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© RAMY WURGAFT.Barrio de chabolas de Paraguay.
Los números en Paraguay son generosos para un sector, y tristemente elocuentes para otro. En el primero, abarca fundamentalmente a los sectores productivos. En el segundo, afecta a las capas más vulnerables de la sociedad.

Mientras el país se ha transformado en el territorio con mayor empuje económico de América Latina en este año 2013, las tasas de desigualdad se aceleran y muestran a un 25% de la población en situación de pobreza extrema. ¿Cómo se explica?. Las respuestas son buscadas desde los que muestran los números de crecimiento, y aguardadas cada día por aquellos que poco o nada tienen.

El reciente y último informe dado a conocer por el Banco Central del Paraguay (BCP) indica que la economía del país creció un 14,7% hasta el mes de agosto. Las exportaciones treparon hasta superar los 7.400 millones de dólares -hasta setiembre-, y según la Cepal el país se convirtió en la punta de lanza de América Latina a la hora del crecimiento económico. Pero en el otro extremo están los pobres, quizás y sin quizás la mano de obra que sustenta tanta soja embarcada y tanto ganado en cría.

Las previsiones brindadas a fines del año 2012 ya hacían suponer este crecimiento económico exponencial. En el informe "Estimación del PIB 2013 - Primera revisión" del Banco Central, las proyecciones iniciales hablaban de un repunte de la economía paraguaya en un 10,5% para el 2013. Con tasas positivas, con la retracción del 2012 en un horizonte lejano -sequía y brotes de fiebre aftosa mediante- se argumentaba el motor del crecimiento a motivos que responden a "la rápida recuperación de la agricultura de los embates climáticos, la expansión de la ganadería y de la industria cárnica, tras la superación del brote de fiebre aftosa, sumado al esperado aumento de las construcciones tanto públicas como privadas".

Y las previsiones se cumplieron. El ingreso per cápita ya supera los 4.000 dólares, el Producto Interno Bruto (PIB) de Paraguay creció un 14,8% en el primer trimestre de este año gracias a la fuerte recuperación de su sector agrícola, un área que creció un 47,4% en el trimestre analizado.

Pero la soja, el motor económico del país por excelencia, no ha sabido o no ha logrado frenar el avance de la pobreza, lastimosamente al mismo ritmo que los números macro. Los US$ 3.600 millones correspondientes a la exportación de grano de soja y carne vacuna, no son patrimonio de los pobres.

En la otra cara del Paraguay están los pobres, citados por la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe anual de mayo pasado. Allí se supo que el 25% de la población paraguaya pasa hambre, y el porcentaje crece. En la reciente Encuesta de Hogares 2012 de la Dirección General de Encuesta, Estadística y Censo, se informa que el 20% de la población -esto es 1.250.000 personas- pasan hambre cada día. Es la mitad de la población -2.500.000 personas- que viven en la pobreza extrema.

El tema no ha sido de soslayo para el Presidente Cartes, que se autoimpuso en su discurso de asunción el combate más acérrimo hacia la pobreza extrema del país. Con un territorio amplio, con comunidades indígenas aún postergadas, con ciudades que alimentan los cinturones de marginalidad, los resultados al momento no son visibles.

Mientras crece la construcción, con un "un importante repunte interanual" del 18,1%, crece la desnutrición. Mientras las obras civiles empujan el país hacia arriba y hacia adelante, la inversión pública no se ocupa de los más desprotegidos. Crece un 7,2% la manufactura y minería, 11,8% los servicios, 0,8% la generación de electricidad y agua, 1% los impuestos. Sin embargo los US$ 8500 millones previstos como exportables a diciembre 2013, no afectan positivamente los números más sombríos del país.

Es que son 400.000 los niños en situación de pobreza y más de 600.000 que sufren hambre. Algo así como el 42% de los niños y adolescentes en territorio paraguayo están desnutridos o en esa vía. Como dato aleccionador, el Foro Económico Mundial ubicó a Paraguay en el lugar 138 de 142 países por sus condiciones educativas, pues 250.000 niños, niñas y adolescentes están fuera del sistema educativo formal. Crecen los extremos, y no hay tendencia a revertirlo al menos en un futuro cercano.