
© picture-alliance/Chromorange Según las investigaciones, la determinación prenatal del sexo del bebé y los abortos selectivos acaban anualmente con unos 500.000 fetos de niñas
Para Afreen la ayuda llegó demasiado tarde. Con el cuerpo plagado de manchas azuladas y quemaduras, la bebé de tres meses murió en un hospital de la India. Según contó su madre a la policía, el padre pensó que había nacido con el sexo equivocado. Él quería un niño.
Dramas como éste no son extraños en la India. En marzo falleció en Nueva Delhi una bebé con los brazos rotos y un traumatismo craneal. Recientemente, la policía detuvo en Amritsar, en el norte del país, a un hombre que deshonró a su esposa, supuestamente porque ésta dio a luz a una tercera hija. Y una y otra vez se descubren fetos de niñas en basureros o viejas fuentes.
Sin embargo, las recientes muertes han sacudido la conciencia del país, atizando el debate sobre los derechos de mujeres y niñas. Aunque en la India hay una presidenta, Pratibha Patil, y el gobernante Partido del Congreso esté liderado por una mujer, Sonia Gandhi, el país cuenta con una larga tradición en cuanto a desear descendencia masculina.
A las niñas se las considera una carga económica, en parte por la gigantesca dote que deben aportar al matrimonio, como subraya la escritora Gita Aravamudan. En cambio, los hijos cuentan como sustentadores de la familia, son los que se harán cargo de los padres cuando éstos sean ancianos. Así lo denuncia en su libro
Disappearing Daughters: The Tragedy of Female Foeticide (Hijas en desaparición: la tragedia del feticidio femenino).