aikido verbal

El aikido es un arte marcial moderno de Japón, desarrollado inicialmente por el maestro
Morihei Ueshiba. La característica fundamental del aikido es la búsqueda de la neutralización del contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo.

Aunque las técnicas del aikido pueden usarse como defensa personal ante cualquier posible agresión, Ueshiba no las creó solamente como parte de un método más de lucha cuerpo a cuerpo. Su intención fue desarrollar un arte marcial capaz de integrar a la persona en todos sus aspectos:físico, mental y espiritual. El aikidoka sabe lo que piensan y sienten los demás, por eso nunca menospreciará a su oponente, pues éste le da la oportunidad de desarrollar su propio crecimiento personal.

La experta en comunicación Bárbara Berckham nos da las claves en su libro Cómo defenderse de los ataques verbales aplicando la filosofía del aikido a este tipo de agresiones. Ante un ataque verbal lo primordial, según la autora, es procurarse bienestar, mantener la mente clara y no dejarse arrastrar por el torbellino de las emociones.

El punto clave del aikido verbal es la escucha atenta y completa manteniendo el buen ánimo y la disposición para encontrar una solución al conflicto en la que nadie sufra. Realmente se puede entrenar la escucha, y podemos mantener un estado de calma a través de la respiración. Debemos centrarnos en el flujo de nuestras propias emociones y de las reacciones físicas que nos provocan. Además hemos de recordar que es normal tener desacuerdos y es necesario darlos a conocer de forma directa y honesta, sin ofender o lastimar al compañero de disputa.

En cuanto a la escucha atenta se debe tener en cuenta las claves para tener una buena comunicación, en especial procura entender lo que dice el otro, más allá de sus palabras, con preguntas a ti mismo sobre lo que sientes, y las intenciones detrás de su declaración. A partir de ahí se puede redireccionar la discusión a un punto de acuerdo exponiendo nuestro propio punto de vista sin imposición, con firmeza y objetividad sobre el asunto en discusión, manteniendo la cortesía y respeto que cualquier ser humano se merece.

Muchos creen que la negociación en una disputa, es algo así como un combate de boxeo verbal. Durante las conversaciones, uno martillea con sus argumentos hasta conseguir lo que quiere. Pero es mucho más elegante y eficaz el modelo del aikido verbal. Como el maestro de aikido, el buen comunicador, en vez de rebatir los puntos de vista del otro, pone en juego su sensibilidad y sus recursos para detectar la formación de una resistencia, hallar puntos de acuerdo, ponerse a su misma altura y reconducir luego la comunicación en el sentido que él desea.

La respuesta que se le debe dar a una agresión verbal ha de depender de la situación, el contexto en el que se da y de nuestra capacidad de empatizar. La situación puede ser que se presente en un momento de negociación, una presentación de un proyecto, o simplemente en un momento cotidiano de trabajo.

Las primeras técnicas son de esquiva, es decir provocan un desequilibrio al oponente tal como ocurre en el aikido. Cuando el oponente ataca intenta golpear el objetivo, o por defecto, intenta que su golpe sea bloqueado; en ambos caso hay un choque. También puede ocurrir que caiga en el vacío al ser esquivado, en el caso del aikido, el golpe es absorbido y redireccionado dentro del campo gravitacional del aikidoka, dejando en desequilibrio al atacante hasta provocar su caída. Del mismo modo, en el ataque verbal el agresor espera una reacción en su víctima y, por supuesto, en el tono emotivo de su provocación, de ahí que si se le da una respuesta fuera del contexto que él espera se le ha generado un desequilibrio. Las posibles esquivas son las siguientes:
  • Hacer un gesto mudo como una mirada extraña, un guiño, tomar nota o cualquier otro gesto que se nos ocurra cuando alguien dice algo para provocarnos.
  • Cambiar el tema desviando la atención que nuestro agresor pone sobre un asunto que nos ofende, para dirigirlo a cualesquier otro sin importancia. Minimizar el tema ofensivo y centrarnos en lo que nos concierne, la propia integridad.
  • Hacer un comentario monosilábico. Se hace ante un interlocutor que alardea bajo una avalancha de palabras y no pretendemos seguirle el juego y malgastar energía en discusiones inútiles, de tal manera que menos preciamos su locuacidad con una frase corta que desestima sus argumentos.
  • Responder con un refrán inapropiado es una estrategia directa a la confusión, es decir se hace con esa intención directamente, apelar a la lógica de la comunicación de que todo lo que decimos tiene sentido, es pues un sinsentido ante el comentario insolente con el que hemos sido atacados.
En determinadas situaciones no es tan sencillo escapar y debemos responder con mayor energía para neutralizar el ataque, debemos impactar al contrincante para paliar la situación, en tal caso podemos hacer uso de estas estrategias:
  • Ceder y consentir. La utilizaremos cuando los ataques han sido constantes y estamos hartos de ellos. Le damos la razón siempre y cuando esto no nos perjudique. Es decir esto se aplica cuando somos objeto de burlas, como por ejemplo de nuestra apariencia. De esta forma estamos aceptando nuestra persona a pesar del punto de vista de demás. ―Vale, lo que tú digas―.
  • Ceder y defender nuestra postura. Consiste en insistir en nuestro punto de vista. En este caso estamos neutralizando la agresión con una actitud comprensiva del punto de vista del agresor y nos mantenemos firmes en nuestro punto de vista del asunto en cuestión. ―respeto tú opinión, aunque debes entender que no la comparta porque...―
  • El cumplido, se aplica cuando el otro se jacta de su supuesta superioridad, de tal manera que nunca se nos ocurriría admirarlo. De ahí su poder, porque es una respuesta inesperada y la cual no se puede rechazar, sobre todo si la hacemos con toda la seriedad del caso. ―¡Vaya, veo que eres muy sagaz!―.
  • La réplica desintoxicante consiste en preguntar sobre las palabras ofensivas que nos han lanzado o callarlo con sugerencias como que las opiniones y comentarios están reservados para el final de la presentación. En el primer caso, estamos obligando al agresor a pensar sobre su comentario y de paso nos da un respiro para reaccionar de manera adecuada a la situación. En el segundo estamos defendiendo nuestro derecho a la palabra cuando la tenemos ante un auditorio. ―¿De verdad piensas que lo que digo es una tontería? Bueno, cuando finalice mi exposición retomamos el tema si te parece―.
  • La constatación objetiva consiste en no dejarse contaminar del ánimo del otro y tener la capacidad de hacerle notar que hemos percibido su malestar. Además también que estamos dispuestos a proseguir una discusión objetiva y clara sobre el tema que estamos tratando. ―Veo que te irrita que mi opinión no coincida con la tuya, pero quiero que entiendas que opino así porque...―
  • La confrontación es una técnica que exige tener aplomo y mucha maduración de las técnicas aquí mencionadas, sobre todo de mantener el buen ánimo y reconocer los propios errores que de pronto han provocado el ataque. En este caso nos armamos con una actitud autoritaria y hemos de exigir una disculpa, repitiendo las palabras que nos han dicho y recalcar las palabras ofensivas. ―A pesar de mi error, creo que el trato que me has dado ha sido denigrante. Te exijo una disculpa, porque no hay ningún sueldo en el que no quepa un error―.
  • Hablar claro, consiste en no responder a la ofensa sino en referirse al trato que ésta recibiendo y al comportamiento de su agresor de manera clara y precisa sobre qué es lo que nos ofende. ―Si sigues en ese tono no voy a seguir con la conversación. No me gusta la manera en la que te diriges a mí, ni los calificativos que utilizas para describirme―.
Un ataque nos puede llegar de sorpresa y no siempre estamos listos para reaccionar, por eso pues hacer uso de las estrategias de primeros auxilios. Estas consisten en la reacción adecuada ante estos ataques, salvaguardándonos en aquellas situaciones que nos han cogido desprevenidos.
  1. Los ataques repentinos nos dejan sin aliento, por lo tanto respira hondo y lentamente para oxigenar el cerebro y poder hablar con claridad.
  2. Guarda distancia, aléjate de tu agresor. Puedes separarte unos pasos mientras ordenas tu mente, o levantarte si estás sentado para coger distancia.
  3. No te sometas a presión y reconoce que en esta situación es posible que no tengas una respuesta adecuada a la agresión.
  4. Tómate el tiempo necesario para dar alguna respuesta.
  5. Elije la opción más sencilla, dese la oportunidad de reflexionar y entender lo que pasa, recuerda que las agresiones son descortesías de alguien hacia nosotros y no es necesario replicar con una respuesta ingeniosa.