El Peñón es una pústula con la que los españoles nacemos desde hace más de 300 años. Una llaga por la que respiramos y sangramos cada vez que algo nos recuerda los orígenes, el desarrollo y el presente de la colonia británica de Gibraltar. Circunstancias que hablan de latrocinio de soberanía, de paraíso fiscal, de tráficos ilícitos diversos y de todo un etcétera de actividades ilegales. Y, para más inri, en nuestro territorio nacional.

Gibraltar
© DesconocidoEl submarino atómico y británico HMS Ambush

La estadística nos muestra que el verano es la estación más proclive a los incidentes invariablemente originados por el Reino Unido y Gibraltar. Y se ha vuelto a cumplir con el siniestro protagonizado por el submarino nuclear británico HMS Ambush el pasado día 20. Un incidente muy grave que, sin embargo, ha quedado parcialmente tapado en los medios por la matanza de Munich, el intento de golpe turco y el golpe de Erdogán.

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Según se ha dicho, porque el tema no está claro, aquel submarino colisionó el pasado miércoles con un mercante (sin identificar todavía) al emerger en, seguramente, el mar territorial español en la zona del Estrecho. Estaríamos, por tanto, y entre otros agravios, ante una nueva y flagrante violación de la soberanía española. Por ello, mirando directamente hacia el Gobierno, y de refilón hacia el JEMAD (al mando de la estructura operativa de las FAS), uno podría preguntarse: ¿si no se es capaz de garantizar la soberanía sobre las aguas indiscutibles, cómo se va a avanzar en las reivindicaciones sobre las "discutidas"?

Ya pasados cuatro días desde el suceso, las informaciones sobre él son bien poco informativas. No obstante, de lo que se conoce más lo que uno también sabe, se pueden hacer algunas observaciones y alcanzar ciertas conclusiones.

Según dicen los submarinistas, la navegación submarina en el Estrecho es bastante complicada tanto por la intensidad del tráfico, como por la gran fuerza de las corrientes. Asimismo, el fenómeno de la refracción, cuando se utilizan ondas sonoras -como es el caso en la navegación submarina-, dificulta la apreciación exacta de distancias. Por todo ello, subir allí hasta cota periscópica tiene sus riesgos.

Además, es de suponer que el HMS Ambush, cualquiera que fuese la faena que estuviera desarrollando, solamente utilizaría los sonares pasivos y no los activos, puesto que estos últimos, aunque más precisos, son muy "agresivos" y delatan la propia posición.
Se acrecienta así la sospecha de que la actividad y el tránsito del submarino no fueran tan "inocentes" como deberían haber sido.
El caso es muy curioso. No es lo mismo que el accidente de 1984 cuando el submarino (convencional) Siroco colisionó con su torreta contra el destructor Almirante Valdés, mientras empezaban un ejercicio de "rendez-vous" programado, uno pegado al otro.

En el caso del HMS Ambush no se podría descartar una pérdida de cota involuntaria consecuencia, o bien de una navegación deficiente, o bien de unas corrientes extraordinarias que hubieran descontrolado al submarino. En resumen, hubo seguramente una evaluación equivocada tanto en distancia como en posición. Imperdonables errores en todo un sistema de armas tan perfeccionado como es un submarino nuclear. El HMS Ambush está hoy en la base naval de Gibraltar. Habrá que suponer que su comandante estará mañana de conserje en Northwood.
En definitiva, para intentar justificar ante los ignorantes lo que es difícilmente justificable, el argumento de que el submarino británico estaba de "maniobras" no cuela.
Vuelve a salir el tema de lo nuclear que es algo permanentemente asociado a Gibraltar. Las corteses y reiteradas reclamaciones diplomáticas españolas, por los incidentes en el Estrecho y la bahía de Algeciras, no hacen la menor mella en la pérfida Albión. Con la flema que les caracteriza -especialmente cuando se trata de los problemas de los demás-, los británicos se pasan tales protestas por el arco del triunfo.

Para ellos el Peñón es una singular base avanzada en la boca del Mediterráneo para, entre otros usos, el aprovisionamiento, el mantenimiento y el descanso de tripulaciones de la flota británica. Y cada buque de superficie o submarino que por allí pasan es una forma de pregonar y hacer valer la soberanía británica sobre la colonia. Ello, para más recochineo, frente a España que rechaza en sus espacios de soberanía el establecimiento o pasaje de armas basadas en lo nuclear. En otras palabras, el HMS Ambush atracado hoy en Gibraltar no deja de ser una forma de enseñar la bandera británica. Algo que no se compadece con la contemporizadora actitud del ministro de defensa español, don Pedro Morenés, filtrando unas supuestas disculpas a él presentadas por su homólogo británico, Michael Fallon, con quien casualmente coincidía en una conferencia internacional en Washington. Una forma de echar balones fuera y de empezar a aflojarse el cinturón para, quizás, una nueva bajada de pantalones. Desairado ejercicio en el que don Pedro tiene acreditada una superior maestría.

Me temo que lo del HMS Ambush podría ser otro "fait accompli". Una nueva prueba de la vocación de Londres de hacer y poseer lo que le venga en gana, en función de sus propios intereses. No obstante, según muchos juristas, la posesión no es, por sí misma, un derecho sino un hecho con efectos jurídicos. Una idea quizás un poco ambigua, que refleja simplemente que alguien tiene algo en su poder. Por ello, en la rapaz lógica colonial británica la posesión se considera el 90% del derecho. Y así, mirando hacia el Peñón y a la estrategia británica de los hechos consumados, me viene a la mente la historieta de aquél que, charlando tranquilamente con un amigo en la calle, inopinadamente salió de najas como toro remolón, mientras le gritaba al otro: "corre, escapemos de aquí, que por ahí viene Fulano, que corta los testículos al que tiene tres". Y el amigo, mientras corría al lado del otro, le dice echando el bofe:"pero tú tienes solo dos testículos ¿verdad?" "Sí, solo dos" - le responde- "pero es que Fulano primero los corta y luego los cuenta". Toda una metafísica aplicable a la colonia británica de Gibraltar. ¡¡¡Gibraltar español!!!