
En la cárcel malagueña hay cien reclusos por violencia machista, pese a que el año pasado se cerró con más dos mil detenidos.
La situación de libertad de la que disfrutaba el acusado puede parecer una excepción. Pero no lo es. La mayoría de los penados por malos tratos no llega a entrar en prisión. Así al menos lo reflejan las estadísticas policiales y judiciales. El año pasado, hubo 2.360 detenidos en la provincia por esta causa. En 2.009, los juzgados malagueños dictaron 2.200 sentencias condenatorias. En la cárcel de Alhaurín, sin embargo, solo hay 98 reclusos por delitos motivados por la violencia machista. Es decir, menos del 5%.
El motivo al que aluden fuentes penitenciarias es que el abanico de conductas relacionadas con el maltrato es muy amplio. «La mayoría de los casos se refieren a insultos, amenazas o agresiones leves, que suelen acarrear condenas inferiores a dos años de cárcel», indicaron. Si ocurre -como en el caso del presunto asesino de Susana María Galeote- que el maltratador no tiene antecedentes, se puede decretar la suspensión de la sentencia condicionada al cumplimiento de un curso sobre igualdad, que tienen como finalidad la reinserción de los condenados por este delito.
Si faltan al curso, a prisión
Estos programas de tratamiento son impartidos, entre otros, por psicólogos en el Centro de Inserción Social (CIS), en el polígono Guadalhorce. Actualmente, hay unos 130 condenados que siguen estos seminarios, denominados de educación sexual. Uno de ellos era José Romero. «La suspensión de la sentencia a cambio del curso implica que no se puede faltar ni un solo día; de lo contrario, se le notifica al juez y el penado ingresa en prisión», explicaron fuentes penitenciarias, que reconocieron que, aunque muy pocos, algunos incumplen esta segunda oportunidad y acaban entre rejas.