¿Alguna vez usted fue víctima de alguien agresivo, desafiante, que lo hizo sentir incapaz e inferior?

Respire con tranquilidad, pues es probable que su 'verdugo' de aquel tiempo tenga menos orgullo y se sienta peor consigo mismo.

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Nuevos estudios de la psiquis indican que la gente explosiva, dispuesta a pelear en todo momento y llena de rencor trata de esconder sus puntos débiles con esas características, las cuales corresponden al prototipo de personas que sufren de complejo de inferioridad.

En otras palabras, el complejo contrario, el de superioridad, no es más que la armadura que cubre lo que la gente odia de sí misma y eso, a su vez, quiere decir que las dos situaciones se pueden dar al mismo tiempo y en la misma persona.

De acuerdo con el psicoanalista dominicano y autor de varios libros de autoayuda Ray Bueno, los dos problemas se manifiestan de diferentes maneras pero por una misma razón y es el rechazo por sí mismo, por lo que "el individuo se idealiza y trata de ser alguien diferente", señala en su más reciente documento en el que analiza los dos padecimientos y que fue publicado en marzo de 2010 en la red.

Bueno agrega que alguien con esa confusión necesita llamar la atención de los demás y brillar a costa de opacar a otros. Siempre lastima sin importar el dolor que pueda causar, pero en cuestión de segundos "manifestará que no podrá dar lo mejor de sí", puntualiza.
Según su punto de vista, quien padezca de tal complejo se intimida fácilmente y se refugiará en actividades donde demostrar que es bueno es fácil.

Por otro lado, la psicóloga Lauren Hernández considera que ninguno de los dos lados del espectro deben ser considerados como trastornos sino "estados naturales que resultan de las emociones del diario vivir", señala.

Sin embargo, la profesional aclara que sí se debe tratar el sentimiento para "equilibrar el autoestima y encontrar la causa del desbalance porque no es saludable", advierte.

Según Hernández, tanto hombres como mujeres pueden caer en esa contrariedad, pero "sobre todo los niños", especifica y explica que se trata de la competencia natural que se da a esa edad.

Algo importante

En cuanto al nivel de la situación, la también psicóloga María Lourdes Dávila posiciona al complejo de superioridad como un síntoma de un problema reconocido como una psicopatía o trastorno de verdad y es el narcicismo, concepto del que también hace parte la megalomanía.

La persona megalómana es la que tiene delirios de grandeza y anhela el control absoluto en su vida. Le aterra perder esa sensación. Cree ser el centro de atención y piensa que todo el mundo, habla de ella, la mira y la crítica Esto va de la mano con la paranoia, pero no es una enfermedad mental "porque hay muchos otros aspectos que la condicionan", informa Dávila.

Entérese de esto

La armadura del maltrato: Las características de alguien que demuestra ser muy seguro de sí mismo revelan sus miedos e inseguridades. No se deje engañar y tenga en cuenta que la agresividad es solo el mecanismo de defensa.

Sólo fachada: Una cara seria y la mirada despectiva en todo momento hacia los demás es, en realidad, una reacción anticipada a sufrir de la discriminación.

Un complejo de verdad: Creer que todo el mundo lo critica es otra señal de la megalomanía que no es más que tomarse en serio ser el protagonista de su propia telenovela y que todo debe girar alrededor de su existencia.

Casi un delirio: La megalomanía raya con la paranoia y también hace parte del narcicismo. No es coincidencia que quienes creen ser lo más importante en el mundo, se sienten los más bellos.

¿Fortaleza? Hacer sentir mal a los demás es una reacción que surte el mismo efecto de la mirada de rechazo hacia el resto del mundo y todo viene del temor.

Detrás de la agresión: Lastimar a los demás antes de que lo hagan conmigo', es la premisa para alguien que sufre el desequilibrio en el autoestima. Un día se sentirá importante, otro no.