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© Vizenzo Pinto / AfpEl papa, acompañado por dos niños, observa el vuelo de una paloma durante el Ángelus.
El país más católico del mundo no perdona al Vaticano que haya ocultado casos de pederastia para salvaguardar su imagen.

El papa Pablo VI dijo a su secretario privado, John Magee, único hombre que en la historia de la Curia ha servido en esa función a tres pontífices, que Irlanda era el país más católico del mundo. Quizás aún lo sea. El 87 % de los habitantes de Eire se define como católico. Pero ahora se ponen en pie y ovacionan al primer ministro, Enda Kenny, tras su discurso de la pasada semana en el Parlamento.

Allí habló de la «desconexión» y del «narcisismo que domina la cultura del Vaticano» y proclamó que «esto no es Roma». «Esto es la República de Irlanda en 2011», dijo, «una república de leyes, de derechos y responsabilidades, de orden cívico apropiado, donde la delincuencia y arrogancia de una versión particular, de una moralidad particular, no serán toleradas o ignoradas».

Sucesivos informes sobre el abuso de niños por curas católicos han desprestigiado a la Iglesia de Roma, pero el presentado ahora sobre lo ocurrido en una diócesis de Cork, de la que el secretario papal Magee era obispo hasta su dimisión, confirma que Irlanda ya no es un lugar -son palabras de Kenny- en el que «el frufrú de una sotana apagaba conciencia y humanidad y el vaivén de un incensario gobernaba el mundo católico irlandés».

Que un católico como Enda Kenny pronuncie estas palabras y lo haga como jefe de Gobierno y líder de Fine Gael, el partido que ha representado a los agricultores pudientes y a los profesionales urbanos que dieron sus hijos a la jerarquía eclesial en la historia irlandesa indica la indignación que ha causado el descubrimiento de que el Vaticano intentó ocultar el abuso sexual de niños en la parroquia de Cloyne hasta 2009. Cerca de 135 millones de euros ha gastado Dublín en la confección de informes sucesivos en los últimos años para desenterrar datos sobre el abuso a niños que el Vaticano tenía en su posesión. Además, hasta 1.500 millones ha destinado ya el muy maltrecho contribuyente irlandés al pago de compensaciones a víctimas de los abusos perpetrados por órdenes religiosas, que han contribuido con unos 370 millones.

El informe sobre Cloyne parece haber colmado la paciencia de la sociedad irlandesa. La investigación por un comité presidido por una juez fue iniciada después de que las autoridades eclesiales, lideradas por John Magee, ocultaran un documento anterior y de que los obispos irlandeses recibiesen órdenes del Vaticano para no acudir a las autoridades civiles y tratar los casos bajo el prisma de la ley canónica. Son al menos 19 incidentes de abusos sexuales, algunos de violación, cometidos por diez curas, que permanecen anónimos, y que se suman a los cientos de casos de maltrato y abuso sexual antes desenterrados en la diócesis de Dublín. Lo llamativo de este nuevo informe es que ilustra el empeño de Roma en mantener la información intramuros desafiando las leyes de la república y pone en evidencia las mentiras de obispos irlandeses ante el comité investigador.

Mentiras y secretos

El informe señala, por ejemplo, que el nuncio colombiano, Darío Castrillón Hoyos, puntualizó a la conferencia episcopal irlandesa en 1997 que el documento que había aprobado para tratar el abuso de niños y que contemplaba la cooperación con las autoridades civiles era un simple «material de trabajo», lo que eximía de su cumplimiento para los leguleyos canónicos.

El actual papa, cuando era cardenal Joseph Ratzinger y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, envió, en 2001, dos cartas en latín al clero irlandés. Una pedía que ambas permanecieran secretas. La otra exigía que todos los casos sospechosos de abuso de niños fueran remitidos al departamento que él dirigía, donde se decidiría si debían ser tratados por la diócesis o por el Vaticano.

La cantidad de casos fue tal que la Congregación pidió que los episodios anteriores a 2001 y no prescritos fuesen 'gestionados' localmente. En Cloyne hay casos de abuso en 2009 y las sucesivas peticiones del comité investigador al Vaticano y, después de que este protestase por el uso de canales no adecuados, al nuncio en Dublín han recibido como respuesta el silencio o la declaración de no poder ayudar a la pesquisa.

Los portavoces vaticanos dicen que la reacción del Gobierno ha sido excesiva. El ministro de Exteriores, el laborista Eamon Gilmore, llamó al nuncio Giuseppe Leanza y le pidió una respuesta. La Santa Sede llamó a su enviado en Dublín a consultas, en un gesto diplomático que indica su malestar. Leanza será enviado a Praga antes de final de año pero ha anunciado desde Roma que el Vaticano responderá a la rabia de la nación más católica del mundo en unas semanas.