"Lo que la oscuridad no puede poseer, busca destruir"

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Miembro principal de la temprana élite bancaria estadounidense, John D. Rockefeller (exactamente) retratado en uno de los primeros dibujos animados del siglo 20.
Usted probablemente ha leído todo tipo de teorías que tratan de explicar las causas de la "nueva guerra fría" en la que nos encontramos. Desde la teoría vergonzosamente simplista de que "Putin es un Hitler", ofrecida por la prensa occidental, a la idea más matizada de una "guerra energética" entre Estados Unidos-Europa-Rusia. La verdad sobre por qué estamos donde estamos ahora mismo, como especie, sin embargo, es bastante simple en realidad. Pero para entenderlo tendrá que deshacerse de la idea de una "nueva guerra fría" y sustituirla por "la guerra de 120 años que nunca terminó".

Si le gusta la historia condensada y relevante a los acontecimientos actuales, siga leyendo.

Hace más de 100 años, en 1904, uno de los padres fundadores de la geopolítica y la geoestrategia, graduado de la Universidad de Oxford y co-fundador de la London School of Economics, el Sir Halford Mackinder, propuso una teoría que expandió el análisis geopolítico desde el nivel local o regional a un nivel global. La geopolítica es el estudio (por personas en posiciones de poder) de los efectos de la geografía (humana y física) en la política internacional y las relaciones internacionales.

En términos sencillos, esto significa que es el estudio de la mejor manera de controlar la mayor parte del mundo - sus recursos, humanos y naturales - como sea posible.

Cuando usted o yo pensamos en el mundo, pensamos en un lugar complicado y grande, con miles de millones de personas. Cuando la "élite" piensa en el mundo, piensan en un globo terráqueo o un mapa, con estados-nación en él que pueden, y deben, según ellos, moldearse y cambiarse en masa.

Mackinder separó el mundo en unas pocas regiones.
  • La "Isla mundial", un área que comprende aproximadamente a los continentes interrelacionados de Europa, Asia y África.
  • Las islas costeras, incluyendo las Islas Británicas y las islas de Japón.
  • Las islas periféricas, incluyendo los continentes de América del Norte, América del Sur y Australia.
La más importante de ellas, con mucho, es la "isla mundial" y, en particular, lo que él llamó el "corazón", que básicamente significa Rusia. Mackinder dijo que quién controle el "corazón" (Rusia) controla la "isla mundial" (Eurasia y África), y quien sea que controle eso, controla el mundo.

Es un análisis bastante evidente de la situación debido a que la gran mayoría de la población y los recursos del mundo se encuentran en el continente euroasiático, y poseer una gran posición en el norte de esa masa de tierra - con su retaguardia protegida por un océano congelado intransitable - le da el punto de ventaja por excelencia, o "posición más alta" si así lo desea.

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Mapa geoestratégico del mundo por Mackinder
Mackinder probablemente llegó a esta conclusión como resultado de la experiencia británica de ser un imperio. Los británicos tenían un gran imperio en el que "el sol nunca se ponía" (y la sangre nunca se secaba), y, mientras que la élite británica adquirió un montón de dinero y causó mucho sufrimiento mediante la expropiación de los recursos de otros pueblos, ellos nunca fueron capaces de "dominar el mundo" verdaderamente porque el "corazón" (Rusia) no fue conquistado y convertido en un estado servil a las potencias occidentales; en gran parte debido a su enorme tamaño y el hecho de que la misma Rusia había sido durante mucho tiempo un Imperio.

En 1904, las ideas de Mackinder (compartidas por sus contemporáneos) ya eran moneda común entre la élite angloamericana de la época, que buscó la dominación global por medio de la prevención de cualquier competidor para los Estados Unidos. Rusia fue el competidor potencial natural, de nuevo debido a su tamaño, sus recursos y su historia imperial. Así que incluso antes del paso del siglo XX, la élite de los EE.UU., en alianza con sus compañeros de ideología británicos, se mantenían ocupados con la tarea de "neutralizar" a Rusia como una amenaza para sus planes de hegemonía global. Cuando Mackinder publicó sus ideas, los políticos, industrialistas y banqueros británicos y estadounidenses ya se habían embarcado en el proceso de "cambio de régimen" en Rusia, a través de una de las "islas costeras", concretamente, Japón.

Primera Guerra, La Revolución

En 1898, Rusia había acordado un convenio con China que arrendaba el puerto chino de "Port Arthur" a Rusia. En el momento éste era el único puerto de agua tibia en el Pacífico de Rusia (y tenía tanta importancia estratégica como la que tiene Crimea para Rusia hoy en día). Tanto los británicos y los estadounidenses estaban preocupados por la estrecha relación entre Rusia y Alemania (el Zar Nicolás II y el Kaiser Guillermo II de Alemania eran primos) y la posibilidad de que Francia podría unirse a ellos en una triple alianza antibritánica. Para los británicos y estadounidenses claramente se trataba de una "amenaza para el orden internacional".1

Para frustrar las intenciones de Rusia en Asia, en 1902, Gran Bretaña y Japón firmaron la "alianza anglo-japonesa", que estipulaba que si Japón o Gran Bretaña eran atacados por más de un enemigo, ellos se apoyarían mutuamente militarmente. Efectivamente, esta fue la luz verde de los británicos para que Japón vaya a la guerra con Rusia, si fuera necesario, con la certeza de que ni Francia ni Alemania (aliados de Rusia) intervendrían y se arriesgarían a una guerra con Gran Bretaña. A partir de ese momento en adelante, Japón actuó efectivamente como protector de los intereses británicos en el Este de Asia.

Desde el 8 de febrero de 1904 al 5 de septiembre de 1905, se libró la primera "gran guerra" del siglo XX entre Japón y la Rusia zarista, en gran parte por el acceso a "Port Arthur".

El gobierno británico suministró a la marina japonesa con buques de guerra y, durante la guerra misma, pasó información a los japoneses. Tal vez la ayuda más importante para el gobierno japonés llegó en la forma de préstamos de bancos e instituciones financieras británicas y estadounidenses que totalizaron 5 mil millones de dólares a valor de hoy, incluyendo un "préstamo" de 200 millones por parte del prominente banquero de Wall Street, Jacob Schiff.2

Durante la Primera Guerra Mundial, Schiff y otros banqueros de Wall Street también concedieron préstamos a las potencias centrales, a pesar de ser oficialmente enemigas de su patria adoptiva, los EE.UU.

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Un impreso de propaganda rusa de 1905 que muestra a marineros rusos fumando proyectiles japoneses proporcionados por 'John Bull', representando a Inglaterra, así como los EE.UU. observando.
La batalla decisiva tuvo lugar del 27 al 28 mayo de 1905, cuando las fuerzas navales de Rusia y Japón se reunieron en el estrecho de Tsushima. Dos tercios de la flota rusa fueron destruidos. La derrota de Rusia fue enfatizada por el Tratado de Portsmouth, que confirmó el surgimiento de Japón como potencia preeminente en el este de Asia y obligó a Rusia a abandonar sus planes para desarrollar la región de Siberia-Pacífico e iniciar las rutas comerciales del Lejano Oriente. Japón también se convirtió en la sexta fuerza naval más potente y los costos de la guerra asestaron un golpe significativo a la economía rusa.

Incluso antes de que la guerra hubiera terminado oficialmente, fue la situación financiera desesperada de Rusia, la derrota en Tsushima y la presión de los británicos las que llevaron al Zar a alejarse finalmente del Tratado de Bjorko de 1905, que había firmado con el Kaiser Wilhelm (y, por implicación, con Francia). Tan pronto como el Gobierno británico y su red de anglófilos en Rusia se enteraron del acuerdo secreto firmado en el yate del Kaiser en el mar Báltico (un acuerdo que habría amenazado al 'orden mundial' alineando a Rusia con Alemania), ellos amenazaron con cortar la financiación a Rusia y organizaron a la prensa rusa, la cual aparentemente era controlada por ellos, para que iniciaran una campaña de propaganda antialemana.

El Kaiser escribió al Zar:
"La totalidad de su prensa influyente, en unos quince días se ha hecho violentamente antialemana y probritánica. En su mayoría, son comprados por las fuertes sumas de dinero británico, sin duda".3
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La representación de la batalla de Tsushima de 1905, desastrosa (para Rusia), donde 2/3 de su flota fue destruida.
Al estar Rusia aislada y económicamente quebrada, y al eliminar la amenaza de la integración euroasiática, el siguiente paso lógico era deshacerse por completo del Zar y transformar a Rusia en un mercado controlado, retardado y 'cautivo' para las finanzas occidentales. Pero para lograr ese objetivo, primero había que abordar decididamente a la Alemania del Kaiser Wilhelm, y eso significaba la guerra. Con el fin de preparar el terreno para la guerra, los británicos firmaron el Entente anglo-ruso en 1907, y más tarde añadieron a Francia a la Triple Entente, aliando a los ejércitos más poderosos del mundo en contra de Alemania.

Entre 1903 y 1914, el público británico fue sometido poco a poco a un frenesí antialemán, y también asediado con un sinnúmero de artículos de periódicos, libros y folletos que (falsamente) advertían del rearme y las intenciones agresivas de Alemania para invadir Gran Bretaña y dominar el mundo. El magnate de publicaciones y periódicos británicos en el momento, Alfred Harmsworth, que estaba íntimamente ligado con la élite política y la banca británicas, ejerció una enorme influencia sobre la opinión pública británica a través de sus periódicos. En una entrevista con el diario francés Le Matin, Harmsworth dijo:
"Los alemanes se hacen a sí mismos odiosos para toda Europa, no voy a permitir que mi diario publique cualquier cosa que pudiera de alguna manera herir los sentimientos de los franceses, pero no me gustaría imprimir cualquier cosa que pudiera ser aceptable para los alemanes".3
La histeria antialemana culminó con la aprobación de la Ley de Secretos Oficiales del Reino Unido de 1911, que estableció con eficacia los servicios de inteligencia británicos MI5 y MI6. Encaja con el hecho de que estas agencias, hoy en día ocupadas con la fabricación de las amenazas terroristas para asustar al público británico - y mundial - y llevarlo a apoyar la guerra, tuvieron su fundación en una amenaza desde Alemania fabricada.

El "punto de inflamación" elegido para una guerra anglo-estadounidense para destruir Alemania, debilitar a las potencias europeas y hacer que el conjunto de Europa sea servil a los intereses bancarios occidentales, fueron los Balcanes.

En noviembre de 1912, un telegrama del embajador de Rusia en Bulgaria al Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia (Izvolsky), que implicaba a un representante del periódico británico The Times, afirmaba que "muchas personas en Inglaterra están trabajando para acentuar la complicación en los Balcanes para lograr la guerra que daría lugar a la destrucción de la flota alemana y el comercio alemán".4

Lo más probable es que este periodista de The Times fuera James David Bourchier, un miembro de la aristocracia inglesa que estaba profundamente involucrado en la Liga Balcánica, una organización creada en 1912 por el embajador ruso en Belgrado, Nicholas Hartwig, para presionar por la independencia de los Estados Balcánicos del Imperio Otomano y el austro-húngaro. Nicholas Hartwig era un agente del monarca Inglés, Edward VII, y, por lo tanto, de la élite británica.5 La independencia de los Estados Balcánicos estaba totalmente en línea con el objetivos de las élites británicas de desmantelar los imperios que representaban una competencia.

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Dos marionetas de la élite occidental. El Archiduque Fernando y su asesino, Gavrilo Princip.
El asesinato del archiduque Franz Ferdinand en 1914 fue registrado como la chispa que encendió la Primera Guerra Mundial. Pero esta es una distorsión de los hechos. Como se mencionó, los planes británicos para la guerra contra Alemania ya tenían por lo menos una década en ese momento.

En cualquier caso, los asesinatos de la realeza y la nobleza eran bastante comunes en esa época en Europa, y la muerte de Franz no era algo que necesariamente habría provocado una guerra mundial. Ciertamente, el Imperio Austro-Húngaro sólo estaba interesado en calmar a los serbios, y Alemania, aliada de Austria-Hungría, estaba decididamente en contra de que la crisis se saliera de control.

Después del asesinato, el Gobierno británico anunció engañosamente a Austria-Hungría y Alemania que aceptaban el derecho de Austria-Hungría a una indemnización de Serbia. Cuando Austria emitió su Ultimátum de Julio a los serbios, el 23 de julio (una serie de demandas que fueron intencionalmente hechas para ser inaceptables) esperaban que resultara en una guerra local, pero el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sazonov (otro agente británico)6, respondió movilizando fuerzas rusas, el 28 de julio, en contra de los deseos del Zar. Los británicos también movilizaron a sus propias tropas en silencio, anticipando un movimiento alemán en contra de Bélgica, el cual ocurrió el 4 de agosto.

Lo que ni Alemania ni Austria-Hungría se dieron cuenta fue que el asesinato - el casus belli - había sido orquestado por los serbios con el apoyo de agentes británicos en el Gobierno ruso. En el caso de la corte de 1917 sobre el asesinato, el coronel serbio Dragutin Dimitrijević confesó que él había contratado a los sicarios de Ferdinand y que el asesinato fue planeado con el conocimiento y la aprobación del embajador ruso en Belgrado (Nicholas Hartwig) y el agregado militar ruso en Belgrado, Viktor Artamónov. Tanto Hartwig y Artamonov estaban efectivamente pagados por el Gobierno británico. Si en aquel entonces hubiera sido ampliamente revelado que los rusos estaban directamente involucrados en el asesinato, el Gobierno británico no podría haber justificado la guerra al público británico, que tenía fuertes opiniones antizaristas, gracias a la propaganda antirrusa que era alimentada de forma sistemática durante el "Gran Juego" del siglo 19. En todo caso, habrían hecho un llamado a la guerra contra Rusia.

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El Kaiser Wilhelm II (izquierda) y el zar Nicolás II
A pesar de que los ejércitos rusos y alemanes marchaban fuera de sus cuarteles el 1 de julio, el Zar y el Kaiser estaban intercambiando telegramas en un vano intento de evitar el desastre. En una nota que escribió más tarde ese día, el Kaiser finalmente entendió la profundidad de la perfidia británica:
"No tengo ninguna duda de ello: Inglaterra, Rusia y Francia se han puesto de acuerdo entre ellos para llevar el conflicto austro-serbio como una excusa para librar una guerra de exterminio contra nosotros... la estupidez y la ineptitud de nuestro aliado se convierte en una trampa para nosotros... la red ha sido lanzada de repente sobre nuestras cabezas, e Inglaterra es quien siega burlonamente el éxito más brillante de la persistente política mundial puramente antialemana que ha llevado a cabo y ante la cual nos hemos demostrado indefensos. Se nos ha llevado a una situación que ofrece a Inglaterra el pretexto deseado para aniquilarnos bajo el manto hipócrita de la justicia".7
No debería ser ninguna sorpresa que durante esta "gran" guerra para proteger el mundo libre, los fabricantes de armas británicos y estadounidenses, muchos de ellos vinculados a la Ciudad de Londres y los bancos de Wall Street, estuvieran armando a todos los bandos en el conflicto. Para dar un solo ejemplo, la Compañía Armstrong-Pozzuoli de propiedad británica, con sede en la bahía de Nápoles, empleó a 4.000 hombres y fue el mayor proveedor naval para el enemigo de Gran Bretaña, Italia, ¡y el director, el contralmirante Ottley, era un oficial naval inglés de alto nivel!8

Durante la guerra, el diputado laborista Philip Snowden dijo airadamente ante la Cámara de los Comunes que "[los] submarinos y todos los torpedos utilizados en la marina austriaca fueron hechos por el trabajo de Whitehead Torpedo en Hungría... están haciendo torpedos con capital británico para destruir a los barcos británicos."9 Los mismos torpedos estaban siendo utilizados por los submarinos alemanes para hundir a los barcos británicos, y más tarde a los estadounidenses.


Hablemos de una revolución


Los efectos desastrosos para Rusia de la guerra ruso-japonesa inspirada por los británicos en 1905, provocaron la "revolución" rusa, que duró hasta 1907. Esa revolución allanó el camino para el derrocamiento del Zar y la llegada al poder de los bolcheviques nihilistas, en la revolución de octubre de 1917. Tal acontecimiento definiría la historia de Rusia durante los próximos 70 años. Lejos de haber sido un impedimento, el hecho de que la Rusia zarista fue una aliada de los británicos en medio de la Primera Guerra Mundial parece haber sido visto, en la época, por los gobiernos británico y estadounidense como una oportunidad para apuñalar al Zar en la espalda cuando, y desde donde, menos lo esperaba.

Al igual que la primera Guerra Mundial, el plan para el derrocamiento del Zar y la revolución en Rusia ya había sido fabricado hacía años. De hecho, parece que la guerra ruso-japonesa de 1905 fue utilizada por el mencionado Jacob Schiff y Co. para sembrar las semillas de la revolución, de esa revolución de 1917, con 12 años de antelación. En su libro, Jacob H. Schiff: Un Estudio sobre el Liderazgo Judío Americano, la prolífica autora judío-estadounidense, Naomi Wiener Cohen, afirma:
"La guerra ruso-japonesa alió a Schiff con George Kennan en el proyecto de difundir propaganda revolucionaria entre los prisioneros de guerra rusos que estaban bajo el poder de Japón (Kennan tenía acceso a ellos). La operación fue cuidadosamente mantenida en secreto y no fue hasta la revolución de marzo de 1917 que se dio a conocer públicamente por Kennan. Él luego contó cómo había conseguido el permiso japonés para visitar los campamentos y cómo los prisioneros les habían pedido algo para leer. Al conseguir que los "Amigos de la Libertad Rusa" enviaran más de una tonelada de material revolucionario, él aseguró el respaldo financiero de Schiff. Como lo dijo Kennan, cincuenta mil oficiales y soldados regresaron a Rusia [como] revolucionarios ardientes. Allí se convirtieron en cincuenta mil "semillas de la libertad" en cien regimientos que contribuyeron al derrocamiento del Zar ".
Aunque Schiff era un opositor estridente del Zar ruso, debido a su trato de judíos de Rusia, es difícil decir si la fue la simpatía por sus correligionarios en Rusia lo que motivó a Schiff, y a otros banqueros de Wall Street judíos e industrialistas, a financiar la revolución bolchevique. Después de todo, todos ellos también cosecharon recompensas financieras masivas como resultado.

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Dibujo de Robert Minor en el St. Louis Post-Dispatch (1911). (Haz clik para agrandar)

Karl Marx rodeado de un público de agradecidos financieros de Wall Street: John D. Rockefeller, JP (Pontifex Maximus) Morgan, (Pontifex Maximus), John D. Ryan del National City Bank, y socio de Morgan George W. Perkins. Inmediatamente detrás de Karl Marx está Teddy Roosevelt, líder del Partido Progresista.
El general ruso, Arsene de Goulevitch, que fue testigo de la Revolución Bolchevique de primera mano, dijo:
"Los principales proveedores de fondos para la revolución no eran ni las descabellados millonarios rusos ni los bandidos armados de Lenin. El dinero "real" provino principalmente de ciertos círculos británicos y estadounidenses que durante mucho tiempo habían prestado su apoyo a la causa revolucionaria rusa... me han dicho que fueron gastados más de 21 millones de rublos por el Señor [Alfred] Milner en el financiamiento de la Revolución Rusa".10
Milner fue tal vez el agente por excelencia del Imperio británico en ese momento. Como Alto Comisionado para África Meridional, nacido en Alemania, Milner fue pionero en los campos de concentración y la limpieza étnica durante la guerra de los Boers para expandir el control británico de África. Milner fue también el principal autor de la Declaración Balfour, a pesar de haber sido publicada con el nombre de Arthur Balfour. En su libro sobre Milner, Edward Crankshaw resumió la "ideología" de Milner:
"Algunos de los pasajes [en los libros de Milner] sobre la industria y la sociedad... son pasajes que cualquier socialista estaría orgulloso de haber escrito. Pero ellos no fueron escritos por un socialista. Fueron escritos por "el hombre que hizo la Guerra de los Boers." Algunos de los pasajes sobre el imperialismo y la carga del hombre blanco podrían haber sido escritos por un acérrimo conservador. Fueron escritos por el estudiante de Karl Marx".11
La bipartidismo ideológico de Milner (y su absoluta indiferencia hacia sus raíces alemanas) reflejaron a los banqueros de Wall Street. En declaraciones a la Liga para la Democracia Industrial en Nueva York, el 30 de diciembre de 1924, Otto H. Kahn, que era el socio de Jacob Schiff y Felix Warburg en Kuhn, Loeb & Co. y director de American International Corp., dijo:
"La diferencia que hay entre ustedes, los radicales, y nosotros, que tenemos visiones opositoras, no es tanto el fin como los medios, no es tanto lo que debe lograrse como de qué manera debería, y puede, llegar a ser."
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Lord Alfred Milner: Archi imperialista aficionado a las 'revoluciones de colores'
De Goulevitch cita informes de los observadores y periodistas locales en Petrogrado, en 1917, de agentes británicos y estadounidenses repartiendo notas de 25 rublos a los soldados del regimiento Pavlovski, justo antes de que se amotinaran y se unieran a la revolución.5 De Goulevitch también llamó al Sir George Buchanan, el embajador de Rusia en la época, como uno de los principales actores en la financiación de lo que era efectivamente una "revolución de color" temprana en Rusia. Como lo ha escrito Jennings C. Wise: "Los historiadores nunca deben olvidar que Woodrow Wilson... hizo posible que León Trotsky entrara en Rusia con un pasaporte americano."12

Una vez que el Zar se había ido y los bolcheviques apoyados por Occidente estaban el poder, Estados Unidos y otros gobiernos y corporaciones occidentales tuvieron éxito no sólo en destruir la economía y la industria de Rusia, sino además en romper partes del Imperio ruso. El tratado de Brest-Litovsk es un testimonio de la irresponsabilidad de los bolcheviques en el hecho de que, con el fin de retirar a Rusia de la guerra, se vieron obligados a ceder territorio a Alemania y Austria-Hungría. La primera ronda de negociaciones se estancó debido a que los alocados revolucionarios creían que Alemania y Austria-Hungría estaban, ellos mismos, al borde de la revolución. Cuando Lenin y Co. finalmente cobraron sus sentidos, se vieron obligados a firmar un acuerdo aún más punitivo con las potencias centrales. Mientras que Rusia recuperó gran parte de este territorio perdido después de la Segunda Guerra Mundial, lo perdió todo nuevamente en 1991. De hecho, la frontera occidental de Rusia post-1991 tiene una marcada similitud con la impuesta por el tratado de Brest-Litovsk.

Bajo Lenin y Trotsky, la "revolución" bolchevique había cerrado efectivamente a la economía rusa y su industria, permitiendo que los banqueros occidentales intervinieran para "reconstruir". Considere las palabras del periodista estadounidense, sindicalista, y publicista, Albert Rhys Williams, que era a la vez un testimonio (y participante) de la revolución de Octubre, cuando testificó ante el Comité Overman del Senado:
Sr. Williams: [...] es probable que sea cierto que bajo el gobierno soviético la vida industrial quizá fuera mucho más lenta en desarrollo que en el sistema capitalista habitual. Pero ¿por qué un gran país industrial como América desearía la creación y la consiguiente competencia de otro gran rival industrial? ¿No están los intereses de Estados Unidos, en este sentido, de acuerdo con el lento ritmo de desarrollo que la Rusia soviética proyecta para sí misma?

Senador Wolcott: Así que usted está presentando un argumento aquí que cree que puede apelar al pueblo estadounidense, siendo su punto el siguiente: que si reconocemos al gobierno soviético de Rusia tal como está constituido, ¿estaremos reconociendo a un gobierno que no puede competir con nosotros en la industria durante muchos años?

Sr. Williams: Eso es un hecho.

Senador Wolcott: Es ese un argumento de que, bajo el gobierno soviético, ¿Rusia no está en condiciones de acercarse industrialmente a Estados Unidos, por lo menos por un gran número de años?

Sr. Williams: Por supuesto.
Cuando los bolcheviques comenzaron su primer banco, Ruskombank, en 1922, uno de sus directores era Max May de la Guaranty Trust. Guaranty Trust era una empresa de JP Morgan. Al incorporarse a Ruskombank, May declaró:
"Los Estados Unidos, al ser un país rico con industrias bien desarrolladas, no necesita importar nada de países extranjeros, pero... están muy interesados en exportar sus productos a otros países, y considera a Rusia como el mercado más adecuado para ese propósito, teniendo en cuenta las enormes necesidades de Rusia en todas las líneas de su vida económica."13
La Guaranty Trust de JP Morgan también elevó los préstamos para el esfuerzo de la guerra alemana, mientras financiaba simultáneamente a los británicos y franceses contra los alemanes, y también a los rusos, tanto bajo el Zar, en contra de Alemania, y luego a los bolcheviques en contra del Zar y en pos de la "revolución".14
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A través de los banqueros de Wall Street, el Gobierno estadounidense, bajo Woodrow Wilson, rompió con la convención internacional después de la Primera Guerra Mundial y se negó a perdonar las deudas de los préstamos de guerra masivos que había bombeado a sus aliados, principalmente a Gran Bretaña y a Francia.15

Alemania estaba en una posición aún peor debido a las reparaciones exigidas por el Tratado de Versalles que era extremadamente duro. Ninguno de estos países estaban en condiciones de pagar el dinero adeudado, por lo que fue promulgado el "Plan Dawes" a través del cual el Gobierno de Estados Unidos podría prestar dinero a Alemania para que pudiera pagar las reparaciones a Francia y a Gran Bretaña, que entonces devolverían el dinero a los EE.UU. para pagar su deuda de guerra. Así es como funciona el "dinero de mentira".

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial fue una bendición para los EE.UU.. Pasó de deber a extranjeros 4,5 mil millones de dólares en 1914, a que los extranjeros le deban 25 mil millones, en 1928, incluyendo la deuda de guerra de Europa. Como resultado, gran parte del oro de Europa también terminó en Fort Knox. El Profesor de economía, Michael Hudson, afirma que la motivación para las grandes pretensiones económicas del gobierno de Estados Unidos en Europa fue más política que económica.

Alemania pagó el último tramo de su deuda con el Gobierno de Estados Unidos en 2010. El Reino Unido sigue pagando.

La deuda a EE.UU. y sus aliados desde la Primera Guerra Mundial fue la causa principal del colapso de la economía alemana a principios de 1930, la cual dio origen a Hitler y a los nazis... que también fueron financiados por la misma camarilla de banqueros de Wall Street.16


Un mundo feliz


En 1925, un teórico del imperialismo europeo, Gerhart Von Schulze-Gaevernitz, sugirió que la historia demuestra que el resultado más importante de la Primera Guerra Mundial no fue "la destrucción de las dinastías reales que gobernaban Alemania, Rusia, Austria e Italia", sino el "cambio del centro de gravedad del mundo desde Europa, donde había existido desde los días de Maratón, a Estados Unidos".

Esta nueva era de "súper imperialismo", dijo, había dado vuelta al imperialismo tradicional porque ahora "el capital financiero media el poder político a nivel internacional para adquirir el control monopólico y ganancias de los recursos naturales, la materia prima y la mano de obra, con la tendencia a la autarquía mediante el control de toda la materia prima de todas las regiones y de todo el mundo."17
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Durante la década de 1920 la industria rusa fue reconstruida, efectivamente, por las corporaciones estadounidenses, siendo varios de los planes quinquenales de Lenin financiados por bancos de Wall Street. El objetivo era preparar a Rusia para la Segunda Guerra Mundial, donde efectivamente ganó la guerra por los aliados, pero se arruinó en gran medida (de nuevo) en el proceso y, al igual que las otras potencias europeas, incurrió en una enorme deuda con los banqueros de Wall Street y Londres. Según lo revelado por Antony Sutton, el alcance de la influencia y el control occidental dentro de la Rusia soviética es ejemplificado por el hecho de que, durante la guerra de Vietnam, los vehículos militares utilizados por el ejército de Vietnam del Norte para luchar contra los soldados estadounidenses fueron producidos en una fábrica soviética, la Kama River Truck Plant, propiedad de la empresa estadounidense Ford.

Al imponer la revolución bolchevique en Rusia, Wall Street aseguró que ésta no pudiera competir con los EE.UU.

Durante los siguientes 70 años, los "administradores del mundo" en los EE.UU. y Europa occidental ampliaron su dominio global mediante el uso de una falsa "amenaza comunista" (que ellos crearon). A finales de 1980, la élite bancaria occidental decidió que su poder global era suficiente como para permitirles tirar abajo la "cortina de hierro" y, de nuevo, abrirse a Rusia, pero esta vez para el saqueo neoliberal del "libre mercado" y la "sociedad abierta"
.

Todo iba de acuerdo a los planes durante la mayor parte de la década de 1990, hasta que Vladimir Putin llegó al escenario y comenzó a arruinar la fiesta "nosotros gobernamos el mundo" de las élites occidentales.

Entonces, ¿cuál es el objetivo de esta pequeña lección de historia? Espero que sirva para poner de relieve dos cosas. Que hace más de 100 años, la élite bancaria/empresarial/política occidental - el tipo de personas que piensan, y dicen, cosas como...
"Pensar en estas estrellas que se ven arriba en la noche, estos vastos mundos a los que nunca podremos llegar. Anexaría a los planetas si pudiera; a menudo me da pena verlos tan claramente y, sin embargo, tan lejanos".

"Yo sostengo que somos la primera raza en el mundo, y que cuánto más habitemos el mundo, mejor será para la raza humana."

~ Cecil Rhodes
...claramente entendieron que la única manera en que iban a gobernar el mundo era garantizar que Rusia nunca surgiera como un competidor para su centro de operaciones - Londres, y luego los EE.UU. Desde una perspectiva práctica, para lograr ese objetivo, ellos iban a tener que marginalizar a Rusia en el continente euroasiático de manera perpetua, e impedir que las naciones europeas, en particular los países de Europa occidental, alguna vez formaran una alianza con Rusia. Esa tarea comenzó seriamente a finales de 1890. Continúa hasta nuestros días, pero está fallando.


Hasta los mejores planes a veces...

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Desde que llegó al poder, Putin ha tomado medidas para hacer de Rusia precisamente lo que la élite bancaria occidental se pasó más de 100 años tratando de impedir: que sea un fuerte país independiente, libre (en la mayor medida de lo posible) de la influencia tóxica de los banqueros occidentales. Peor aún, el plan de Putin no parece limitarse meramente a liberar a Rusia, sino que incluye la idea de utilizar la influencia de Rusia para establecer un nuevo 'nuevo orden mundial', que no esté basado en la hegemonía de unos pocos, sino en la multipolaridad, la soberanía nacional real, el respeto mutuo y el comercio verdaderamente justo entre las naciones.

En sus 15 cortos años al frente de Rusia, Putin y sus amigos han recorrido un largo camino hacia el logro de sus objetivos. Ha sido interesante ver la respuesta por parte de la élite occidental. Desde los intentos de la OTAN de rodear a Rusia en Europa del Este, a las sanciones económicas impuestas sobre la base de acusaciones falsas, el saboteo de las relaciones económicas entre Rusia y la UE, la organización de un golpe de Estado en Ucrania en 2014, la manipulación del precio del petróleo y el asesinato de "figuras de la oposición" dentro y fuera de Rusia. La élite angloamericana está recurriendo a medidas cada vez más desesperadas e histéricas para mantener el desequilibrio global por el cual trabajaron tan duro para alcanzar. Pero nada de lo que hacen parece eliminar a Rusia o desviarla del camino que ha elegido.

Entonces, ¿qué podemos esperar próximamente de las élites occidentales? A falta de una guerra nuclear con Rusia (que no es y nunca fue una opción, contrariamente a la propaganda de la Guerra Fría), ¿qué maniobras difamatorias e hipócritas quedan para llevar a cabo? No muchas, con certeza. Tal vez la única arma que les queda en su arsenal es la que les ha permitido dominar el mundo durante tanto tiempo, más que cualquier otra: el dólar estadounidense todopoderoso, su posición como moneda de reserva del mundo, y el "petrodólar".

Durante décadas, estos dos "instrumentos" financieros han obligado a todos los demás países a mantener grandes reservas de la moneda estadounidense, convirtiendo de esta manera a la economía de Estados Unidos en un polizón y asegurando su posición como la mayor economía del mundo. Si el dólar fuera a colapsar, por alguna razón, crearía el pánico masivo en el sistema económico mundial, y resultaría, muy posiblemente, en el colapso de los gobiernos de todo el mundo. Esta es probablemente la razón por la que tanto Rusia como China no están perdiendo tiempo para establecer las bases de un nuevo orden económico que no esté basado en el dólar. Si esta iniciativa avanza lo suficiente, puede llegar un momento, en el futuro cercano, en el que el dólar pueda ser "abandonado" con seguridad y sea sustituido por otra moneda de reserva, o una cesta de monedas; lo que evitaría o mitigaría la amenaza sistémica a la economía mundial (si no a la economía de Estados Unidos) de un colapso del dólar; y obligaría a la élite occidental, con su base de operaciones en los EE.UU., a aceptar una posición más humilde y justificada entre las naciones.

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¿El tiempo de engullir del gato gordo llegó a su fin?
Cualquiera que haya estudiado y comprendido la naturaleza de estas "élites" de las que hablo, sabe que no son el tipo de personas que simplemente aceptan la derrota, incluso cuando ésta les está mirando de frente. Son como un jugador de ajedrez muy narcisista que, al ver que le llega el "jaque mate", opta por golpear todas las piezas del tablero (y tal vez quemarlo... y la habitación) en lugar de sufrir la ignominia de la derrota. Y entonces pueden decir: "Ves que no has ganado, vamos a tener que empezar de nuevo". La analogía del ajedrez es apropiada dado que uno de los principales exponentes de las teorías de Mackinder sobre la estrategia eurasiática es Zbigniew Brzezinski, autor de El Gran Tablero de Ajedrez, donde escribió "es imperativo que ningún eurasiático desafiante emerja, capaz de dominar Eurasia y, por tanto, también desafiante para Estados Unidos".

Al estar la deuda de Estados Unidos actualmente situada en más del 104% del PIB (y va en aumento), y dado que EE.UU. no puede o no quiere reducir la deuda o aumentar el PIB, EE.UU. es efectivamente insolvente, un "Estado fallido" en todo menos en el nombre. Lo único que impide su colapso económico es la dependencia, por ahora, a que EE.UU. no se derrumbe, por parte de tantas otras naciones.

¿Es posible que, frente al final casi seguro de su reinado como gobernantes del mundo, la psico-élite occidental haya elegido la "opción financiera nuclear" de "hacer un Enron" y colapsar el dólar estadounidense en un último esfuerzo, loco e inútil, para evitar la derrota, haciendo caer todo el castillo de naipes... para que entonces puedan "reconstruir" a partir de cero?

Como lo afirma mi cita de introducción: "Lo que la oscuridad no puede poseer, busca destruir"

Notas

1 Chapman, John W. M. Russia, Germany and the Anglo-Japanese Intelligence Collaboration
2 Schiff organised the purchase by US investors of $200 million in Japanese bonds
3 Farrer, England Under Edward VII p. 143
4 Stieve, Isvolsky and the First World War p. 116
5 Durham, Twenty years of Balkan Tangle ch 19 pp 2-3 and Docherty and Macgregor, Hidden History: The secret origins of the First World war Ch.18
6 See; Docherty and Macgregor, Hidden History: The secret origins of the First World war Ch.16
7 Barnes, Genesis of the World War, pp. 268-9
8 Perris, The War Traders: an Exposure
9 Murray, Krupps and the International Armaments Ring: the scandal of modern civilization p.3
10 De Goulevitch,: Czarism and Revolution, Omni Publications, California, pp. 224, 230
11 Crankshaw, The Forsaken Idea: A Study of Viscount Milner (London: Longmans Green, 1952), p. 269.
12 Wise, Woodrow Wilson: Disciple of Revolution (New York: Paisley Press, 1938), p.45
13 Sutton, A. Wall Street and the Bolsheviks Ch. 4
14 ibid
15 Hudson, M. Super Imperialism: The Origin and Fundamentals of U.S. World Dominance p. 50
16 Sutton, A. Wall Street and the Rise of Hitler
17 ibid