Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández© Desconocido
Pham To tenía un aspecto estupendo para sus 78 años de edad (al menos, esa era la edad que él pensaba que tenía). Su cabello era fino, canoso, y le raleaba en las sienes, pero sus ojos eran vivaces y su físico robusto, todo ello resultaba notable teniendo en cuenta por todo lo que había pasado. Le escuché atentamente, como hice siempre tantas veces ante tantas historias similares, pero lo que me relataba estaba más allá de mi capacidad de comprensión. Es probable que también de la de Vds.
Pham To me dijo que
los aviones empezaron sus series de bombardeos en 1965 y que los lanzamientos periódicos de artillería se iniciaron también en esa época. Nadie sabrá nunca cuántos civiles murieron en los años que siguieron. "El número es incalculable", me dijo un día de primavera de hace pocos años en un pueblo situado en las montañas del centro del Vietnam rural. "Murió tanta gente".
Y eso sólo fue a peor.
Lo que sobrevino a continuación fueron los defoliantes químicos, que arrasaban la tierra. También empezaron a ametrallar a los civiles desde los helicópteros. En 1969, las bombas y la artillería no descansaban ni de día ni de noche. Muchos campesinos huyeron. Algunos se dirigieron hacia las zonas profundas de la montaña, cambiando el terror de una muerte inminente por una lucha diaria de miseria y privación; otros se vieron obligados a dirigirse hacia míseras zonas donde se intentaba reasentar a los refugiados. Los que se quedaban en sus pueblos sufrían aún más cuando aparecían los soldados. Siempre les quemaban las casas. Golpeaban y pateaban a la gente.
Disparaban a los hombres cuando corrían presos del miedo. Violaban a las mujeres. Una mañana, los soldados estadounidenses masacraron y liquidaron a veintiuno de sus vecinos. Todo esto representó la Guerra de Vietnam para Pham To, lo mismo que para muchos vietnamitas de las zonas rurales.
Uno, dos... ¿cuántos Vietnam?Al principio de la Guerra de Iraq, y durante los años que siguieron, expertos, veteranos, políticos y estadounidenses de a pie
se preguntaron si la debacle de EEUU en el Sureste Asiático se estaba repitiendo. ¿Habría "
otro Vietnam "? ¿Se convertiría en otro "
atolladero "?
Lo mismo puede decirse de Afganistán. Años después del 11-S y como esa guerra también se ha ido a pique, las preguntas sobre el "
Vietnam de Obama " empezaron a plantearse cada vez con mayor frecuencia. De hecho, en octubre de 2009, una mayoría de estadounidenses había llegado a creer que estaba "
convirtiéndose en otro Vietnam ".
En aquellos años, incluso "Vietnam" mostraba una sorprendente
doble analogía , al menos después de que los
generales empezaran a leer y citar
textos revisionistas sobre esa guerra. Afirmaban, a pesar de todas las apariencias, que el ejército estadounidense había ganado realmente en Vietnam (antes de que los políticos, los medios y el movimiento antibelicista les arrebataran tal triunfo). Esa misma fórmula de éxito, insistían, podría utilizarse para triunfar de nuevo. Y así fue como sacaron a relucir una solución fallida de aquella fracasada guerra: la contrainsurgencia, o COIN (por sus siglas en inglés), como la panacea militar del desastre inminente.