La reciente recaptura de "El Chapo" Guzmán desató un alarde de autocongratulación por parte del Estado mexicano utilizando su estrecha relación con los medios de comunicación, particularmente con Televisa, para transmitir una imagen de efectividad institucional.
En un acto de desiderativa prestidigitación (una especie de pirotecnia en un castillo en ruinas), el Estado mexicano se felicitó a sí mismo por haber capturado a un narcotraficante que se había escapado antes debido a su crasa negligencia: es decir, su solidez y efectividad ahora ensalzadas sólo pudieron existir debido a una pifia previa (o una larga cadena de pifias previas). Pero la imagen, en su fuerza inmediata, parece abolir el pasado.
Jorge Quintana Navarrete en el sitio Horizontal.mx desglosa lúcidamente lo que considera es ya una genealogía del "performance de la soberanía del Estado mexicano". Nos dice Quintana Navarrete que para aglutinar su endeble tejido el Estado necesita de una reiterativa "puesta en escena" - como para que los ciudadanos podamos seguir creyendo en la fantasía de su unidad e integridad, siendo finalmente un ente abstracto, mayormente constituido por nuestra creencia en su realidad:
Un aspecto esencial de la soberanía es su puesta en escena, es decir, su tendencia a exhibirse teatralmente ante la mirada de los individuos. Es como si, debido al carácter precario e inestable de la ficción soberana, tanto el Estado como las multitudes necesitaran demostraciones concretas, casi palpables de su pacto fundante. Esos momentos de performance de soberanía crean en el espectador una ilusión de pertenencia a la comunidad política y una aversión o temor hacia las posibles desviaciones de la ley.Quintana Navarrete traza una serie de antecedentes, episodios de una misma trama que constituyen la ficción de la soberanía nacional. Encuentra diferentes ejemplos de esta narrativa en el caso de Florence Cassez, en la detención de Arturo Beltrán Leyva y de hecho un "aleccionamiento visual" (nuestra versión de la propaganda y el adoctrinamiento de "papá gobierno") que se remonta más de 1 siglo atrás a la captura de otro bandido, "El Rayo de Sinaloa", que claramente fue utilizada con "fines políticos", para usar un eufemismo.
Comentario: Si quiere conocer más al respecto de la ficción de la captura del Chapo Guzmán, le recomendamos leer los siguientes artículos:
Comentario: Lastimosamente, el trágico espectáculo que hacen los políticos no se limita a México, sino que es una tendencia mundial que justamente resulta necesaria para enmascarar la patología de quienes ocupan los cargos de poder hoy en día.
En algunos casos, la ficción hace una muy buena representación de la realidad y es así en la película La dictadura perfecta, de Luis Estrada, donde podemos ver precisamente el performance llevado a cabo por el Estado mexicano con el apoyo de sus fieles servidores (contratados) de la televisión.
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