Un año y medio después de su llegada, las garras del cólera aprietan con fuerza en Haití, que vive uno de los picos más intensos de la enfermedad, causante de la muerte de más de 7.000 haitianos y más de medio millón de enfermos.

© Desconocido
El personal del "Hospital de los Pequeños Hermanos y Hermanas" de Puerto Príncipe, uno de los centros que acogen a los enfermos más graves, ha constatado la complicación de la situación, explica a Efe su enfermera jefe, Marie Iderle Felestore.
"Si en un mes normal llegan entre 300 y 400 enfermos adultos,
en abril hubo unos 800, y una decena de muertos, cuando en los meses anteriores no habíamos tenido víctimas mortales", dice la enfermera.
Las salas de este hospital destinadas al cuidado de los enfermos de cólera registran una intensa actividad desde que comenzaron a aumentar los casos, al parecer por los constantes aguaceros que cayeron sobre el país en abril.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas advierte también de este aumento y señala que entre el 8 y el 10 de abril se cuadruplicó el número habitual de casos, lo que invirtió la tendencia a la baja observada desde el inicio del año.
Si bien la tasa de mortalidad acumulada se mantiene en el 1,3 %,
se estima que este año podrían enfermar 250.000 personas, la mayoría de ellas entre abril y noviembre, durante la época de lluvias y huracanes, de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) citados por OCHA.
Para paliar los efectos de la enfermedad, el Ministerio de Salud Pública y Población (MSPP) y la ONG
"Partners in Health" han puesto en marcha una campaña de vacunación que pretende proteger de la epidemia a 100.000 personas de los departamentos de Artibonite y Oeste.
Según la enfermera Felestore, las lluvias contribuyen a elevar la contaminación de las aguas, lo que, unido a las deficiencias de higiene del país, incide en el recrudecimiento de la epidemia.