En respuesta a la carta del ministro de Exteriores, García Margallo, en la que manifestó su disconformidad con la postura del Gobierno de entonces, Aznar justifica su decisión por su "convicción atlantista" y porque "convenía estratégicamente a España".
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© EFEEl expresidente del Gobierno José María Aznar presenta el informe de la Fundación FAES que preside.
El expresidente del Gobierno José María Aznar ha defendido su decisión de involucrar a España en la invasión militar de Irak en 2003, afirmando que el país "salió ganando" en términos de influencia y de apoyo internacional a sus objetivos y que, en cualquier caso, "no participó en una guerra".


Comentario: Y millones de iraquíes perdiendo la vida.


"No se puede pedir ayuda a un amigo y luego, cuando ese mismo amigo te la reclama, negársela", dice en referencia a Estados Unidos. Así respondía Aznar el pasado agosto a una carta que le había enviado un mes antes el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo.


Comentario: Oh vaya, sin importar la ilegalidad de la invasión. ¿Ayudar a un amigo? ¿O someterse a los planes expansionistas sin opción?


En su misiva, el ministro le reitera que no comparte la posición que tuvo entonces su Gobierno: "El pueblo español, que había visto ilusionado los logros de política exterior hasta ese momento, no entendió --ni se le supo explicar-- el porqué de aquella decisión".

Aparte de la "reciprocidad política" con Estados Unidos, Aznar justifica su decisión sobre Irak por su "convicción atlantista" y porque "convenía estratégicamente a España". Según explica, esos fueron los motivos por los que su Ejecutivo apoyó las primeras iniciativas del presidente Bill Clinton contra Sadam Husein, la lucha contra los talibán en Afganistán y "el esfuerzo liderado por el presidente Bush en Irak".

Además, subraya que "España no participó en ninguna guerra" y que "ni un solo soldado español estuvo en Irak un solo día sin la cobertura indubitada de Naciones Unidas para la estabilización del país".

Amenaza del Califato a España

Aznar advierte de que el orden internacional "se está resquebrajando de manera irreversible" y que España ha pasado a estar en "la primera línea de confrontación con grupos y problemas que plantean retos existenciales, desde el Califato a la emigración masiva".

A su juicio, la ambición del Califato de imponer su autoridad en lo que fuera Al Ándalus exige "un replanteamiento de la seguridad española y de las medidas contra esta amenaza". En este contexto, critica el planteamiento de Estados Unidos y de la coalición internacional de una campaña militar en Irak y en Siria que se extienda hasta finales de 2017 que, en su opinión, está "aumentando los riesgos del terrorismo yihadista en España".


Comentario: Rusia se encargará que no llegue hasta el 2017.


Además, Aznar critica la estrategia seguida por el Gobierno en Mali y en Irak, donde las Fuerzas Armadas adiestran a los ejércitos de ambos países, preguntándose si es la adecuada ante la "gravedad que se atribuye a la amenaza" del yihadismo.

Israel como aliado "insustituible"

En la misiva, el expresidente aborda los "pilares" de una política conservadora con el objetivo de buscar estabilidad y que dé respuestas a los "retos actuales y emergentes".

Para planificar y ejecutar una política para garantizar la "seguridad y tranquilidad" de los españoles, cree que España debe tener en cuenta la "debilidad institucional multinacional" de los Estados Unidos de Barack Obama, la OTAN y de la Unión Europea (UE).

Asimismo, plantea fortalecer la relación con Israel porque lo considera un aliado "insustituible" contra el islamismo y también recomienda que el "pragmatismo comercial" no anule la crítica del régimen iraní basado en "la represión y en la brutalidad".

Por último, Aznar plantea adecuar las estructuras y los medios militares y de inteligencia al dinero que se puede invertir en ellos: "Un Ejército ideado para un 2 por ciento del PIB no se puede sostener con menos del 1 por ciento", señala.

El expresidente también advierte de la "progresiva erosión interna" de España y de la creciente "amenaza externa" que pone en peligro su existencia. Por este motivo, apuesta por "el apuntalamiento de nuestra civilización" más que por la "expansión de la democracia" a otros países creando por ejemplo un Foro de las Democracias.