego se convertiría en Director Emérito de Investigación, fue profesor del Instituto Psteur, donde dirigió la unidad de oncología viral de 1972 a 2000, profesor y director del Centro de Biología Molecular y Celular en el Queen College de la Universidad de la ciudad de Nueva York, antes de dirigir un instituto de investigación en la Universidad Jiao.tong de Sanghai. Miembro de la Academia de Ciencias y de la Academia Nacional de Medicina.


Recibió el Premio Nobel de Medicina 2008, por el descubrimiento, en 1983 , del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) responsable del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Con coraje sereno, ha cantado las verdades del barquero a esta farsa globalista de la plandemia. Primero, diciendo que el coronavirus es un invento y creación humana, luego denunciando que se está llevando a cabo un genocidio, luego sosteniendo que las variantes son provocados por los pinchazos y afirmando que se viralizar la proteína Spike que es patógena.

Un héroe para los purasangre, en el que no hicieron mella las tenaces y sórdidas campañas globalistas, de los mentecatos. Le vimos en Milán apoyando la manifestación por la Libertad y dejándonos un legado, un testamento: "los no vacunados salvarán la Humanidad". La salvaremos a tu conjuro, a tu mando, siguiendo tu ejemplo de hombre magnánimo, de titán, luchando por todos nosotros.

Luc Montagnier no ha muerto, vive en el corazón de los purasangres, de los camioneros que son nuestra vanguardia, de todos y cada uno de nosotros. Con su silencio espeso, eso han conseguido sus sañudos enemigos, que a su lado, se empequeñecen y entre todos juntos no le llegan a la suelo de sus zapatos.

Susurran que ha muerto rodeado de sus hijos y nietos, su tesoro más preciado, sus premios nobeles, pero ha entrado en la leyenda que es eterna; no ocupa, por ahora, un lugar en el Panteón de los hombres ilustres de Francia, pero tiene un sitio en el Cielo con Dios Todopoderoso, pero en nuestros combates le veremos entre la multitud, se nos aparecerá a todos y cada uno y diremos con asombro: gran Montagnier, nos habían dicho que habías muerto, pero estás aquí, a nuestro lado, ofreciéndonos tu docta sabiduría, señalándonos el camino.

Honor y gloria al gran Luc Montagnier; sabremos recoger los frutos de lo que tú sembraste a manos llenas. Y cuando contemos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos se nos llenarán los ojos de lágrimay nos temlará la voz de agradecimiento: Hubo en aquel tiempo un hombre grande, no hubo nunca otro igual. Nos dirigió en el combate y vencimos gracias a él. Todos le respetamos y le quisimos. se llamaba LUC MONTAGNIER.