"Los huesos se desintegraban", cuenta el paleoantropólogo Michael Petraglia del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Jena, Alemania). Junto con su colega Nicole Boivin, directora de Max Plank habían dado con unos restos óseos en el yacimiento de la cueva de Panga Ya Saidi donde excavaban en colaboración con los Museos Nacionales de Kenia.
En los laboratorios del CENIEH se han realizado análisis 3D de los huesos de Mtoto.
En los laboratorios del CENIEH se han realizado análisis 3D de los huesos de Mtoto.
Era 2017 y los restos se encontraban a tres metros bajo el suelo del yacimiento, una cavidad repleta de sedimento en cuyo interior estaban los frágiles huesos. Con 78.000 años no había manera de estabilizarlos. Así que escayolaron la base de los restos y lo enviaron al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) en Burgos para su excavación y análisis especializado en los laboratorios de conservación y restauración del CENIEH.

El resultado del análisis ha evidenciado que los restos son los de un niño de unos 3 años de edad, enterrado en la entrada de la cueva, que pertenecía a nuestra especie, Homo sapiens. Unos resultados que la revista Nature ha dado su portada esta semana por su relevancia.

«Tenemos la evidencia más antigua que se conoce en África de un enterramiento humano. Esto es importante porque es la raíz de un tipo de actividad y de comportamiento que es muy idiosincrático y particular de la especie humana, que es esa relación que se establece con los muertos", explica a El Independiente María Martinón-Torres, directora del CENIEH.

Dado el estado de los restos ha sido un reto de este centro dar con las evidencias del descubrimiento. Han podido demostrar que en el lugar del enterramiento la tierra fue movida para poner el cuerpo y la manera de colocar el cuerpo demuestra que fue ubicado de manera "delicada", apunta la directora.

"Está recostado sobre su lado derecho en posición flexionada casi fetal pero, además, ha habido una implicación más delicada, todavía, de su grupo porque creemos, estudiando la reconstrucción, que probablemente este niño al que hemos llamado Mtoto -que significa niño en suajili- ha sido enterrado con una mortaja y se ha utilizado un soporte para la cabeza a modo de almohada", añade.

Aunque el descubrimiento de Panga ya Saidi representa la evidencia más antigua de un enterramiento intencional en África, las evidencias funerarias de neandertales y humanos modernos en Eurasia son anteriores. Se remontan a los 120.000 años e incluyen adultos y una proporción importante de niños y jóvenes. La razón por la que no hay enterramientos con cronologías equivalentes en África es un misterio y podría reflejar diferencias en las prácticas mortuorias entre continentes. El enterramiento de Panga ya Saidi muestra que la inhumación de los muertos es una práctica cultural compartida por Homo sapiens y neandertales", señala Michael Petraglia del Max Plank.

"Esta investigación que es portada de Nature es un empujón para la ciencia de la evolución humana en España", explica la investigadora que firma el artículo junto con Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez de Castro, entre otros investigadores de Atapuerca y del CENIEH.

La nueva portada de Nature demuestra cómo más de cuarenta años de investigación en Atapuerca han puesto a la paleontoantropología española en lo alto de esta disciplina de conocimiento. "Pone de relieve nuestro liderazgo en ese ámbito. Hemos demostrado que podemos liderar un trabajo de carácter internacional con un material fósil excepcional que cubre además un aspecto tan importante de la evolución humana como es el comportamiento funerario", concluye Martinón-Torres.