Traducido por el equipo de SOTT.net

Conocemos la pregunta que no le deja dormir: ¿cuándo empezaron los humanos a comer caracoles? Pues bien, los investigadores han descubierto recientemente los primeros indicios de que los humanos prehistóricos cocinaban y comían estos moluscos terrestres. Pero, aunque usted podría imaginarse una versión rústica del escargot moderno, los caracoles en cuestión eran en realidad enormes en comparación.
giant snail
© majivecka/Shutterstock.comUna nueva investigación sugiere que los humanos cocinaban y comían caracoles terrestres gigantes hace 170.000 años, en lo que constituye el hallazgo más antiguo de este tipo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo (Sudáfrica), ha hallado fragmentos de conchas de caracoles terrestres de la familia Achatinidae -que pueden llegar a medir 16 centímetros de largo- en la cueva Border, situada en un acantilado cerca de la frontera sudafricana con Eswatini. El yacimiento ha sido excavado en múltiples ocasiones desde la década de 1930, pero fue durante los trabajos realizados entre 2015 y 2019 cuando se hallaron los fragmentos de conchas de caracoles terrestres gigantes.

Los trozos de concha, recuperados con relativa abundancia, aparecieron en múltiples capas de sedimentos que datan de hace entre 70.000 y 170.000 años. También presentan una gama de colores, "desde el beige lustroso hasta el marrón y el gris mate", escriben los autores, lo que se produce cuando se calienta la concha.

Según el equipo, los animales invertebrados, como los caracoles, constituyen más del 95 por ciento de la biodiversidad de la Tierra, pero a menudo se pasan por alto en la investigación arqueológica. Esto se debe a que se han considerado poco importantes para comprender la historia del comportamiento humano. Este marginalismo se ve agravado por lo pequeños que son la mayoría de los especímenes, lo que significa que tienen menos posibilidades de sobrevivir en el registro arqueológico. Pero los caracoles pueden ser una excepción útil debido a sus conchas.

Los caracoles terrestres pueden aparecer en los yacimientos excavados porque se dan de forma natural en la zona, donde se entierran en el suelo para evitar la deshidratación, o porque fueron introducidos por la acción humana, para comerlos o para utilizar sus conchas con distintos fines (para joyería o prácticas religiosas). Otras investigaciones han demostrado que el consumo de caracoles aparece en yacimientos excavados hace unos 30.000 años en Europa y unos 40.000 años en África. Marine Wojcieszak, autora del estudio, declaró a New Scientist que esto representa una "enorme laguna" para las conclusiones del estudio.

"Los moluscos terrestres son una excelente fuente de nutrientes", escriben los autores, "son fáciles y nada peligrosos de recolectar, pueden almacenarse durante algún tiempo antes de ser consumidos, son sencillos de preparar y de digerir siempre que se tenga un dominio básico del fuego". Dado que los homínidos llevan utilizando el fuego desde hace al menos 400.000 años, es fácil ver cómo los últimos hallazgos entran dentro del ámbito de lo posible. De hecho, hay pruebas de que ya cocinábamos pescado hace más de 780.000 años.

Para probar su hipótesis de que los caracoles estaban en el lugar debido al consumo humano, el equipo tomó conchas de caracoles terrestres modernos y las rompió en fragmentos. Los fragmentos eran de diferentes tamaños y colores y se calentaron experimentalmente durante periodos de tiempo comprendidos entre 5 minutos y 36 horas. Esto proporcionó una valiosa fuente para comparar con sus homólogos prehistóricos.

La exposición a temperaturas más altas y a periodos de calentamiento más largos convirtió los fragmentos que antes eran blancos en un tono más "blanco nieve", mientras que las muestras de color beige y marrón se volvieron blancas y grises. El proceso de calentamiento también eliminó el brillo de las conchas porque se quemó la materia orgánica responsable de este brillo en su estructura.

Las conchas también mostraban signos extremos de microfisuras, causadas por el calentamiento. Los mismos patrones estaban presentes en las conchas prehistóricas halladas en el yacimiento de Sudáfrica.

"El análisis microscópico de las conchas modernas calentadas y los especímenes arqueológicos de Border Cave muestra que comparten características resultantes de la exposición al calor, a saber, microfisuras y un aspecto mate de la superficie", afirman los autores.

"Este hallazgo, y el hecho de que la mayoría de los especímenes arqueológicos derivan de elementos de combustión, demuestra que lo más probable es que estos fragmentos de concha fueran calentados".

Aunque no se puede descartar la posibilidad de que las conchas aparecieran en el yacimiento por un comportamiento natural -como que los caracoles excavaran en el suelo, donde fueron calentados accidentalmente por un fuego-, la agencia humana parece ser la causa más probable. Esta idea se ve reforzada por los restos de otros posibles alimentos, como semillas y huesos, que se encontraron en las proximidades, explicó Wojcieszak a New Scientist. Además, la propia cueva está demasiado aislada como para que los restos de comida hayan aparecido por sí solos.

Los resultados no sólo nos hablan de los hábitos alimentarios de nuestros antepasados, sino que también nos permiten "echar un vistazo a la vida social potencialmente compleja de los primeros Homo sapiens", concluyen los autores.

El estudio se publica en Quaternary Science Reviews.