
© Desconocido
El esquisto es una piedra sedimentaria compuesta de barro arcilloso y pequeños fragmentos de otros minerales, como cuarzo o calcita. Y recientes exploraciones han localizado en EU y en muchos países, abundantes depósitos de esquisto en el subsuelo, que por las grandes presiones y otras circunstancias geoquímicas, contienen gas natural atrapado entre sus capas. Tales depósitos están a grandes profundidades, de más de dos mil metros y por lo mismo, el método para extraer el gas natural es complicado y, sobre todo, muy contaminante.Hace algún tiempo escribí un artículo titulado
¿Más energía o más desperdicio?, en el cual analizaba que la necesidad de hallar nuevas energías, sobre todo las llamadas "verdes" o "limpias" obedecía, por ese entonces, al imperativo de contar con más fuentes, que permitiendo la continuación de nuestros crecientes requerimientos energéticos basados en aquéllas, fueran, por otro lado, ecoamigables, o sea, redujeran el impacto contaminante y destructivo en el medio ambiente. Sin embargo, ahí mismo mostré cómo prácticamente la totalidad de energías limpias tenían un problema y es el que
su influencia es tan limitada que cubren un muy reducido porcentaje de los requisitos de la actual sociedad de alto consumo y desperdicio energético. Y no sólo no alcanzan a cubrir cuestiones tales como combustibles o generación eléctrica, sino que el costo, muy por encima de aquél de las energías basadas en combustibles fósiles, las ha hecho en muchos casos poco funcionales, sobre todo para este capitalismo salvaje, que privilegia los bajos costos y las altas ganancias, sin importar las consecuencias que sean.
Otra conclusión a la que llego en el trabajo mencionado, es que
tampoco habrá fuentes energéticas que alcancen si se insiste, como se sigue haciendo, en aumentar el consumo de energía, en lugar de reducirlo. Cada año se incrementan considerablemente los consumos industriales, de transportación, de electrificación, agrícolas... en fin, de cuanta actividad emplea alguna fuente energética y no tanto porque sea en proporción directa al crecimiento de dichas actividades, sino que crece también el desperdicio. Por ejemplo, el que se haya impuesto como modelo económico el de la sociedad de hiperconsumo ha ocasionado, entre otras cosas, que los productos adquiridos sean cada vez menos duraderos, así que se deben de cambiar más rápido, algo ideal para el sistema, el que a propósito ha creado esos limitados tiempos de vida útil, con tal de vender más e incrementar las ganancias (ver mi artículo
La obsolescencia programada, el deliberado acto de diseñar productos defectuosos, de desperdiciar más y de destruir el medio ambiente, en el que analizo los dramáticos niveles de desperdicio y de basura a los que hemos llegado, sobre todo en la llamada basura electrónica - e-waste - , de la que cada año se producen millones de toneladas).