hombre a cuerda
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Que actualmente se vive a las corridas y que por momentos parecemos más pulpos que humanos por la cantidad de cosas que pretendemos o debemos hacer, no es una novedad para nadie y es una realidad para muchos.

El asunto es que esta es una constante cotidiana que termina afectando la calidad de vida y a largo plazo será la salud física y psicológica la que pase factura.

Cada vez son más las personas que dicen padecer una especie de desgano paradójicamente en tiempos en que se realizan más actividades y las jornadas de trabajo se extienden más allá de lo saludable.

Según una encuensta realizada por TNS Gallup en 2010, 4 de cada 10 personas aseguran sentirse sin energía, 3 de cada 10 se asumen estresados mientras que 2 de cada diez dicen estar deprimidos.

La situación empeora entre las mujeres: mientras 27% de los hombres menciona haber padecido estrés, lo hace 36% de las mujeres; en cuanto a la falta de energía, ellas llevan la delantera con un 45% frente a 36% del sector masculino.

En este sentido hay que decir que ellas cada vez más deben asumir una triple jornada laboral vinculada al trabajo fuera del hogar, el mantenimiento de la casa y la atención de los hijos.

La falta de conciencia sobre esta situación o la incapacidad para revertirla hacen que se extienda en el tiempo para comenzar a producir ciertas alteraciones.

Que es algo propio de la época es el argumento común entre los especialistas de la psicología que sustentan el argumento en el nivel de exigencia que hace que el ideal aparezca siempre inalcanzable conllevando frustración.

"Está asociado al modo de vida actual con sobrecarga de exigencias y a ritmo acelerado, que es por sí mimso patógeno ya que no favorece una vida saludable", sostiene el psicólogo Walter Motilla, presidente de la Sociedad Argentina de la Psicoterapia Integrativa, quien además explicó que "los desafíos cotidianos insumen gastos energéticos muy altos".

La psicoanalista Graciela Conocente describe al modelo como una instancia donde "nada es suficiente con un ideal inalcanzable, siempre se quiere más y se traspasa los límites de lo saludable".

Hay que agregar que 42% de los mendocinos está sobreocupado, es decir, que trabaja más de 45 horas semanales, mientras que cada vez son más los que tienen dos trabajos para poder subsistir, según publicó Los Andes a partir de un informe de la Fundación Ideal.

Exceso de tensiones
"El estrés se paga con intereses" es el título de una charla abierta a la comunidad que la Fundación Diagnóstico Maipú de Buenos Aires ofrecerá el próximo 16 de mayo. En ella el médico especialista en Psiquiatría y Terapia Familiar, Alejandro Puente buscará alertar sobre sus consecuencias.

"El estrés se define como la reacción inespecífica del ser humano ante diversas tensiones. Es la respuesta del organismo a los cambios, sean estos positivos o negativos", afirma el profesional.
Si bien esta es una reacción normal, actualmente pueden sobrepasarse los niveles de tensión que puede tolerar cada individuo lo cual se manifiesta a través de síntomas de diversa índole.

Las señales que más frecuentemente se presentan son dificultades para dormir, malhumor, irritabilidad, olvidos y distintas somatizaciones (opresión precordial, palpitaciones, acidez, diarrea, mareos).

Se debe tener en cuenta que, en muchos casos, tanto los infartos en gente joven como los accidentes o los episodios hipertensivos se dan en un contexto de situaciones de estrés crónico. Al mismo tiempo, cualquier patología orgánica o psicológica se incrementa ante estas situaciones. Desde esta perspectiva se puede considerar al estrés como uno de los principales factores de riesgo para la salud, subraya un documento elaborado por la fundación.

La vida diaria, sus interacciones y sus actividades así como el aparato psíquico tienen un costo energético que al verse sobrepasado determina "anergia", falta de energía, que es algo propio de los cuadros de estrés y depresión.

"Estas exigencias se toman de manera diferente cuando hay salud mental, es algo así como un tanque de combustible", grafica Motilla. El recupero de energía deviene de los momentos de ocio y de descanso, del placer de lo que hacemos y de las relaciones gratificantes.

Sin embargo, el problema es que no existen tiempos de recupero energético y se produce un efecto acumulativo de esa anergia. Tal situación conlleva en primera instancia sensación de sueño poco reparador y poca voluntad.

Paulatinamente va incidiendo en áreas de la vida con mayor responsabilidad para finalmente afectar los aspectos y momentos placenteros. Así, al no contarse con la energía necesaria e ir siempre a las apuradas no se disfruta lo que habitualmente se disfrutaba y con el tiempo se cae en el nihilismo, cuando nada tiene sentido.

"Pueden aparecer depresiones enmascaradas, las cuales son más difíciles de diagnosticar ya que no se manifiestan con los síntomas habituales de tristeza sino a nivel biológico", dice el psicólogo. Hasta que definitivamente el cuerpo pasa factura, ya que este desorden termina por manifestarse en el sistema orgánico más vulnerable para el individuo: a nivel del sistema respiratorio pueden aparecer alergias, en el sistema circulatorio puede producirse hipertensión o accidentes cerebrovasculares. En el tracto digestivo, lo habitual es el colon irritable.

Cambio saludable

"El tratamiento supone, en primer lugar, identificar los síntomas y luego, determinar cuáles son las áreas en las que se está más comprometido", destaca el doctor Puente. Necesariamente se debe hacer una reducción de actividades o de exigencias en alguno de estos espacios afectados. Realizar actividad física y comer de forma saludable permite resolver la situación con mayor eficiencia, y en muchos casos, los psicofármacos pueden ayudar.