El teniente general iraní, Qasem Soleimani, fue el último en una larga y sombría lista de asesinatos políticos ejecutados por Estados Unidos.

Qasem Soleimani
El excomandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani (centro).
En un artículo publicado el sábado, el diario británico The Guardian abordó la riesgosa medida de asesinar al comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, junto al número dos de las fuerzas populares iraquíes Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi), Abu Mahdi al-Muhandis, en un ataque con dron en Bagdad.

"El Gobierno de Washington no es ajeno a las artes oscuras de los asesinatos políticos. A lo largo de las décadas, ha adoptado técnicas contra sus adversarios, desde el envío de un químico armado con un veneno letal para eliminar a Patrice Lumumba en el Congo en los 1960 hasta plantar píldoras venenosas (igualmente sin éxito) en la comida del ya fallecido líder cubano Fidel Castro", recordó el artículo, hecho por Ed Pilkington.

Pero el asesinato del poderoso general iraní, agrega el texto, "fue único en su clase". Su singularidad no radica en su método, pues "¿qué diferencia tiene para la víctima si es eliminado por un avión no tripulado o ejecutado tras un golpe de Estado respaldado por la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU), como el caso del gobernante iraquí en 1963, Abdul Karim Kassem?", lo más destacado es el descaro de su ejecución y en el aparente desprecio total de las sutilezas legales o las consecuencias humanas.

"EE.UU. no asesina simplemente de esta manera a altos funcionarios estatales", sostiene a su vez Charles Lister, miembro principal del instituto de Oriente Medio en Washington, para después subrayar que no se puede olvidar que Soleimani "fue el segundo hombre más poderoso en Irán sólo por detrás del Líder iraní", el ayatolá Seyed Ali Jamenei.

Los tuits de júbilo del presidente de EE.UU., Donald Trump, y sus intentos por justificar su riesgosa decisión solo lograron que Washington fuera acusado de cometer los mismos crímenes que atribuye a sus enemigos. El canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, denunció que el asesinato supuso un "acto de terrorismo internacional".

EE.UU. mantiene un largo historial de injerencia durante el último medio siglo para asesinar a sus adversarios foráneos a través de medidas legales o moralmente dudosas.

En la mayoría de los casos, Washington llevó a cabo clandestinamente asesinatos de líderes extranjeros y no mostró interés en realizarlo abiertamente, hasta que llegó Trump.

En 2008, la CIA trabajó mano a mano con el servicio de inteligencia israelí (Mossad) para eliminar a Imad Moghniyah, un líder de alto rango de Movimiento de Resistencia de El Líbano (Hezbolá). En el curso de sus esfuerzos, tuvieron la oportunidad de eliminar no solo a Mughniyah sino también a Soleimani en un solo ataque con drones. Al final, la operación se suspendió porque el Gobierno de EE.UU. la bloqueó con el argumento de que podría haber desestabilizado seriamente la región.

A pesar de tal reticencia, Mary Ellen O'Connell, profesora de derecho internacional en la Universidad de Notre Dame, trazó una línea directa entre las administraciones estadounidenses anteriores y la imprevisibilidad de Trump para destruir tal convención. Ella dijo que el inicio del uso de los drones en 2000 puso a EE.UU. en una pendiente resbaladiza hacia la crisis actual.

El primer despliegue del dron como un medio para asesinar fue ordenado por Bill Clinton en un intento por acabar con Osama Bin Laden, antiguo líder de Al-Qaeda. Pero el primer "asesinato selectivo" con éxito se produjo bajo la Administración de George W. Bush en Yemen.

Barack Obama heredó de Bush el amplio uso de drones asesinos y lo triplicó por diez durante su Presidencia. En esta línea, O'Connell consideró que "el derecho internacional ha venido debilitándose desde Obama".

Ahora falta un paso para que EE.UU. "ignore totalmente la ley. Francamente, creo que el presidente Trump ya está dando ese paso", lamentó O'Connell.