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Un estudio realizado por expertos en salud ambiental de la Universidad de Misuri Estados Unidos, reveló que las personas que viven alrededor de una refinería en la Oroya Perú, tienen cadmio, arsénico y plomo en la sangre y el cerebro.

Ayer, en una conferencia el especialista en Medio Ambiente y Salud Pública, Fernando Serrano, expuso los resultados del estudio realizado en la región central de los Andes del Perú, donde se encuentra una refinería, pero al Norte también existen otras actividades mineras, que han provocado contaminación en toda esa zona, provocando que la gente, a través del aire y el agua, ingieran niveles inaceptables de minerales tóxicos.

"Nuestro estudio reveló que hay elevados niveles de plomo, cadmio y arsénico en el cuerpo, prácticamente en toda la población, entonces, desde el punto de vista de la salud ambiental que es nuestra perspectiva es altamente preocupante porque lo que hemos visto es una población enferma. Hay otros metales, pero estos tres metales son venenosos para el cuerpo", dijo Serrano.

Explicó que el plomo es muy perjudicial, ya que afecta a todos los órganos del cuerpo, y lo más preocupante es el impacto que tiene en el cerebro y en el sistema nervioso.

"Al afectar al sistema nervioso y al cerebro produce problemas de conducta, de irritabilidad, capacidad de conocimiento, nivel intelectual, esto es más alarmante en los niños porque están creciendo y su cerebro está desarrollando y al ser afectado por el plomo puede producir cambios irreversibles en su capacidad de funcionar normalmente", sostuvo el experto.

El cadmio afecta a los riñones y la densidad de los huesos, el arsénico puede causar problemas de la piel, además aseguró que tanto el plomo, como el cadmio y el arsénico son cancerígenos.

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"La población donde hay este tipo de contaminación está expuesta a estos metales, y eso no sólo causa enfermedades sino que sabemos que disminuye la calidad de vida, que desde la perspectiva de salud ambiental no es lo que queremos ver", manifestó.

Aseveró que la contaminación se ha extendido por todo el valle, a través del viento que transporta por kilómetros partículas con los metales tóxicos.

Refirió que además se realizaron estudios del suelo, agua y aire, en los que se observó que en el suelo existe, además de los metales tóxicos mencionados, el dióxido de azufre (SO2), que también es muy perjudicial, del mismo modo en el agua; en el aire también hay sílice.

"Es decir, es un conjunto de amenazas para la salud que hemos encontrado, de 51 puntos de monitoreo en las cuencas, en los ríos sólo quedan nueve ríos limpios, el resto ya tiene niveles de contaminación y esto también es preocupante porque la calidad del ambiente determina la calidad de la salud", agregó.

Sin embargo, aclaró que ninguna de las comunidades que viven en la Oroya, dicen "no" a la minería, sino que quieren una minería responsable y que respete el ambiente, garantice la salud y provea trabajo para la población. "Desde mi perspectiva de gestión ambiental, que es mi especialidad, pienso que ninguna población debe ser sometida a escoger entre la salud y el trabajo, no podemos poner a ninguna población a escoger o trabajo o salud porque ambas son aspiraciones de cada persona y de cada familia, entonces el modelo que buscamos es un modelo sostenible en el que exista el trabajo, pero que se mantenga el medio ambiente y la salud", remarcó.

Explicó que es posible una minería más responsable, pues otros países que vivieron esta situación de contaminación, actualmente ya no la tienen, y sólo hablan de ella en los libros de historia.