Hace unos días cayó sobre buena parte de España, y en concreto sobre Madríd una considerable lluvia de barro. Cayó por la noche y al salir a coger los coches, o mirar los balcones, nos los encontramos recubiertos de una capa de polvo fino, marrón claro, pegada a la carrocería y que solo se iba frotando con ganas.
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© Pedro CarreroNube de polvo provocada por vientos del Sahara en Madrid en 2005.
Tenemos que explicar varias cosas referentes a este fenómeno. En primer lugar, el polvo es sahariano, es muy, muy fino, producto de siglos de erosión y movimiento por el viento de unas partículas contra otras.

Si cogemos un mapamundi (elijan ustedes, si pueden y en la Internet si pueden hacerlo, una proyección llamada Mollweide, que mantiene los tamaños relativos de continentes y países) vemos que hay un par de franjas de izquierda a derecha del mapa en donde están los desiertos del planeta. Esas franjas se encuentran situadas a los lados norte y sur de las líneas de los trópicos, a 23 grados de latitud norte y sur. Están los desiertos de Sonora en México, de las islas Canarias de Lanzarote y Fuerteventura, del Sahara en África, de Arabia, de Lut en Irán y de Gobi en Asia en el hemisferio norte (el último desplazado hacia el norte por la presencia de los Himalayas) y Atacama en Chile, Kalahari en África y los desiertos del centro de Australia.

Ya he explicado aquí, pero solo aprendemos repitiendo (porque aprender es crear nuevas conexiones neuronales y estas solo se hacen permanentes con la repetición) que en el planeta el aire asciende sobre todo en la zona ecuatorial, unos 15 grados al norte y sur del Ecuador. El aire que sube se desvía hacia el norte y sur al llegar a la troposfera, pero como lleva más velocidad lineal de Oeste a Este que la Tierra que tiene debajo (El ecuador se mueve a 40.000 km/día, mientras que a 15ºN o 15ºS la velocidad es de 38.600 km/día) ese aire que va hacia norte y sur se convierte sobre los trópicos en aire que se desplaza hacia el este en ambos hemisferios. Al subir el aire se enfría (por eso veraneamos en las montañas) y al estar frío baja hacia el suelo (el aire de su acondicionador lo notan frío sus pies en sus casas u hoteles).

Al bajar el aire se calienta y su contenido en agua se convierte en vapor, que no moja. Sobre los desiertos hay muchísimo vapor de agua, pero no llueve salvo en las invasiones de aire frío los meandros del chorro polar. No llueve pero si hay vientos poderosos que mueven las dunas y lijan el suelo hasta formar el polvo del desierto.

En la zona occidental del Sahara hay una barrera para la salida de los vientos hacia el oeste: Es la barrera de los Atlas (la zona donde el gigante Atlas llevaba a hombros la esfera terrestre en la época de los griegos). El viento pasa a ambos lados de las montañas y sale al Atlántico frente a Canarias, o al Mediterráneo entre Melilla y Argel.

El viento está cargado de polvo microscópico: Pongan ustedes un montoncito de harina en la mesa de su cocina y soplen fuerte. Las partículas sólidas pequeñas, como el polvo y el polen, por ejemplo, experimentan el aire cono un fluido viscoso que los arrastra e impide que caigan al suelo por gravedad: Dejen caer algo de harina sobre la plancha caliente de la cocina, verán como ese polvo sube con el aire caliente.

Pues bien, de vez en cuando la situación meteorológica es tal que el aire que sale del Sahara por Mauritania se curva al oeste de las Canarias y se mueve hacia el norte, entrando en España por el Golfo de Cádiz. Fue una invasión de este aire africano, la que al entrar en España encontró aire frío en altura, se formaron nubes en torre y finalmente tormentas que dejaron caer el agua con el polvo en suspensión.

El polvo es muy fino, y solo se va por frotación. Si regamos las carrocerías o el suelo de los balcones o de las terrazas, el polvo sigue fijo a la superficie sólida.

Se habrán fijado que es en las palas de los ventiladores en donde se acumula el polvo de las casas (por cierto, ¡Que porquería de aire nos hacen respirar, por ejemplo en Madrid!). Sobre todo en los ventiladores de los ordenadores que están funcionando constantemente. Y esas palas se mueven en el aire. Sobre cualquier sólido hay una capa milimétrica en la cual el aire no se mueve, queda adherido al sólido. Para eliminar ese polvo adherido al sólido, en los ventiladores, o en las carrocerías, es preciso mover otro sólido sobre el primero, un trapo, un papel de cocina, por ejemplo. Por muy fuerte que sea el chorro de líquido o gas sobre el sólido, incluso una de estas máquinas que elevan la presión del agua, para limpiar bien las superficies se precisa un frotado de las mismas con una escobilla o una esponja.

La tercera característica del polvo en suspensión en las masas de aire es que se puede desplazar miles de kilómetros, 6.000 de África al Amazonas, 8.000 de África a los Polos Norte y Sur. En los hielos de Groenlandia se aprecian episodios de lluvia de polvo en las muestras congeladas de hielo.

¿Y las ranas? ¿Y las lluvias de sangre? Hay ranas muy pequeñas que pueden ser levantadas por los vientos de los tornados fuertes y arrastradas con ellos distancias de un par de decenas de kilómetros, como hacen los vientos más suaves con el polvo. Y hay polvo de óxidos de hierro, por ejemplo, totalmente rojo, que cuando cae suspendido en las gotas de lluvia parece lluvia de sangre.

Estas eran dos de las plagas de Egipto. Las restantes son tan naturales como éstas: Moscas, pestes sobre el ganado, pústulas (esencialmente peste bubónica transportada por las pulgas de las ratas negras), granizos y langostas, obscuridad (bajo una gran tormenta las nubes no dejan pasar la luz), y la muerte de los primogénitos que hoy asimilamos al terrorismo.

La ciencia da explicaciones racionales para todo lo que vemos y experimentamos. Las explicaciones irracionales, místicas, son propias de la ignorancia que poco a poco se va eliminando en nuestras sociedades.

Aprovechen ustedes, si quieren, este verano, estas vacaciones, para tratar de entender todo lo que vayan viendo, que no sea la rutina diaria de sus vidas. Fíjense en las distintas zonas de vegetación cuando suben por las montañas, hasta llegar a la carencia de la misma a partir de una cierta altura. Observen el vuelo de las aves en esas montañas y en los campos. Miren las olas en las playas y consideren cómo se mueven. ¿Son las olas algo seguido a lo largo de toda la playa? Cuando sopla viento sobre el mar, ¿Qué se produce en la superficie de éste? ¿Mueven las olas los objetos flotantes en dirección horizontal? Lejos de las ciudades podemos volver a ver el cielo que veían nuestros antepasados. Y entender las leyendas que las estrellas generaban. Hoy las gentes de ciudad desconocen lo que es el cielo. E incluso desconocen la vida, y quizás crean que la leche sale de un grifo de la pared. Aprovechen.

Traten de entender las distintas costumbres de las gentes en países diferentes. ¿Son arbitrarias o se han ido desarrollando con algún objeto? Incluso las relaciones sociales y las formas de gobierno tienen explicaciones racionales, basadas en la historia de los pueblos. Si pueden observar tribus de primates, de monos, comparen sus comportamientos con los de las tribus humanas. ¿Somos realmente tan similares a ellos como parece?

Si viajamos fijándonos, si no nos ''alienamos'', si no nos perdemos dentro de una discoteca o en los festivales de música, si miramos, observamos, buscamos, aprendemos, podemos vivir varias vidas simultáneamente, en vez de la media vida que muchas personas llevan en trabajos rutinarios. Tenemos unos 80/100 años (los nacidos en este siglo, o a finales del siglo XX) para disfrutar. Si vivimos media vida, eso son 45 años. Si vivimos tres vidas, eso son 300 años.

Vale la pena aprender, y es, además, divertido.