¡Vaya par de semanas! En SOTT Radio Network reflexionamos sobre nuestro resumen semanal y la verdad es que el modo en que se desarrollan los eventos continúa sorprendiéndonos. Desde las elecciones en las que sorpresivamente Donald Trump fue elegido por la ciudadanía norteamericana, nos hemos encontrado con lo que podría describirse como el mayor regalo que el Estado Profundo podría otorgarnos. Al oponerse tan agresivamente a cualquier designio de Trump, el Estado Profundo nos ha ofrecido a todos (o por lo menos a los que estaban prestando atención) una vista de las manos que controlan los hilos de la política en EEUU.

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© AP photo/file
Parte de su tarea ha sido prestar atención y estimular a las partes de la sociedad que de una u otra manera se oponen a la presidencia de Trump. Hemos visto a lo largo de los últimos 6 meses un gran número de protestas multitudinarias que luchan supuestamente por la diversidad de género, las mujeres, los derechos humanos, la libertad etc. Lo curioso de estos movimientos es que, como dice Jordan B. Peterson, ninguna de estas personas protestan en contra de Arabia Saudita y su completo desprecio por los derechos de la mujer. Así que este movimiento ideológico podría ser llamado hipócrita, por lo menos.

Esta misma tendencia es la que ha tomado por asalto las universidades a lo largo del mundo occidental. El postmodernismo y sus gigantescas y obvias contradicciones nos otorgaron un ejemplo extraordinario la semana pasada cuando Google decidió despedir a uno de sus ingenieros por tener una opinión diferente acerca de la diversidad de género. Es cierto, es una trágica comedia, pero esta corriente de pensamiento tiene implicaciones mucho más preocupantes y oscuras que la seguridad laboral de un ingeniero astuto. Puede ver nuestra discusión al respecto para profundizar sobre el tema.

Antes de las posesión de Donald Trump como presidente, y entre todo el ruido de la Izquierda en EEUU, tuvimos algunas noticias que captaron nuestra atención por las alarmantes implicaciones. Una de ellas fue la del líder de una milicia en el corazón de EEUU que anunció que si Donald Trump fuera asesinado o si no se le permitiera ser presidente habría una revolución en el país.

Esto es particularmente significativo dentro del contexto de los recientes eventos en Charlottesville en el estado de Virginia. La historia en breve es que un alcalde había decidido retirar una estatua de uno de los generales que luchó por los estados del sur durante la guerra civil. Esto provocó descontento entre la población, para quienes esa parte de la historia es importante, y a ellos se les unieron muchos grupos de derecha en EEUU, incluyendo algunos movimientos de corte neonazi o abiertamente racistas, los cuales luego se enfrentaron a grupos de izquierda que por sus ideas y acciones podríamos calificar igualmente de radicales.

La situación empeoró cuando este fin de semana pasado, un joven de 20 años de edad embistió a la multitud de izquierdistas hiriendo a 30 personas y asesinando a una. Esto es un catalizador casi perfecto para avivar las llamas del enfrentamiento, especialmente cuando tenemos a varios políticos demócratas intentando calificar lo ocurrido como "terrorismo doméstico". Este término adoptado desde que el Acta Patriota fue aprobado abre la puerta a medidas totalitarias y más reacciones extremas.
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© Joshua Roberts / ReutersEnfrentamiento entre supremacistas blancos y contramanifestantes en Charlottesville.
¿Qué es diferente entre esta protesta y las muchas que hemos visto en los últimos meses? ¿Por qué es más preocupante que las personas protesten por el retiro de una estatua a que salgan con gorros de vaginas a la calle? Regresando un poco a las declaraciones del miliciano, estos grupos de derecha se encuentran armados. Y aunque han permanecido por un buen tiempo en silencio, Charlottesville es muestra de que su silencio no es perpetuo.

Mucho se ha dicho acerca de George Soros y su participación en varios movimientos destructivos en el extranjero, y ahora también dentro de EEUU. En Ferguson existieron indicios de que Soros tendría interés en asegurarse que este movimiento fuese lo más dañino posible. No sería para nada sorprendente ver sus huellas en Charlottesville.

Desde antes de las elecciones de noviembre de 2016, EEUU se ha sumido en una profunda y marcada división. Por un lado tenemos a la izquierda postmoderna que parece alejarse cada vez más de la realidad, en su mayoría compuesta por una élite educada y perteneciente al mundo académico y mediático. Personas que han recibido una cantidad inadecuada de tiempo al aire, incluyendo actores de Hollywood, han sido utilizadas por los amigos de Hillary para presionar a Donald Trump. Nunca antes se ha visto tal desdén por la figura de un presidente, pero hoy llega hasta tal punto que una comediante decidió posar para una fotografía mostrando la cabeza cortada de Trump, estilo Estado Islámico. Este nivel de odio hacia una figura es curiosamente similar al que Nicolás Maduro recibe en Venezuela; algo que nos debería poner a pensar.

Por el otro lado tenemos a personas con las cuales el mensaje de Trump resuena. No sólo son las personas de clase media y baja trabajadora para quienes el futuro económico es más importante que utilizar el pronombre adecuado, sino también facciones de ultraderecha generalmente opuestas a las políticas de inclusión y a los inmigrantes, con cortes más bien nacionalistas, puritanos e incluso con inclinaciones neonazis, armados hasta los dientes y dispuestos a luchar cuando la situación adecuada lo amerite.

Charlottesville podría ser justamente esta situación. Aún hay mucho que observar y entender mientras se desenvuelven los hechos. Pero resulta extremadamente simbólico que esto esté ocurriendo justo una semana antes de que la mayoría del país vaya a sumirse bajo la sombra de un eclipse solar. Igualmente sugerente es que al centro de los enfrentamientos de Charlottesville se encuentra la estatua del general Lee, que luchó en la guerra civil estadounidense.

Charlottesville es precisamente un pequeño ejemplo del desenlace de tanta y tan marcada división entre la población de EEUU. En ambos lados existen quejas que son válidas. Por ejemplo, el movimiento de Black Lives Matter condena la brutalidad policial (que a propósito no sólo afecta a personas de color). Por el otro lado están los nacionalistas de derecha, que abogan por mantener a Estados Unidos próspero al utilizar una política más proteccionista y menos globalista.

Así que para concluir podríamos decir que Charlottesville es uno de estos puntos de inflexión claves. Y tal vez es muy significativo estar en vísperas de que una sombra cósmica cubra al país, sumiéndolo en lo que podrían llegar a ser tiempos de mucha más oscuridad de la que hemos visto hasta ahora.