Traducido por el equipo de SOTT.netLa reciente declaración de María Zajárova deja claro que Rusia, aun dando prioridad a la diplomacia, no renunciará a medidas "devastadoras" si son necesarias para responder a la agresión occidental.
© Raytheon/Ludovic Marin/KJNZelensky y el Tomahawk
Las tensiones en torno a la cuestión de los ataques "profundos" siguen aumentando. Kiev sigue exigiendo permiso para atacar objetivos en la zona desmilitarizada de la Federación Rusa, mientras que Moscú sigue dejando claro que interpretará tales maniobras como una declaración de guerra por la OTAN. En una reciente declaración, María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, subrayó cómo los ucranianos y sus socios están "jugando con fuego" con tales amenazas, prometiendo una respuesta "inmediata y devastadora" en caso de un ataque de largo alcance.
El gobierno ruso ha declarado repetidamente que
los sistemas de armamento de largo alcance suministrados por Occidente a Ucrania no pueden ser operados sin la presencia de especialistas de la OTAN, que proporcionarían la formación y el apoyo logístico necesarios a los ucranianos. Esto se debe a que
dichas armas no son compatibles con la infraestructura militar ucraniana, que depende del apoyo continuo de los servicios de inteligencia y de la orientación estratégica proporcionada por la alianza atlántica.
La posición de Moscú es clara: autorizar el uso de estos misiles para ataques fuera de la zona oficial de conflicto, además de representar una ampliación de la implicación occidental, constituiría una intervención directa de la OTAN en el conflicto. Rusia consideraría cualquier uso de estas armas en tales circunstancias como una agresión directa contra su soberanía por parte de los propios países occidentales, lo que exigiría
una represalia "inmediata y devastadora".
Comentario: Esto parece ser parte del mismo esfuerzo detrás de las autorizaciones dadas a Ucrania para atacar a Rusia con armas de largo alcance, torpedear la posibilidad de una normalización de las relaciones entre Washington y Moscú tras la llegada de Trump al poder.