© CBS4 mIAMICartel en la playa de Hallandale Beach.
El hombre se estaba ahogando en la playa en la que Tomás López era socorrista. Vista así, la cosa está bastante clara. Lo estaba al menos para el grupo de personas que fue corriendo al lugar donde Tomás estaba sentado, vigilando esa playa de Hallandale (Florida, Estados Unidos) para advertirle de que la vida de aquel bañista peligraba; también estaba claro para el socorrista de 21 años, que instintivamente saltó de su asiento y acudió a rescatarle. Lo que ninguno de los implicados sabía entonces era que Tomás iba a terminar despedido por hacer su trabajo.
Pero lo perdió. Resulta que el hombre estaba fuera de la jurisdicción de Tomás; fuera de esa área delimitada de la playa que él tenía que vigilar. Tomás vio que tenía que cruzar la boya que marcaba el fin de su jurisdicción y que al hacerlo, estaba abandonando su puesto. Si se iba, sería despedido. Si se quedaba, estaría dejando morir al hombre. Pero lo hizo de todas formas: nadó 500 metros fuera de su área designada y en cuanto volvió, se enfrentó al problema. "Sabía que estaba rompiendo las reglas", cuenta ahora el socorrista. "En cuando volví a la playa le pregunté a mi jefe: ¿Estoy despedido, verdad?".
Comentario: Triste que se compre la democracia; más triste que algunos estén dispuestos a venderla.