El presidente francés vive uno de sus peores momentos tras la implicación de varios de sus amigos en un turbio caso de cobro de comisiones por la venta de armas.

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© AFPNicolas Bazire, junto a Sarkozy, en 1995
Qué puede hacer un jefe de Estado cuando dos ex esposas de dos amigos íntimos los acusan ante la Policía Judicial de transportar maletas con dinero negro, entre Ginebra y París, para financiar ilegalmente una campaña electoral con una parte de las comisiones cobradas por la venta de armas a Pakistán, donde once franceses murieron víctimas de una venganza crapulosa ligada a ese peligroso comercio...?

Es la soga al cuello que intenta desatar Nicolas Sarkozy, cogido en la trampa de los secretos de alcoba, las venganzas y el vertiginoso comportamiento del testigo de su tercer matrimonio, Nicolas Bazire, el amigo íntimo de los años difíciles, Thierry Gaubert, el más fiel de sus ministros del interior, Brice Hortefeux, y un comerciante de armas casado con una aristocrática señora de muy buen ver.

El escándalo Karachi, lo relanzó la nieta del último rey de Italia, Umberto II, la princesa Helena de Yugoslavia, declarando a la Policía Judicial: «Durante unos años, mi esposo, Thierry Gaubert, y Nicolas Bazire, testigo de la boda de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, en el Elíseo, hacían viajes a Suiza para traer a París dinero con el que se financió la fallida campaña presidencial de Edouard Balladur, en 1995». «La princesa que amenaza a Sarkozy», se apresuraba a titular Le Figaro.

Amenaza potencial: la princesa no aporta ninguna prueba. Y el jefe del Estado no es responsable de las presunciones que puedan pesar sobre sus amigos íntimos. Amenaza que algo tiene de nube tóxica. Helena de Yugoslavia es una señora de armas tomar, una aristócrata adinerada, que introdujo a su ex en el mundo de la aristocracia en el destierro, cuando Sarkozy los casó, siendo alcalde de Neuilly.

La «bomba» fétida, perfumada con «Opio» de Yves-Saint-Laurent, tocó automáticamente a dos íntimos de Sarkozy. Nicolas Bazire es hoy el hombre fuerte del grupo Arnault (LVMH), el primero o el segundo de los grandes gigantes del lujo francés. Pero es, desde siempre, un íntimo de Sarkozy: testigo de la boda del presidente, en el Elíseo, en terceras nupcias, con Carla Bruni. Y viejo compañero de viaje, cuando Bazire era el tesorero de la fallida campaña presidencial de Balladur (1995), de la que Sarkozy fue portavoz oficial. Bazire está oficialmente inculpado en el «caso Karachi». Y se anuncia un proceso largo y complicado. Sarkozy no está oficialmente acusado de nada. Pero el escándalo deja al descubierto «amistades peligrosas».

La «bomba» lanzada por Helena de Yugoslavia tocó igualmente a su ex esposo, Thierry Gaubert, también inculpado por la Justicia, viejo cómplice de Sarkozy en la alcaldía de Neuilly y en el ministerio de Finanzas, donde el ex de la princesa oficiaba como hombre para todo: «cómplice», «consejero», experto emérito en comunicación política. Cuando Gaubert se encontraba en una comisaría, esperando ser interrogado por la policía, recibió una llamada telefónica comprometedora de Brice Hortefeux, ex ministro del interior, muy inquieto: «No me gusta decírtelo por teléfono. Pero parece que tu mujer está largando mucho...». «Estoy en una comisaría...», se apresuró a advertir Gaubert a su amigo y también íntimo de Sarkozy. Las filtraciones policiales no tardaron en dar noticia de ese breve diálogo, convertido automáticamente en hipotética «prueba de cargo»: un ex ministro, consejero íntimo de Sarkozy, en el Elíseo, está muy al corriente del secreto de la instrucción del escándalo Karachi, y advierte a uno de los inculpados, Gaubert, que su mujer está «largando».

Por si solas, las acusaciones de la Princesa Helena de Yugoslavia no son una prueba determinante. Pero coinciden con las acusaciones de otra señora, Nicola Johnson, ex de un millonario libanés, comerciante de muy altos vuelos, Ziad Takieddine, intermediario entre Francia, Pakistán y Arabia Saudí, cobrando comisiones de Estado de una legalidad y visibilidad muy aleatorias, con frecuencia. Nicola Johnson insiste en las mismas acusaciones: «Mi esposo pagó importantes comisiones a Nicolas Bazire y Thierry Gaubert, con el dinero de sus cuentas en Suiza».

El atentado de Karachi

El 8 de mayo de 2002, once empleados de la Direction des Constructions Navales (DCN), desplazados a Karachi, el gran puerto de Pakistán, murieron en un oscuro atentado criminal. La Justicia francesa sospecha que ese atentado fue perpetrado por los comisionistas paquistaníes que no recibieron el dinero prometido oficiosamente por la venta de armas cuyas comisiones si cobró Ziad Takieddine, el millonario libanés acusado por la Justicia francesa de varios delitos relacionados con el cobro de las comisiones que también pudieron beneficiar, supuestamente, a quienes financiaron la campaña de Balladur, en 1995, de la que Sarkozy fue portavoz oficial.

La iconografía tiene en estos escándalos, o presuntamente tales, una importancia excepcional. A las fotos de Nicolas Sarkozy, alcalde de Neuilly, casando a Thierry Gaubert con la princesa Helena de Yugoslavia, siguieron las fotos de Sarkozy y Nicolas Bazire haciendo campaña, juntos, a favor de un Edouard Balladour acusado de haber financiado parcialmente su campaña de 1995 con dinero de dudosa procedencia. Vinieron después las imágenes del matrimonio Tadkieddine recibiendo en su lujosa finca de la Costa Azul al matrimonio Hortefeux (cuando era ministro del Interior), con un efecto simbólico catastrófico: un consejero del presidente en la animada compañía de un traficante de armas libanés... Quedan por esclarecer las relaciones entre Tadkieddine y los amigos íntimos de Sarkozy, víctima, quizá, de la polvareda tóxica de sus «amistades peligrosas».