
Llegué hace una semana a este país de cultura milenaria y mientras más entrevisto a la gente en distintos lugares, resulta que el gobierno que se pretende derrocar no es la dictadura que describen los países impulsores del derrocamiento.
Es una guerra todavía indefinida, en la que una fuerza está perdiendo y acude al terrorismo. No siempre es así, pero es lo que sucede en el caso sirio. El ejército [gubernamental] sirio ha recuperado gran parte de Alepo y Homs y las explosiones que hubo el domingo 6 de octubre en Damasco y sus alrededores, responden a ese diagnóstico de utilizar la vía del desconcierto y la desestabilización. La fuerza rebelde siempre aspiró al apoyo de la OTAN.