carbón activado
© www.123f.comPastillas de carbón activado
El carbón activado posee la virtud de adherir o retener en su superficie uno o más componentes (átomos, moléculas, iones) del líquido que está en contacto con él. Este fenómeno se denomina poder adsorbente. La adsorción es la responsable de purificar, deodorizar y decolorar el agua u otos sólidos, líquidos o gases que entren en contacto con el elemento adsorbente.

El carbón activado se caracteriza por poseer una superficie específica (alrededor de 500 a 1.500m2 por gramo) con una infinita cantidad de poros muy finos que son los que retienen (adsorben) ciertos compuestos no deseados. Son las altas temperaturas, la atmósfera especial y la inyección de vapor del proceso de fabricación del carbón activado lo que "activa" y crea la porosidad.

Los poros varían en tamaño desde "microporos" de 20ºA, "mesoporos" de 20ºA a 100ºA, hasta "macroporos" de más de 100ºA. El área de superficie del carbón activado varía dependiendo de la materia prima y del proceso de activación.

No darle antipiréticos a un niño aunque tenga fiebre alta, controlar la hiperactividad quitándoles el azúcar y la tele, tratar la otitis sin antibióticos, el asma sin corticoides. Esos son algunos de los postulados de la medicina antroposófica. Nacida a principios del siglo XX de la mano del filósofo y educador austríaco Rudolf Steiner, la antroposofía es una ciencia que considera al hombre no sólo en su vertiente física sino también en la espiritual. "Por eso la antroposofía ha incursionado en la pedagogía, la medicina, la agricultura, la economía y las artes".

Los vínculos terapéuticos entre el carbón activado, como sustancia natural, y el ser humano están determinados por las características relacionadas a la evolución o procesos de elaboración del mismo.

Esta relación profunda entre el proceso de carbonización y el cuerpo humano es la que se aprovecha para la terapéutica del carbón activado, lo cual lo hace un verdadero medicamento antroposófico ya que hay una favorable relación entre el carbón y el ser humano.

Es sabido que para la elaboración del carbón se apila la madera y se cubre a continuación con tierra dejando pasar una pequeña cantidad de aire. Se enciende fuego en la parte inferior de la pila de madera. En estas condiciones, ocurre una combustión lenta, sin llamas. Lentamente todo líquido contenido en la madera se evapora, las resinas se consumen y solo al final quedan los restos carbonizados. Así se produce el carbón. Este proceso de extraer la humedad se llama en medicina antroposófica carbonización.

En el organismo humano no ocurre la carbonización, pero si existe un proceso que se puede comparar con la desecación previa a la carbonización con gran consumo de oxigeno: se trata del proceso renal.

La orina se extrae de la sangre mediante los glomérulos en el córtex renal. Para la sangre, esto equivale a una «desecación» -principio de carbonización- que a continuación se compensa con la reabsorción de líquidos en la médula renal.

Por esta razón los preparados a base de carbones convienen particularmente a los tratamientos de trastornos funcionales renales (Tos persistente, caída del cabello, canas, tinitus, problemas de oídos, eyaculación precoz).

El carbón activado sirve además para tratar las diarreas agudas, halitosis.

El carbón activado se usa en el tratamiento de emergencia en ciertos tipos de envenenamiento. El carbón activado ayuda a prevenir que el veneno se absorba desde el estómago y penetre al cuerpo. En algunos casos, se necesitan varias dosis de carbón activado para tratar un envenenamiento severo. Generalmente, este medicamento no es efectivo y no debe usarse para tratar el envenenamiento causado por agentes corrosivos como álcalis (lejía) y ácidos fuertes, hierro, ácido bórico, litio, derivados del petróleo (por ejemplo, querosén, gasolina, aceite de hulla, aceite combustible, diluyente de pintura o líquido de limpieza), el alcohol etílico o metílico, puesto que no impedirá que las anteriores sustancias sean absorbidas por el cuerpo.